Thalia Zedek no para, empalma giras y proyectos, no hay respiro. El último de ellos es E, una nueva aventura a las que se suma. Tiene la misma o más energía que cuando comandaba a Come, su actividad reciente lo reafirma. “Todavía disfruto mucho tocando, girando, me encuentro a buenos amigos en todos lados, en esta gira en Bélgica, en la República Checa, en Italia. Aún tengo por descubrir muchos sonidos, las posibilidades son infinitas”. Jason Sanford de Neptune y Gavin McCarthy de Karate son sus socios. Juntos han grabado “Negative Work”, un disco rugoso, complejo, con muchas aristas. “Hace años que nos conocemos y somos amigos. Siempre habíamos contemplado la idea de trabajar juntos, pero no se había dado hasta ahora. Hay una gran química, somos aventureros, así que nos hemos dejado llevar para conseguir el sonido que queríamos, muy denso y experimental. Donde crees que hay más de una guitarra, sólo hay una aunque parezcan más. Este es un proyecto muy colaborativo”. Zedek ha descrito a E como “música soul para máquinas”, una definición que, una vez escuchado su material, es bastante ilustrativa. “Trata sobre la mecánica que hay detrás de la música, algunos de esos sonidos y pulsaciones, recoger cada vibración, cada frecuencia”.
Thalia va a combinar este proyecto con su carrera en solitario, en breve habrá nuevo disco. “Mis discos han sido todos distintos entre sí. ‘Been Here Gone’ era más tranquilo, orientado al piano. En cambio ‘Liars And Prayers’ era más eléctrico, más duro. El nuevo va a ir en la onda de mi debut, mucho más íntimo, muy emocional. Va a haber invitados y mi voz va a ser protagonista”. Patti Smith fue su espejo durante años, quería su estilo de vida, cantar como ella e ir al límite. “Patti Smith ha evolucionado correctamente, me gusta su faceta de escritora, sus novelas, sus relatos... Los disfruto tanto como su música. Es una figura universal”. Ahora, en cambio, prefiere escuchar rock instrumental. “Es una manera distinta de comunicarse, hay otros ejes, otras prioridades. Las letras no importan, la música va por otros canales, se concentra de un modo diferente”.
Tanto Come como Neptune y Karate desarrollaron sus carreras musicales en Boston, algo que sumado a muchos otros grandes nombres surgidos de la ciudad (desde Pixies a The Lemonheads o Buffalo Tom, por poner algunos ejemplos) deja claro que fue un excelente lugar para la escena del rock independiente de finales de los ochenta y los noventa. “Hubo mucha gente creando, y no sólo música. Había efervescencia y sobre todo una joven generación con ganas de provocar cambios”.
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