Se tratará de un concierto con un millar de personas en la barcelonesa sala Apolo posiblemente este mismo mes de octubre. Los asistentes deberán someterse a un test rápido de antígenos para detectar si tienen Coronavirus (la mitad de ellos también se harán una prueba PCR) y, posteriormente, participar en un seguimiento para concluir si ha habido contagios entre los asistentes. Será la forma de descubrir la eficacia de las pruebas para este tipo de actividades. Ocho días más tarde se hará una nueva prueba de antígenos y PCR a los participantes.
Una vez dentro del recinto, los asistentes no tendrán que respetar distancias de seguridad, ni estar sentados, pero sí deberán llevar mascarilla y tendrán que lavarse las manos con gel durante el evento. En todo caso, habrá un control estricto del funcionamiento, puesto que no son solamente las salas de conciertos las que se juegan mucho con este sistema.
Los responsables del hospital Germans Trias y Pujol (conocido también como Can Ruti) confirmarán así si los test rápidos tienen la misma sensibilidad que las pruebas PCR. Su utilidad resultaría fundamental para reactivar una parte de la economía y sobre todo de actividades en las que hay una gran asistencia de público.
La noticia se ha dado a conocer en una entrevista radiofónica en RAC 1 con Lluís Torrents, presidente de Asociación de Salas de Conciertos de Catalunya (ASACC), aunque los responsables del estudio ya están poniéndose en contacto con voluntarios para darle forma al experimento/estudio.
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