La última y enésima polémica de la SGAE se remonta en 2013, cuando el promotor Pierre Sabbag, director de Rocknrock, organizó una gira por España de Def Leppard y Whitesnake. Tal y como explica Rafael Méndez en El Confindencial, la SGAE le reclamó facturas por el 10% de la taquilla al terminar el tour, lo que suponía una cuota de 115.398,40 euros. Rocknrock se negó a pagar la factura, porque consideraba que la sociedad no había acreditado que gestionase los derechos de autor de todos los temas.
La sociedad de autores lo llevó a juicio y ganó en primera instancia. Poco después, Sabbag llevó el caso a la Audiencia Provincial de Barcelona, asegurando que la SGAE utilizaba su posición de poder y su monopolio para imponer condiciones abusivas sin posibilidad de negociación de las mismas, citando la decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de multar a la SGAE con 3,1 millones e imponer una rebaja en las tarifas del 10% al 8,5%.
En una sentencia del pasado 7 de noviembre, la Audiencia de Barcelona da la razón al promotor, considerando que "la posición de dominio en el mercado de los derechos de autor de SGAE es incuestionable, pues tiene el práctico monopolio de la gestión de esos derechos". Este tribunal considera insuficiente esta rebaja porque "no se aproximan a la media europea", con facturas de un 3% de la taquilla. La SGAE recurrirá al Supremo, pero los promotores consideran el fallo de la Audiencia de Barcelona como una victoria.
David García Aristegui explicaba hace un par de años en El Confidencial, a raíz de la publicación del libro "SGAE: El monopolio en decadencia" (Consonni, 17), esa desigualdad de fuerzas en las relaciones con la SGAE: "Menos en audiovisuales donde está la opción de DAMA, que arrebata año tras año acuerdos internacionales a SGAE, y ahora en el País Vasco donde ha surgido EKKI, la SGAE disfruta de un régimen de monopolio. SGAE es el resultado de lo peor de los dos modelos económicos en lucha desde hace muchos años: es una asociación privada pero sin competencia, un sociedad que disfruta de atribuciones de ente púbico pero sin ninguna fiscalización real, efectiva (sobre el papel es otra cosa) por parte del Ministerio y Gobierno de turno". Continuaba asegurando que "lo más dramático de todo esto es que la SGAE legitima a quien ve la desaparición de las leyes de propiedad intelectual y la gestión colectiva como algo positivo, cuando no es más que puro neoliberalismo. Hoy, aquí y ahora la SGAE debe ser intervenida por el Gobierno y ser obligada a refundarse, con nuevas formas de funcionamiento, tarifas, reparto y recaudación. Ya están tardando".
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.