El ya proclamado MonkeydelPuerto vuelve con un cartel de fantasía donde monetes a lomos de unicornios escupiendo arcoiris centellean para ilustrar el mejor sarao con el que dar la bienvenida a esa verano sobrevenido de junio. Y si hablamos de un animal o personaje fauno que evoque aquel seminal Monkey de El Puerto de Santa María ese el Pony Bravo. Los sevillanos galopan de nuevo y a ese efecto reencarnador se unen también Esperanto o la continuación de los añorados Melange.
Y es que el Monkey Weekend es siempre un bautizo de proyectos que luego suben a los cielos. Es el caso los cantes de ida y vuelta de María de la Flor, la pangea musical dibujada por Mohama Saz, las lecciones de world music impartidas por Mondongo Boy, la oscuridad tan hipnótica como trepidante de Nueve Desconocidos, la bizarra unión de Branquias Johnson y Alberto Charro (Los Malinches) en el combo también inédito Que Dios Te Lo Pague, esa sensación de nuestra escena más reciente llamada Restinga, las melodías pop pluscuamperfectas de San Remo...
Por supuesto el Alhambra Monkey Weekend es un escaparate de la actualidad más efervescente y claro no podían faltar unos Viva Belgrado saboreando el exquisito momento que les ha brindado su reciente y aplaudido trabajo, ese brutal Cancionero de los Cielos.
Sumemos a este primer aluvión de confirmaciones el Karaoke Los Jaguares.Una de las sensaciones de #elMonkeydelPuerto es poder desgañitarse y dejarse los pulmones vociferando clásicos de ayer y de hoy de la mano de Los Jaguares de la Bahía, nuestra banda favorita y donde conviven Paco Loco, Pablo Errea, Patri Espejo y una caja de ritmos. Un karaoke en toda regla que se convierte, cada junio, en una auténtica jarana.
El Puerto de Santa María y sus infinitos encantos acogerán un año más el estupendo cartel y el jolgorio habitual de un festival que, edición tras edición, no para de sumar nuevos fieles. No es para menos: conciertos en espacios nada convencionales (de un castillo a una bodega, pasando por una pista de coches de choque, todo cabe como escenario en esta bendita locura), tapeo local para chuparse los dedos, precios más que populares, buen tiempo a raudales y esa tradición tan Monkey de convertir todo el festival —y por extensión todo el centro de la ciudad— en un mismo backstage, donde se mezclan por igual artistas, público, periodistas y algún que otro despistao.
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