Nick Waterhouse se ha convertido en uno de esos nombres con proyección internacional, pese a facturar un tipo de música muy concreto. Veremos qué tal se las gasta en concierto en su visita a nuestro país a principios de diciembre. El día 8 estará en el Purple Weekend de León y el día 9 en La 2 de Apolo, en Barcelona.
El rhythm and blues y el soul han sido, y son, una destacada influencia para cientos de formaciones procedentes del rock, pop y hip hop que en el caso del californiano Nick Waterhouse va más allá, llegando a convertirse en la columna vertebral de su primer larga duración , “Time’s All Gone”. “Mi objetivo es tocar sólo el tipo de música en el que estoy interesado, al margen de tendencias o criterios artísticos, producida cómo quiero escucharla, y utilizando los mayores niveles de calidad que ofrecen los diferentes formatos disponibles en la actualidad”, responde el cantante, compositor y productor al preguntarle por los principios básicos de su carrera musical.
Con ello deja claro que lo suyo es algo más qué adorar iconos y recrear sonidos de otra época por los que, no obstante, Waterhouse a sus veintiséis años muestra una profunda admiración compartida también por otros músicos y grupos de su generación cómo The Growlers, Cold War Kids y Ty Segall criados en el mismo vecindario de Huntington Beach. “Hacemos básicamente lo mismo aunque de maneras diferentes. Todo es música americana, algo más grande que el rock & roll… esa palabra ya no sirve para nada”. Una contundente afirmación a la que sigue una justificación sobre la manera en que la música pop absorbe fundamentos de otros géneros musicales. “Hay mucha confusión alrededor de lo que fue y es el soul y el R&B. Su profundidad es mucho mayor de la establecida por la cultura de la música rock y pop que injustamente ha sombreado los nombres de Judy White, Garnet Mimms, Bert Berns o Solomon Burke”.
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