Corrían finales de los noventa cuando cinco jóvenes del barrio de Compton (California, Los Ángeles), se juntaron para, literalmente, hacer historia. Quizá no fue el primer grupo de gangsta-rap que publicó un disco, no, pero sin duda que fue el que más repercusión y fama logró. En un momento en el que la comunidad negra sufría de abusos y pobreza, estos raperos dieron rienda suelta a su rebeldía a través de un rap agresivo e hiperrealista, en el que el dinero, las drogas y el sexo eran los protagonistas y con el que lograron vender millones de discos y poner en jaque todo tipo de estereotipos americanos en base a un sólo fundamento, la libertad de expresión. Les tacharon de violentos, sí, pero hablar de violencia era su forma de protestar contra ella.
Quince años después, de la mano del director F. Gary Gray, su historia ha sido llevada al cine. Y aunque la idea de la película surgió en 2009, no ha sido hasta este verano de 2015 cuando por fin ha visto la luz, pero la espera ha valido la pena. Porque gracias a este biopic podemos ver de primera mano el desarrollo de la carrera de uno de los grupos más importantes de la historia de la música. Desde sus inicios en un club californiano, el éxito de su primer álbum “Straight Outta Compton” (Ruthless, 88) y la censura que sufrieron, pasando por sus problemas con discográficas y managers, su disolución, el éxito de Snoop Dogg y TuPac y la desafortunada muerte por VIH de Eazy-E. Todo ello bajo la supervisión de Dre e Ice Cube, cabezas visibles del legado del grupo y productores ejecutivos de la cinta.
No es la primera película sobre la vida de un rapero que es llevada a la gran pantalla (ya ocurrió antes con Eminem, The Notorious B.I.G o 50Cent), pero va camino de ser la más importante en cuanto a recaudación y semanas en el top de los cines americanos se refiere. Quizá sea por la genial actuación de O'Shea Jackson en el papel de su padre Ice Cube, o por la aparente sinceridad con la que se trata la mala relación entre algunos de los miembros, o por su banda sonora, pero lo cierto es que la historia de N.W.A. (Niggers With Attitude) no deja indiferente a nadie. Igual que ocurrió con su música.
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