Seguramente Daniel Johnston sea la respuesta perfecta cuando alguien pregunta qué es un artista de culto. Y, para el que escribe, eso fue durante un tiempo, un nombre asociado a una etiqueta a la que era un tanto alérgico. Solo cuando fui más allá y le di una oportunidad entendí que esas canciones sencillas e infantiles, que hablaban de Casper, del amor y del diablo; esa sensibilidad y esa vulnerabilidad, no podían estar más alejadas de la mayoría de los miembros del club de artistas de culto. Quizás por eso no me ha sorprendido mirar Twitter de camino al trabajo y ver que, en lugar de frases grandilocuentes y sentencias grabadas en piedra, había un montón de pequeñas historias. Gente que había superado rupturas con "Love Not Dead" o "True Love Will Find You In The End", periodistas que recuerdan hablar con su madre, que era quien contestaba el teléfono cuando llamabas para entrevistarle (damos fe de ello), o que cuentan que una de las condiciones que puso en su gira española de 2012 era que le llevaran a una tienda de cómics en cada ciudad por la que pasara.
Esa cualidad entrañable y legendaria de Daniel Johnston hizo que fuera un nombre fundamental en el underground estadounidense desde la década de los 80, en la que comenzaría su prolífica carrera discográfica. Empezó pasando casetes caseras mientras trabajaba en un McDonalds de Austin, con las que poco a poco empezó a granjearse un pequeño grupo de seguidores fieles. En 1988 grabó por primera vez en un estudio, dando resultado al álbum "1990", una experiencia que agravó los problemas de salud mental que sufría (fue diagnosticado con trastorno bipolar y esquizofrenia) y que culminaría en un incidente que provocaría su ingreso un centro psiquiátrico: sufrió un brote psicótico mientras pilotaba una avioneta con su padre, volviendo de un concierto, que hizo que apagara el motor y tirara las llaves por la ventanilla. Fue su padre, expiloto de las fuerzas aéreas estadounidenses, quien consiguió aterrizar la avioneta y lograr que ambos salieran ilesos.
Dichos problemas de salud mental fueron una constante a lo largo de la carrera de Johnston, a pesar de lo cual no dejó de grabar, de desarrollar otras facetas artísticas como el dibujo y, dentro de sus posilbidades, de seguir girando. A principios de los 90 consiguió llegar a un público masivo gracias a Kurt Cobain, que recomendaría su música y aparecería con la portada de uno de sus primeros discos, "Hi, How Are You" (83), en una camiseta. A raíz de ello llegarían varias ofertas de grandes discográficas, y Johnston -después de rechazar a Elektra Records porque Metallica formaba parte de su roster y creía que estaban relacionados con Satán- firmaría con Atlantic, sello en el que duraría dos años: las pocas ventas de "Fun" (94) provocaron que se deshicieran de él.
Ya en los dos miles retomaría su producción discográfica y viviría otro punto de inflexión en su carrera gracias al documental "The Devil and Daniel Johnston" (05), que volvería a poner su nombre bajo los focos y le llevaría a girar por todo el mundo y a ser testigo de lanzamientos varios -sobre todo grandes éxitos y discos tributo- relacionados con su obra. Nunca le faltaron admiradores en su gremio, y se cuentan por cientos los que le han reverenciado versionándolo o incluso produciendo un documental sobre su figura, como hicieron Lana del Rey y Mac Miller en 2015. En 2017, asediado por problemas de salud como diabetes, infecciones de riñón e hidrocefalia, llevó a cabo una última gira de cinco conciertos. Este martes fallecía en la casa de sus padres, la misma donde grabó canciones que salvaron la vida a más de uno.
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