Montañés es una rara avis de esa escena granadina tan marcada por el indie. Un músico sui generis que lo mismo se atreve con un requiem que ahora brinda por la vida en ese debut largo que alza la voz al grito de Juerga y Vino. Para Montañés hay que recuperar la risa y el alcohol que la produce, porque entre la risa y el llanto hay un solo compás, el ternario, ese ritmo que produce en las canciones una extraña sensación de felicidad, la misma que te produce el vino. Juerga y vino es un disco de rock sobre formas que no han pertenecido al rock dice.
El primer acto de este vodevil es Circo. Un corte incendiario, una arenga a verlo todo al revés, tal y como está ahora mismo el mundo. Por eso precisamente Montañés empieza por el final, "Circo" es el octavo corte del álbum. “Circo”, es un vals extraño que por momentos agarra cierto aire de bulerías. Con ustedes Montañés. Que corra el vino.
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