"Estragos de una juventud sónica", un completo libro sobre Sonic Youth
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"Estragos de una juventud sónica", un completo libro sobre Sonic Youth

Eduardo Izquierdo — 18-01-2014
Fotografía — Carol Julià

Entrevistamos a su autor y editor, Ignasi Julià, que lo publicó hace unos meses

No tiene problemas en definirse desde su propio blog como “ex crítico de rock, pero lo cierto es que sus acciones, por fortuna, parecen indicar todo lo contrario. La última de ellas es la autoedición de “Estragos de una juventud sónica”, un jugoso volumen dedicado a una de sus bandas fetiche: Sonic Youth. Hablar con Ignacio Julià era casi una obligación.

“Lo de que sea mi último libro es muy posible: por pura biología, ya no voy a tener otra vez la oportunidad de congeniar con un grupo de la importancia de Sonic Youth, estando ellos y yo en la treintena, y seguir su trayectoria de cerca durante veinticinco años, hasta su separación que, sea momentánea o no, marca un antes y un después”. Queremos no creerlo pero Julià insiste en abandonar con este la biografía musical aunque “no descarto publicar otras cosas en el futuro”.

“Estragos de una juventud sónica” es un texto con mucho de hagiografía (otra ironía del autor), pero también con mucho de confesional que nos descubre a la banda en todo su recorrido vital. “La amplitud de miras y la curiosidad sin prejuicios ha sido una de las características de Sonic Youth, una de sus virtudes. Forma parte de la falta de complejos del carácter norteamericano, una cultura mucho menos acomplejada que la nuestra, tan vieja. (…) Sus canciones surgían de improvisaciones en el local de ensayo, quizás basadas en un riff que alguien había aportado, pero desarrolladas colectivamente. En sus últimos tiempos, con una magistral abstracción”. Una banda cuya importancia llega incluso a sus recomendaciones. “Cuando el primer disco de Sonic Youth para Geffen, ‘Goo’, factura 150.000 copias, los ejecutivos del sello insisten en pedirles consejo. De hecho, en su contrato figuraba una cláusula por la que podían llevar grupos a la discográfica y alentar su fichaje, llevándose una comisión por cada fichaje. Los primeros recomendados efusivamente fueron… ¡Nirvana!”.

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