Poniéndonos en antecedentes: ayer Yacht publicaban un comunicado denunciando haber sido víctimas de la filtración de un vídeo porno privado por parte de "una persona moralmente despreciable", y anunciaban su decisión de venderlo como único medio para tener control sobre él. Sin embargo, hoy publican otro comunicado diciendo que todo era mentira: era tan solo una maniobra publicitaria para dar bola a su último videoclip, "I Wanna Fuck You Til I’m Dead", extraído del disco "I Thought the Future Would Be Cooler" (Downtown Records, 15).
Si lo que querían era publicidad, desde luego, lo han conseguido. El problema es, claro está, cuando lo hacen a costa de banalizar casos reales que han sufrido en sus carnes otras personas y que han provocado en muchas ocasiones traumas, acoso, abusos y segregación social. Probablemente su intención inicial fuera criticar el amarillismo del periodismo actual y la búsqueda de viralidad sin contrastar fuentes, pero en esta ocasión han errado el tiro.
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