Aprovechamos el momento para entrevistar a Eduardo Izquierdo, crítico musical y autor de “Debo ser muy buena presa (cuando tengo tantas escopetas apuntandome)”, una novela inspirada en la figura de este artista flamenco, publicada por Lupercalia hace más de un año.
Tras escribir la biografía de Quique González y dos libros infantiles con el rock como pretexto, Eduardo Izquierdo dio un paso al frente y se enfrentó al reto de la novela. Una pluma inquieta, una persona que no para de cazar ideas, en “Debo ser muy buena presa (cuando tengo tantas escopetas apuntandome)” coge la figura de El Cabrero y le da la vuelta a su modo a un personaje excitante. “El Cabrero me llegó, efectivamente, a través de mi abuelo. Recuerdo bajar en coche desde Barcelona a Sevilla, con doce años, en un Simca 1200 escuchando aquellas cintas porque mi abuelo era el único que conducía en la familia y él quería llevarlas. Yo lo odiaba, pero él consiguió meterme en el personaje a base de contarme sus historias, algunas ciertas, otras muchas leyendas o exageraciones, que al final han acabado convirtiéndose en esta novela. Quise hacerle un homenaje con ello a mi abuelo por todo lo que significa para mí”. Quien busque aquí una biografía de este gran cantaor flamenco deberá mirar hacía otro, esto tiene otra intención. “Supongo que para el que espere una biografía de El Cabrero no es ningún aliciente, sino todo lo contrario, pero desde el principio hemos querido dejar claro que estamos hablando de ficción a partir de algún dato biográfico. Al tratarse de eso, sí que es cierto que podías permitirte licencias que engrandecieran a los personajes o que los construyera psicológicamente como te los imaginabas”.
La figura de Johnny Cash, un periodista neoyorquino, apelaciones personales que engrandecen el valor de este relato. “Ves al Cabrero y es imposible no ver rasgos de Cash. Dice las verdades a la cara y con una ferocidad y honestidad que casi te araña. Yo no sé nada de flamenco, o muy poco, de música americana sé algo más, así que los momentos en los que podía hablar de esos iconos que domino eran como pequeños descansos”.
La portada del libro es fantástica, otro aliciente más para hacerse con esta obra. “La portada la hizo Jordi del Rio que es un buen amigo y un dibujante espléndido. Está basada en un retrato real de El Cabrero aunque él le ha dado un aire más místico y oscuro. Le pedí un par de opciones, a partir de unas ideas mías, y esta es la que más funcionó. La verdad es que un retrato espléndido y muy adecuado al contenido de la novela”.
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