Será una despedida larga -se extenderá hasta 2020 y procurará pasar por "el máximo de provincias"- pero no deja de ser un adiós. Se nos baja de los escenarios José Domínguez "El Cabrero", una de las figuras más importantes, singulares e incorregibles que ha dado el cante jondo en las últimas cuatro décadas. Hace unos meses publicaba, tras siete años de silencio discográfico -únicamente discográfico-, un nuevo disco titulado "Ni rienda ni jierro encima" en el que volvía a “escupirles a los opresores, a los explotadores y al miedo, que es el mayor enemigo” por fandangos, soleás, seguiriyas y tonás, palos que ha cultivado siempre, y con alguna que otra incursión fuera de los mismos, como el vals criollo por bulerías "El Orejano".
El flamenco siempre ha sido voz de los márgenes y los oprimidos, pero esto se queda corto para dar cuenta de lo que ha encarnado El Cabrero a lo largo de su vida. Una vida marcada por la lucha contra el poder y las jerarquías en consecuencia con unos principios anarquistas que abanderó desde sus inicios, sobreponiéndose a incontables vetos políticos gracias, como él cuenta, al cariño del público. Pisó calabozos muchas veces y por muchas razones, e incluso llegó a ir a la cárcel por "blasfemia" -por cagarse en Dios en un concierto, vaya- en 1982, pero a pesar de todo ello ha sido uno de los cantaores de mayor relevancia internacional desde finales de los 70. Desde entonces se ha mantenido en activo constantemente, intercalando giras y grabaciones con su oficio de pastor, que nunca dejó de lado y que sigue ocupándole los días aún hoy.
La fecha de Castelldefels presenta el subtítulo de "Fandangos republicanos" y se encuentra dentro del festival Barnasants, que cuenta con El Cabrero por tercer año consecutivo y que en esta edición puede presumir de un lema contundente y, tristemente, de actualidad: "Feixisme, mai més". Las entradas están a la venta en este enlace. También actuará en el Auditori de Girona el 22 de marzo (entradas aquí).
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