Veinte años de carrera y aún en plena forma. Ahora vuelve a nuestro país para protagonizar una gira que le hará viajar por toda la península. De hecho, empieza mañana viernes en Girona (11 enero, Auditori) y pasará por Murcia (12 enero, Auditorio Víctor Villegas), Granada (13 enero, Auditorio Manuel de Falla), Madrid (14 enero, Teatro Institut Français), Bilbao (16 enero, Kafé Antzokia), Barcelona (17 enero, Apolo), Valencia (18 enero, Noise), Lleida (19 enero, Cafè del Teatre), Cádiz (21 enero, Edificio Constitución), Málaga (22 enero, Auditorio de la Diputación), Sevilla (23 enero, Teatro Central) y Madrid (24 enero, sala Arena).
El inesperado resultado es “Vers Les Lueurs”, un álbum brillante y accesible, con el que ha hecho su particular camino hacia la luz. Él mismo nos cuenta cuáles han sido las paradas. Superarse a uno mismo no es fácil. Ni siquiera para un experto en la materia como Dominique A. “Con ‘La Musique’, el disco anterior, tuve la impresión de haber llegado a mi cumbre artística y temía que, a la hora de hacer otro disco, resultara inferior. Pero cuando le encargué a David (Euverte) los arreglos de viento, empecé a ver las cosas más claras y todos mis miedos desaparecieron”. Así explica el cantautor los inicios de su última aventura discográfica, “Vers Les Lueurs”. Celebrada por la crítica, ha dado con ella otra vuelta de tuerca a su talento, que a lo largo de los últimos veinte años ha despuntado por un excelente gusto para experimentar con la canción francesa. Esta vez fusiona un quinteto de viento con el formato eléctrico, aportando al conjunto de sus trece canciones épica, pero también destellos de esa luz a la que hace alusión desde el título (traducido literalmente como “Hacia los resplandores”). “El hecho de que hubiera grabado el disco anterior solo, en mi casa, me ha llevado ahora a trabajar con mucha gente. Me apetecía sentir la energía de grupo. También suponía una actitud nueva en cuanto a estar en el estudio. En el pasado los músicos sólo pasaban por allí para darle el toque final a los temas. En este trabajo tienen un poder de intervención mucho mayor. He descubierto a lo largo de los años que para llegar a algo más personal hay que eliminar un poco esa necesidad de controlarlo todo”.
En este cambio de actitud también ha influido el proceso de preparar la reedición de sus ocho discos anteriores. Con ella, ha celebrado el vigésimo aniversario de su primer lanzamiento, “La Fossette”. “Supuso dos cosas. Volver a poner todos esos discos en la memoria de la gente y al mismo tiempo quitármelos de en medio. Ahora siento que trabajo sobre una base, que bajo de mis pies hay algo sólido”. ¿Estamos entonces ante el comienzo de un segundo gran ciclo? “Bueno, quizás este disco sí sea una forma de empezar uno nuevo. Pero una carrera tan larga como la mía encierra varios ciclos, así que más bien se trata ya del cuarto o el quinto”.
Si esta nueva etapa comienza por un lado con melodías luminosas, por otro lo hace con unas letras que se inspiran en la naturaleza y en lugares de su pasado. Pero niega que en ello haya tenido que ver “Y revenir”, el libro que ha escrito al mismo tiempo que componía el álbum y en el que recuerda su infancia. “Contar en el libro aspectos de mi vida me ha servido de protección, para evitar la autobiografía en el disco”. Quizá por eso, entre ellas, se ha colado cierto compromiso social. “Bueno, a mí lo que más me interesan de las canciones es la virtud poética. Y voy a parecer ingenuo, pero no pensaba que ‘Contre un arbre’ o ‘Rendez-nous la lumière’ llegaran a ser percibidas como comprometidas. Este aspecto del compromiso me cuesta asumirlo, no lo vi llegar”, explica. Su timidez y su amplia sonrisa le delatan: No es falsa modestia.
Si Dominique Ané, ha sobrevivido durante todo este tiempo en la escena independiente francesa ha sido precisamente por una integridad que se revela también cuando habla de la melancolía, centro de gravedad de toda su discografía. “He luchado durante años contra ella, pero al final he aprendido a convertirla en mi mejor aliado. Está muy vinculada al sonido de mi voz, e incluso aunque quisiera eliminarla, volvería a mi voz. Si canto es para expresarla de alguna forma, ahora siento que he hecho las paces con ella”. Sin embargo, no extrañaría nada que este álbum le diera la llave para salir de ese cuarto en el se cuelga la etiqueta “de culto” y en el que tanto tiempo lleva metido. “No me doy cuenta, pero sí que este disco debe ser más accesible. Me lo dice mucha gente. Yo lo que he pretendido es hacer cosas sencillas. A lo mejor parecen más accesibles porque yo, como ser humano, también me he convertido en algo más sencillo. Es una posibilidad (risas)”.
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