Taylor Swift anunció en 2019 la regrabación de sus álbumes, cuando su sello Big Machine Records fue vendido al productor Scooter Braun, que obtuvo todas las licencias de autor de su discografía. Debido al creciente éxito de Swift con sus "Taylor's Version", con regrabaciones que están reemplazando en escuchas y atención a sus álbumes originales, las discográficas han reaccionado ante la amenaza. Aunque la regrabación de hits y álbumes es algo muy habitual desde hace años, ha tenido que llegar un caso especialmente sensible como el de la cantante estadounidense para que la industria haya decidido ponerse dura en esta cuestión.
Para protegerse de que no vuelva a ocurrir, las grandes multinacionales han decidido actualizar los contratos, añadiendo cláusulas y términos para que los artistas no puedan regrabar sus álbumes en un período entre 10 y 30 años. Además, se ha dado a conocer que las empresas más representativas de la industria musical encontraron como ampararse ante el inminente éxito de las regrabaciones. Este fenómeno no es nada nuevo, artistas como TLC, Neil Young y, más recientemente, NSYNC han relanzado sus canciones para recuperar parte de los derechos de canciones que estaban en manos de las discográficas.
Ahora, las empresas modifican sus contratos lo cual ha generado controversia por limitar los derechos de la propiedad intelectual, por lo que se cree que los artistas buscarán contratos por licencia de música, es decir, que una discográfica solo reciba beneficios por su distribución. Esta nueva guerra no ha hecho más que empezar.
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