La noche del pasado viernes vivimos en el Subsuelo de Pamplona un momento histórico para el panorama musical contemporáneo de Navarra. Uno de los proyectos en la vanguardia de la última escena independiente pamplonesa, Muy Fellini, dijo su adiós definitivo en este acogedor garito enterrado en la plaza del Castillo. Y lo hizo en el marco de una emotiva fiesta de despedida de seguidores y amigos que culminó con una actuación tan notable como irreversible. Si ya resulta poco habitual la celebración deliberada del último concierto en la trayectoria de una banda –algo que repetirá Barricada el próximo 23 de noviembre en el pabellón Anaitasuna–, aún es menos frecuente en un caso como el de Muy Fellini, un grupo que atravesaba el mejor momento de su carrera: en pleno proceso de promoción de su tercer disco de larga duración, con videoclip recién estrenado y la apuesta decidida por una nueva vuelta de tuerca a su sonido en favor de un power pop solvente, enérgico y resultón. Era su momento de mayor proyección… pero deciden abandonar.
La disolución de Edu Ugarte (Half Foot Outside), batería, y Juan Maravi (Sök), guitarra y voz, como Muy Fellini se asemeja a una película que finalizara abruptamente en pleno clímax narrativo. Para explicar esta ruptura no es preciso recurrir a retorcidas razones, como el hartazgo o los malos rollos entre sus miembros, ni tampoco a la apuesta por proyectos paralelos. Se debe a una causa tan prosaica como un acúfeno en el oído de Juan. Este fenómeno perceptivo consistente en oír un zumbido constante, es incompatible con el volumen excesivo que conlleva la actividad de un conjunto musical. Una verdadera pena. El próximo mes de diciembre, Muy Fellini hubiera cumplido su quinto aniversario como banda en activo; apenas un lustro pero muy bien exprimido por esta pareja de músicos hiperactivos que han tenido tiempo para ofrecer más de un centenar de conciertos en cinco países y grabar tres discos largos –"Muy Fellini" (BCore, 2009), "La ciudad de las palmeras" (Gor / Clifford, 2011) y "Fragmentos de una explosión" (Clifford, 2013)– y dos EPs –junto a Ken Stringfellow (King of Patio, 2009) y Brian Hunt (Limbo Starr, 2012)–. Y durante estos años han evolucionado desde un sonido pop-folk inicial, más denso después, y finalmente más eléctrico, rockero y vital, con mayor volumen. Arañando las melodías con distorsión y construyendo letras a partir de historias cotidianas, el repertorio de Muy Fellini invoca a la plana mayor del indie de los noventa: Dinosaur Jr, Teenage Fanclub, The Lemonheads, The Posies, Pavement, The Cure, R.E.M., The Smiths, Belle & Sebastian, The Jesus & Mary Chain, Placebo, Pixies y, por supuesto, Los Planetas, a los que el dúo de Pamplona interpretaran dentro del ciclo Izar & Star, celebrado en Bilbao.
Después de haber defendido en directo el tercer disco en ciudades como Vitoria y en festivales como el Primavera Sound, la cita del pasado viernes, programada inicialmente para presentarlo en Pamplona, se convirtió a última hora en un concierto de despedida, el último de su intensa trayectoria. Edu nos recibe en el Subsuelo una hora antes del inicio del show; se le ve tranquilo, aunque no deja de despachar los últimos detalles de la fiesta que se avecina. “Estuvimos hablando y hace dos semanas decidimos que lo mejor era dejarlo. Con nuestro sonido, cada vez más eléctrico, el volumen cada vez es más alto y Juan se ha desmotivado; seguro que seguirá componiendo, tiene mucha facilidad, pero se ha terminado el grupo en activo, y para él, también Napoleón Dinamita. Así que decidimos que el concierto sirviera para despedirnos de una forma especial”, asegura Edu. Y tanto: concierto, catering y copias en vinilo y CD del último disco por ¡7 euros! No había excusa lógica para perderse el bolo y el público respondió; unas 200 personas arroparon la última comparecencia de Edu y Juan. Tras departir por doquier con los presentes, el dúo se subió al recoleto escenario del Subsuelo a las 22.30 horas. Por delante, casi hora y media para revisar de arriba a abajo “Fragmentos de una explosión”, del que interpretaron todos los cortes a excepción de “Jesús”, esa digna revisitación del temazo de Los Planetas; y para recuperar algunos hits clásicos. Haciendo honor al lema de menos es más, Edu, sentado a una batería reducida a la mínima expresión –bombo, platillos y dos cajas–, y Juan, a las seis cuerdas y ejerciendo de maestro de ceremonias, hicieron tanto ruido como si fueran un quinteto. En su actuación contaron con el apoyo intermitente de María Martínez, que aporta su viola en el último disco y que el viernes se subió al escenario en algunos temas para suplir con su instrumento la carencia de calidez que provoca la ausencia del bajo.
El ambiente era emotivo, aunque sin nostalgias, más propio de la celebración del momento. Los escuetos speeches de Juan restaban solemnidad al evento, limitados a presentar algunos temas. En su línea habitual, los dos músicos se ciñeron a lo que mejor saben hacer: buena música con naturalidad, sin concesiones a poses ni frivolidades que, a priori, se pudieran asociar con un nombre de reminiscencia tan hipster como Muy Fellini. Sobre el escenario, Edu y Juan van a lo suyo; su puesta en escena es su propio sonido, y nada más.
Arrancaron con “El humo de color rosa”, del “Fragmentos…”, toda una declaración de intereses con esa descarga de rock psicodélico, atmósferas y distorsión, a caballo entre Los Planetas y Placebo. Continuaron ajustando el retrovisor para atacar “Ya no le importaba nada”, editada en 2012 en el EP compartido con Brian Hunt. Después, vuelta al último disco para interpretar el mejor tema, “Pshyco”, inspirado en el “Loaded” de The Velvet Underground, del que han grabado un videoclip realizado por Sebastian Sallaberry y Alberto Franco a base de imágenes de películas y series de televisión antiguas como “Teen wolf”, “The Munsters” o “V”. Una canción que Marabi dedicó a “ese amigo que te pregunta: eh, ¿qué tal?, y en el fondo le suda la polla”. Fue entonces cuando empezaron a ganarse a un público que comenzó frío pero acabó por aceptar el juego de subidas y bajadas; ora una dosis cruda de caña guitarrera con “No se sí lo podré aguantar”; ora una descarga de distorsión atmosférica con “El verano”, primer rescate de “La ciudad de las palmeras”. Juan se permitió entonces algunas de sus contadas concesiones al humor: “Parecemos Bon Jovi” espetó, antes de arrancarse en falso con “The End”, de The Doors. Y con “Invierno” de nuevo regreso a “Fragmentos…” para quedarse un rato en él: “Circulación”; “Galaxias”, el tema que más conecta este disco con su etapa anterior; “Cosas que nuestros sobrinos deberían saber”, con ese inicio tan “Mi hermana pequeña”; y “Sabes que es por ti”. Y tras levantar momentáneamente el pie del acelerador para hacer un receso con “París”, con esa conclusión a lo Manta Ray; encararon el sprint final tocando “Salir de esta ciudad”, que sirviera de adelanto del último disco; y “Tienes novio”, con esa letra tragicómica y gamberra: “Qué putada, tienes novio”. Juan y Edu se abrazaron y amagaron con marcharse. Cundía entonces en el ambiente la sensación de que se acabó lo que se daba. El público les jaleaba y los músicos concedieron el bis: “Las chicas de mi ciudad”, sobre esas “chicas de Pamplona, muy diferentes a las de Barcelona”; y, como broche final, “Chico popular”, “acerca de un chico del partido popular”.
Al final asistimos a un magnífico concierto, donde todos los engranajes encajaron a la perfección y donde flotaba una extraña sensación de incredulidad. ¿Realmente se van? ¿Volverán algún día? Edu lo niega categórico: “Este es el final definitivo”.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.