El cierre de Rock Palace deja a Madrid sin uno de sus iconos
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El cierre de Rock Palace deja a Madrid sin uno de sus iconos

Redacción — 22-12-2023
Fotografía — Archivo Rock Palace

La noticia saltó hace ya unas cuantas semanas en los ambientes musicales, y se ha concretado este mes: el 5 de diciembre tuvo lugar el último concierto en la sala de uno de los espacios musicales más antiguos y con más solera de Madrid, Rock Palace.

Una semana después, los dieciocho locales (seis alquilados por horas y doce por meses) y el estudio de grabación ubicados en el edificio dejaban de estar operativos. En las últimas semanas numerosos músicos se han visto obligados a mudarse en busca de  nuevo refugio, mientras la propiedad de Rock Palace buscaba hogar para su equipo.

Las restricciones que la gestión de la pandemia impuso a la música en vivo y el negocio de la hostelería en todas sus dimensiones fueron un torpedo en la línea de flotación de Rock Palace. Las limitaciones de aforo fueron letales para su sala de pequeñas dimensiones, pero también los cambios de hábitos y generacionales que se aceleraron a raíz de la pandemia, porque justo antes del fatídico marzo de 2020 las cosas prometían, según han admitido sus socios.

Sin embargo, desde el desastre pandémico los números eran pésimos. Y eso pese a los esfuerzos de Andreu "Lobo" Montaner y Juan Arnal, que tomaron el relevo del anterior equipo de gestión cuando el espacio atravesaba un momento crítico en 2015. Llegaron a diversificar la programación de la sala a todo tipo de géneros, pero el balance se mantenía en rojo. Y no se puede estar perdiendo dinero indefinidamente.

El espacio situado en el 6 de la calle Vara del Rey, muy cerca de Atocha y el corazón del barrio de Delicias, vivió una segunda vida con el cambio de manos del negocio y la reforma de 2016. Una reforma en la que se perdió parte del inconfundible y desastrado sabor rockero del legendario bar (también sala) originalmente abierto en 1995 por Norah Finley (de The Pleasure Fuckers), y que fue durante años uno de los espacios icónicos del rock genuinamente macarra en la ciudad en los tiempos en los que la escena alternativa se abrió paso en la ciudad. Rock Palace era como un antro de Malasaña fuera de Malasaña. Cuando el barrio era referencia del rock, y no de los cafés de especialidad cobrados a 5 euros.

Para compensar, en aquella reforma del 16 se mejoraba el aislamiento de la sala, y además se habilitaba un escenario hasta entonces inexistente (sí, hasta entonces los artistas tocaban directamente en el suelo, lo cual daba a los bolos un sabor primario muy especial).

Con su aspecto más aseado y convencional, Rock Palace continuó siendo referencia de la música en vivo en Madrid. Y de los ensayos de todo tipo de artistas. Por sus locales ha pasado en estas casi tres décadas gente ilustre como Los Enemigos o Enrique y Estrella Morente. Y en la sala han tenido lugar desde su inauguración a mediados de los noventa hasta este año infinidad de conciertos memorables, muchos de ellos relacionados con la identidad punk y eléctrica que ha formado parte de su ADN hasta el final: de Jon Spencer Blues Explosion a Turbonegro y Gluecifer. Una parte importante de la escena alternativa se queda ahora un poco huérfana.

Es una historia ya familiar en la ciudad. Los socios han declarado a varios medios que no han podido llegar a un acuerdo con los propietarios para abaratar los inasumibles costes a los que se enfrentaban cada mes.

El triste y hasta cierto punto sorprendente cierre de Rock Palace coincide con el anunciado final de La Faena II, templo del underground madrileño ubicado desde hace más de una década en una nave de la zona industrial de Suanzes. Sucumbe a la gentrificación que afecta a buena parte de la ciudad. Además, la sala Trashcan también ha anunciado de forma repentina su cese. Ya sea coincidencia o ley de vida, se trata de pérdidas importantes para el tejido musical de una ciudad que no está tan sobrada de espacios para la música, especialmente en relación a las propuestas no mayoritarias.

Rock Palace La Joya

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