Con Cien Desiertos los sevillanos abren la senda a un disco de rock poroso, repleto de hendiduras por las que se cuelan a espuertas aromas con giros de flamenco jondo, guiños al bebop y elaboradas maniobras psicodélicas que valen su peso en grifa. Y en su condición de bisagra entre dos generaciones de estetas del rock andaluz, Pasajes de lo Impuro supone el mejor punto de equilibrio imaginable para conciliar a los incondicionales de El garrotín con la década del reggaetón. Una composición que plantean desde el primer momento como un modo de situar a aquel que escucha en la estética y las texturas que proponen, de emprender una senda figurativa sobre la que marchar entre lírica flamenca y guitarras stoner.
Partamos de la idea de que Canastéreo es una banda de rock, entendido éste como un motor de expresión y libertad. “Es como respirar, un acto intuitivo y necesario”, comenta Juan Olaya, guitarrista y compositor de la banda sevillana. Sigamos con la idea de que Canastéreo hacen rock andaluz, entendido éste como un estilo de vocación territorial que sin embargo busca su sonido en la fricción de géneros anglosajones como el progresivo, el stoner o el jazz, incluyendo una amplia gama de texturas orientales que ellos mismos se han encargado de apuntalar en vivo durante los últimos tres años.
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