Ya es mala noticia de por sí, pero lo es más ahora. Cecilio G estaba en un momento dulce tanto musical como vitalmente, después de unos meses en los que había desaparecido del mapa por completo (no de la mente de muchos seguidores de la escena, que nunca dejaron de preguntar por él) y había caído en una espiral de autodestrucción. La mixtape "Mad Max Power" con Enry-K, su reciente disco de punk o los temas sueltos que habían ido apareciendo daban fe de que Cecilio estaba centrado en hacer música, algo que también declara Enry-K a El Periódico, y los resultados hablan por sí mismos. Todo ello se puede ver truncado ahora con esta entrada en la cárcel que, como en tantos otros casos, solo sirve para joderle la vida a un chaval innecesariamente. La clave para entenderlo está en el historial psiquiátrico de Cecilio, que la defensa no presentó y que hace que su entrada en la cárcel y no en un psiquiátrico sea, a todas luces, un error y una irresponsabilidad. En 2015, cuando ocurrió el incidente por el que ha sido condenado, había dejado de tomar la medicación para la enfermedad mental que padece.
Tal y como afirma su representante, la persona encargada de defenderle en el juicio se desentendió del mismo y no recurrió la sentencia, algo que prentenden hacer ahora presentando su historial psiquiátrico y evidenciando las deficiencas que a su juicio se cometieron en los procesos previos al veredicto final del juez. “Para él es vital seguir trabajando, estaba con ganas, controlado... ha sido un mazazo”, explica, al obligarle esta entrada en la cárcel a cancelar unos planes que incluían, entre otras cosas, una gira por Argentina. Cecilio G se ha convertido en los últimos años en una figura única del (t)rap nacional, podría decirse que necesaria en un panorama plagado de copias-de-copias, y con ello también en una de las más queridas tanto por compañeros de gremio como por fans. Solo podemos esparar que el recurso salga adelante y tengamos a Cecilio de vuelta, estable, y dedicado a su música.
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