En 2013 apareció de la nada Benjamin Clementine, aparentemente una estrella con un don único y sorprendente. Un joven anteriormente sin techo guiado por su afán de cantar y actuar. Este otoño volvió con su segundo álbum "I Tell A Fly", que sigue a "At Least For Now" (Virgin EMI, 2015), aquel debut que le valió un Mercury Prize. Sin embargo, el británico se ha inclinado fuertemente a no jugar seguro, a no repetirse, prefiriendo renovarse. Esta es la razón, aunque no es la única, de que el segundo álbum de Clementine no sea una mera secuela de su primer trabajo. Ese disco no podría haberse confundido como obra de ningún otro. Aunque el nuevo álbum tampoco es menos extraño, emocionante o menos personal: simplemente difiere radicalmente del anterior.
Mientras que el primero era una mirada al interior y al pasado, a la extraordinaria y corta historia de la formación del artista, este nuevo trabajo mira hacia adelante y hacia fuera. La experiencia y la personalidad de Clementine no son el tema principal, sino el prisma a través del que vemos lo que le rodea. El primer álbum estaba compuesto por una serie de baladas al piano con estructuras heterodoxas que se desplegaban paso a paso. El segundo persigue otros experimentos a través de una ruta sonora distinguida hacia un destino similar, donde no se compromete en función del otro la audacia ni la accesibilidad.
Los fans del pianista y compositor inglés podrán disfrutar de las diferencias entre los dos largos en Barcelona y Madrid. Será el miércoles 21 de marzo en la Sala Razzmatazz de Barcelona (dentro del ciclo Guitar BCN) y el viernes 23 en la Sala Vistalegre de Madrid. Las entradas estarán a la venta por 25€ a partir del lunes 11 de diciembre a través de Ticketmaster y LiveNation.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.