El tejido musical básico de la ciudad de Barcelona, los locales musicales de pequeño aforo, lleva muchos años luchando por obtener una protección especial. Con el gobierno de Colau parecía que había luz al final del túnel, y al final, cuatro años después, la ha habido. Tal y como informa El Periódico, el Ayuntamiento de Barcelona planea aprobar en las próximas semanas la creación de una nueva categoría de establecimiento, Espai de Cultura Viva, que dará cobijo a locales de pequeño aforo con un máximo de 150 personas, de proximidad y que programen un mínimo de 40 actuaciones al año (de poesía, música o cualquier arte escénica). Otro requisito será que demuestren que colaboran con una entidad del barrio.
Algunas de las medidas de protección son la posibilidad de tener un aforo variable en caso de concierto y la posibilidad de dar conciertos semiacústicos, con instrumentos enchufados hasta 95 decibelios y sin tener que hacer las costosas obras de insonorización que se requerían hasta hoy.
Daniel Granados, asesor del Institut de Cultura de Barcelona y principal impulsor de este proyecto, define en El Periódico el “reconocimiento de espacios de relevancia cultural” como una herramienta clave para “fortalecer un circuito de abajo a arriba. Se habla mucho de creación de públicos desde una perspectiva muy de industria, pero no se riega donde hay que regar: en las fuentes creativas. Para eso hay que fortalecer el tejido y cambiar el marco normativo para protegerlo y garantizarlo”.
Espacios como el Koitton Club de Sants, el Diobar del Born, la Bodega Saltó de Poble Sec, el Espai Niu de Poble Nou o locales del Raval como Big Bang, Cronopios, 23 Robadors y Freedonia, hasta ahora machacados por la normativa, podrán recuperar su papel vertebrador y fundamental en la escena underground barcelonesa.
ASACC, junto con otras organizaciones de la industria y varias salas, celebran la iniciativa e instan a todos los grupos municipales a votar a favor de esta nueva medida.
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