Ya avisábamos que el verano de 2016 iba a ser calentito en la costa de Cádiz. Las citas festivaleras superan ya la decena en la provincia y algunas de gran formato, la campaña por llevarse el gato al agua se ha planteado dura y competida. Tanto es así que la batalla se ha cobrado antes de empezar el primer hundimiento, el Trafalgar Festival anunciaba su suspensión a dos meses de su celebración. La organización estimó inviable la realización de dos festivales en Barbate tras la llegada del Cabo de Plata. Un litigio con el Ayuntamiento que ha traído cola. De esto saben bien los organizadores del Festival AlRumbo (Chipiona), el más veterano y consolidado, pero que ha tenido que sortear numerosos contratiempos para sacar adelante cada una de sus siete ediciones. Al habla Rafael Benítez, su director. “Al estar repleta de enclaves naturales protegidos, los espacios donde celebrar un festival son muy escasos, y los trámites necesarios son considerables. Además, buenaparte del territorio de la provincia carece de las infraestructuras apropiadas para absorber grandes cantidades de asistentes. La tasa de paro, la más elevada de España, y los índices de emigración juvenil no ayudan a consolidar un público y una escena local”.
“Al estar repleta de enclaves naturales protegidos, los espacios donde celebrar un festival son muy escasos, y los trámites necesarios son considerables"
Estamos hablando de eventos con unas espectativas de aforo que superan las veinte mil personas, y está claro que hay que contar con público venido de otras partes de nuestra geografía. Con ello cuentan para la primera edición de Cabo de Plata (Barbate) y para Antonio Romero las distancias son un handicap. “El hecho de que algunos asistentes tengan que recorrerse más de mil kilómetros puede afectar a la hora de tomar la decisión, cosa que no ocurre con Madrid, por ejemplo, u otros enclaves más céntricos”. En este sentido también se manifiesta Rafa Merín, director del Boelo Sun Festival (Vejer de la Frontera), que también se enfrenta a su primera edición. “A nivel de infraestructuras la provincia no es la más favorable en cuanto a comunicación por carretera, tren o avión. Eso lleva un aumento de los costes y lo hace todo más complejo pero quiero señalar que nosotros no lo afrontamos como una dificultad sino como una circunstancia”.
“Cádiz en sí ya es una actitud lúdica y positiva ante la vida".
Y así es, porque pese a todas estas dificultades que puede presentar la zona, como apunta Merín merece la pena el esfuerzo. “Cádiz en sí ya es una actitud lúdica y positiva ante la vida. Las vacaciones de playa en Cádiz llevan implicitas una forma de “estar” y divertirse que entronca con los valores que tiene Boelo: encuentro, diversidad, experiencias y calidad musical”. Ya sea por tierra, mar o aire este verano rumbo a Cádiz.
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