Mientras llegaba ese día, su legión de seguidores ya había podido adivinar, a partir de los sencillos “Avant” y “Llepolies”, los nuevos derroteros sonoros de ZOO, un combo que ultima, desde su propia editorial, un proyecto de literatura infantil que verá la luz tras el verano, y que centra sus esfuerzos en dar forma al espectáculo con el cual volverá a pisar las tablas, en unos tiempos inciertos y un futuro nebuloso. “De momento estamos tranquilos. Hemos tenido mejor suerte que la mayoría de compañeros del sector, que el año pasado ya se comieron un marrón importante. Partiendo de ahí, vamos a ver qué ocurre, e intentaremos adaptarnos”, asegura un Panxo con el cual revisamos el estado de la formación, y analizamos los recovecos de su último trabajo.
Más de un año sin subir a un escenario tras una vorágine salvaje en la que, imagino, la satisfacción por comprobar cómo las fronteras de ZOO se expandían, contrastaba con un agotamiento y presión crecientes. ¿Qué ha supuesto para el grupo este retiro?
Un placer doble: en primer lugar, porque necesitábamos un pequeño descanso o un paréntesis antes de crear el nuevo disco, y, en segundo, porque las circunstancias han obligado a estar más en casa, cosa que nos ha permitido concentrarnos más en componer el álbum. En ese sentido el confinamiento nos ayudó.
También habrá servido para que hayas podido tener algo más de tiempo para seguir empapándote de cultura. ¿Qué es lo que más has escuchado a lo largo de estos meses? ¿Has descubierto algo nuevo, o recuperado algún artista?
Descubrí a Rodrigo Cuevas, a principios de 2020, que me encantó, y recuperé muchas bandas que escuchaba hace años, de electrónica, de rap, y también algunos letristas que siempre había escuchado, pero que últimamente había abandonado un poco: Silvio, por ejemplo.
"En este último trabajo, además, hemos sido un poco más irónicos, que es una buena forma de relativizar”
Cualquier explosión de popularidad, esperada o no, puede conllevar ciertas cargas. ¿Os pesa ese grado de responsabilidad que, en algunos casos, cuando tanta gente te sigue, puede degenerar en mesianismo?
Nunca nos hemos sentido cómodos en ese rol mesiánico. Quizás nuestro primer disco contenía más “consignas”, pero siempre hemos querido remarcar también nuestra condición humana, imperfecta y contradictoria. En este último trabajo, además, hemos sido un poco más irónicos, que es una buena forma de relativizar.
Ha habido tiempo, además de para crear, para recapitular, asimilar y reestructurar el proyecto. Sello y editorial propios, gestión de la comunicación y el management. ¿Era una opción que barajabais hace tiempo?
Sí. Había una inercia hacia la autogestión, hacia una autonomía en todas las áreas que pudiéramos abarcar. Nos gusta este trabajo, le dedicamos muchas horas, y la experiencia nos ha demostrado que nadie mejor que tú para cuidar lo que es tuyo. A partir de esa premisa, trabajamos algunas cosas puntuales con gente ajena a la banda, pero estando encima, pactando todo bien, e informándonos de todo al máximo. Nos gusta hacerlo así.
¿Cómo se ha gestado “Llepolies”? Tradicionalmente, vuestro proceso creativo solía ser individual y, una vez conformada la idea, el resto del colectivo ayudaba en la construcción del tema. ¿Ha variado la manera de trabajar?
No mucho. No somos una banda de masticar mucho las canciones en el local. Se trabajan más en casa, hasta tener una idea casi entera, y a partir de ahí sí que se hacen los últimos retoques en equipo. En esta ocasión también ha sido así. El disco se ha gestado en tres fases: primero, hace ya un año, entre Arnau, Pollet y yo, esbozamos seis canciones. Nos encerramos una semana con toda la banda en una casa rural para acabar de producirlas y grabarlas lo mejor que pudiéramos. Después, Pollet y yo continuamos con seis o siete canciones más, hasta principios de verano, y empezamos a grabarlas en nuestro propio local. Luego, durante todo el verano, estuvimos toda la banda dándole vueltas a esos trece temas, junto a nuestro técnico Yon Mikel, y algunos productores externos que nos ayudaron en algunas cosas concretas. Aquí cabe destacar a Iñaki Marquiegui, que nos echó una mano importante con los vientos de todo el disco, y a Álvaro Sánchez, que hizo lo mismo con la producción técnica de los sonidos más electrónicos. En septiembre empezamos a grabar ya en serio, también en nuestro local, excepto las voces que se registraron en Atomic Studio con Mark Dasousa, ya que él me ayuda bastante en este aspecto. Y en octubre viajé a Sevilla para grabar con SFDK.
“Nos sentimos amenazados por un sistema judicial que no solo no persigue a los delincuentes, sino que los protege de que se les pueda llamar por lo que son”
Ahora que mencionas a SFDK, las colaboraciones externas son un elemento habitual en vuestros discos. ¿Con qué otros nombres habéis contado en este caso?
En un sentido clásico de colaboraciones, solo hay una en este disco, una muy especial que para mí ha sido como cumplir un sueño, precisamente la de los sevillanos SFDK. Por otro lado, como en los trabajos anteriores, nos hemos ayudado de amigos y artistas cercanas para algunas cosas concretas. Eran ideas nuestras, que ya estaban grabadas, pero a las que hemos preferido darles otro color. Es el caso de Marala o JazzWoman en las voces, así como Dj Taktel o Dj Jano para algunos scratches, u otros músicos que siempre nos echan una mano.
La filosofía sonora y textual de ZOO se mantiene, pero es evidente que “Llepolies” supone una evolución musical. Perduran las bases electrónicas y la variedad de influencias, pero se evidencia una vuelta de tuerca en estructuras, arreglos y elaboración. “Deixa'm que caiga” es un buen ejemplo.
Sí. Este disco es la culminación del proceso artístico que se empezó en 2014 con el primero. Ha seguido la evolución de la banda, pero no hay un cambio sustancial de estilo. Lo que sí que hay es más complejidad, más arreglos, más variedad de registros… Es un disco mucho más cuidado.
La canción que da título al disco también es una buena muestra de ese ejercicio de cuidada artesanía. Me refiero a elementos como los vientos y, sobre todo, esas voces tan trabajadas, repletas de capas. ¿Os costó mucho encajar ese puzle?
Nos ha costado encajarlo porque quizás nos excedimos con esas capas que comentas, y luego hubo que limpiar un poco, simplificar, elegir y descartar. Y es un momento difícil, porque pasionalmente quieres que esté todo plasmado, pero el sentido común te dice que aligeres, y has de desechar algunas ideas a las que has cogido cariño. “Llepolies” yo lo siento como un disco muy alegre, en el sentido de que le aprecio más frescura que en los otros. A nivel de tempos y tipos de ritmos, es tan festivo como los dos anteriores.
¿Nunca os ha preocupado que ese componente festivo pudiera amortiguar, en cierta manera, el mensaje, o consideras que facilita su asimilación por la audiencia?
Yo creo que lo facilita. Por lo general, la gente acude a los conciertos a disfrutar y celebrar. En nuestro caso y en otros, la celebración se extiende también a determinadas ideas, pero somos un grupo de música, y nos gusta la electrónica y la fiesta.
¿Resulta más sencillo plantear una letra reivindicativa desde una base festiva, o desde un concepto dramático?
Creo que no existe una fórmula. Para mí lo importante es el grado de originalidad que pueda haber en el planteamiento de la letra: si el artista se ha “inventado” alguna película para expresar lo que desea expresar, si se ha retorcido un poco la sesera, me atrae, sea desde el drama o desde lo festivo. En la composición de las letras me interesa la búsqueda de otras voces, tonos, formas, tiempos, métricas…
“Nos gusta darle a los mensajes un punto de complejidad. Es evidente cuáles son nuestras ideas de fondo, pero en las formas nos gusta darle alguna vuelta”.
Lo combativo sigue vigente en ZOO. Es evidente, en cuanto a alusiones directas, en temas como “Tobogán” o “La del fútbol”. ¿Alguna vez os habéis dejado llevar por la autocensura?
En lo político, no, lo que pasa es que nos gusta darle a los mensajes un punto de complejidad. Yo nunca me he sentido del todo cómodo reproduciendo consignas sin más. Creo que es evidente cuáles son nuestras ideas de fondo, pero en las formas nos gusta darle alguna vuelta. Es una cuestión estilística, nada más. Admiramos a quién se atreve a llamar a las cosas por su nombre, como decía Habeas Corpus.
¿Consideras que la cultura no es libre en este país? ¿Alguna vez os habéis sentido amenazados a la hora de expresaros?
Hay una amenaza constante y una vulneración de derechos básicos cuando algunos compañeros están en prisión por injurias al rey, o en el exilio como el caso de Valtonyc. Nos sentimos amenazados por un sistema judicial que no solo no persigue a los delincuentes, sino que los protege de que se les pueda llamar por lo que son.
¿Crees que, en tierras valencianas, tras varios años de gobierno de centro-izquierda, la cultura se ha visto beneficiada? ¿Ha rebajado, el sector, el nivel de crítica contra las instituciones?
Ha habido un pequeño giro en las políticas culturales, eso es innegable. No es ningún gran mérito tampoco, viendo de dónde veníamos. Queda mucho por hacer, pero celebramos cualquier gesto. Por otra parte, lo que se criticaba era una forma de gestionar, no a la institución en sí. Entonces supongo que el nivel de la crítica sí que habrá sido rebajado, dado que el nivel de corrupción también se ha reducido.
Volvamos al disco. “La del fútbol” incorpora claros elementos de cultura andalusí. Lo mediterráneo, evidentemente, es otra de las señas de identidad de esa amalgama de influencias de ZOO.
En este disco ha jugado un papel fundamental Pollet, nuestro saxofonista, que no estaba en los trabajos anteriores. Él es un apasionado de la música tradicional, sobre todo la mediterránea, y nos ha acercado más a esos sonidos en algunos momentos.
“De vore tan gran la bandera, la vista es comença a cansar”, cantáis en “Avant”. ¿Todas las banderas, físicas o metafóricas, pueden llegar a ser igual de tóxicas?
Las banderas son símbolos que excluyen o incluyen: hay banderas cuya configuración como símbolo lleva consigo la negación o exclusión de pueblos y culturas enteras. Es el caso de la bandera española que preside hoy en día todos los ayuntamientos. No todas las banderas son iguales.
Una de las piezas más ambiciosas del disco,“Diània”, está condenada a convertirse en himno eterno de las comarcas centrales valencianas. Además, se apoya en esos versos de “La Drova”, de Josep Piera. ¿Cómo surge y se construye ese homenaje patrio?
Llevo unos años recorriendo con pasión todos los rincones de este territorio al que conocemos como Diània, que comprende, efectivamente, las comarcas centrales del País Valencià. Si escarbas un poco, ves que es un territorio muy particular, sobre todo por su accidentalidad geológica y su singularidad paisajística, pero también, en consecuencia, por su historia. Todo eso me ha ido seduciendo y me ha alimentado la curiosidad durante años, y quería plasmarlo de algún modo.
Afortunadamente, el vicio de etiquetar a un grupo en función de la lengua que utiliza parece ir cayendo en desuso. Eso sí, me gustaría saber qué os mueve a la hora de incorporar temas en castellano. Me refiero a otra de las piezas más trabajadas del disco: “Sereno”. ¿Es algo que surge de manera natural? ¿Viene dado por el condicionante de la colaboración externa?
En este caso, la colaboración de SFDK vino después. Yo quería que una de las canciones destacadas del disco fuera en castellano. Es mi lengua materna, es la lengua en la que empecé a componer canciones, y es la lengua de muchísimos de nuestros seguidores. Por suerte, puedo componer en dos lenguas de manera “natural”. Luego, una vez esbozada la canción, la escuchaba y escuchaba esa colaboración encima. Se me aparecía su voz y su modo de narrar. Y así surgió la colaboración…
¿Cómo surge ese “Interludi” a partir de bases del “Strawberry Fields Forever” e “Imagine”, un tema que, precisamente, da paso a “La dels Beatles”?
Queríamos hacer un interludio en el disco, del modo en que se hacía, hace años, en muchos discos de rap. Empezábamos a tener claro el orden de las canciones, y viendo que después venía “La dels Beatles”, quisimos hacer este juego: que el interludio sirviera también de introducción a la canción siguiente.
“Cançó pòstuma” es una suerte de testamento anticipado, de declaración de intenciones cuando todo esto acabe. ¿Qué os llevó a idear este tema? Se supone que ZOO está más vivo que nunca.
Es una canción de desnudo, en la cual intento contar las implicaciones que tiene mostrarse tanto a través de las letras, y es una letra que nace como una especie de terapia hacia mí mismo: decirme que ya he cumplido un sueño, y que a partir de ahora me gustaría vivir este proyecto de una manera un poco más relajada. También tiene ese punto de egotrip tan frecuente en el rap: reivindicar un legado y unas canciones que ya están ahí para siempre.
¿Cuál es la hoja de ruta de ZOO una vez se haya publicado “Llepolies”?
En abril empezamos a girar en el que, seguramente, será otro año raro en cuanto a la música en directo. Nosotros haremos nuestra gira con repertorio nuevo y presentando el disco. Y de momento, no sabemos mucho más: girar, girar y girar, si se puede.
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