"Estoy harta de disimular y de hacer como que estoy bien”
EntrevistasZahara

"Estoy harta de disimular y de hacer como que estoy bien”

Pablo Tocino — 05-05-2021
Fotografía — Noemí Elías

No es en absoluto la primera vez que Zahara demuestra ser una artista valiente, y para muestra el botón de pasar a la autoedición. Pero lo que hace en su último trabajo es ya increíble: la ubetense se abre en canal a lo largo de los once temas de Puta (G.O.Z.Z. Records, 21), exponiéndose en un disco lleno de experiencias personales, experiencias de daño sufrido pero también infligido –y no tengo claro cuál de los dos daños requiere más valentía contar.

Puta es, sin lugar a dudas, el mejor álbum de Zahara, pero también el menos accesible y el que hará que, si había alguien que aún tenía esa imagen unidimensional e idealizada de ella, se le termine de ir. Porque Zahara está harta de cubrir sus cicatrices. Y, quizás por eso, todo este (excelente) disco es el equivalente musical a una herida abierta.

Además de los nervios que hay siempre antes de lanzar un disco, en este caso entiendo que es doble, por los temas que se tratan en él. ¿Cómo estás?
Me pasa una cosa, cuando compongo voy a muerte sin pararme a pensar qué puede pasar. Pero es verdad que... ¡uy! (ndr: paramos porque se le acerca un perro que vuelve en distintos momentos de la entrevista, no podía no mencionar este detalle)... Es verdad que ahora que empiezo a hacer entrevistas y tal, sí que digo “¡y tenía la sensación de que me estaba quedando corta!”. Tengo miedo a que no se me entienda, pero me digo a mí misma que ese no es mi problema. Yo me he expresado, y ahora es decisión del otro entenderlo, identificarse, odiarlo, amarlo...

"En los tres discos realmente hablo de mi enajenación, de cómo me siento fuera de mí misma, pero voy siendo consciente de ello a medida que voy madurando, yendo a terapia, y ahondando".

¿Todas las letras son de experiencias propias? Salvo en el caso de “Dolores”, claro.
“Dolores” es la historia de la copla convertida en una mujer. Es un género que ha sido maltratado, y a mí me fascina cómo la copla era un género puro y libre, que podía incluso servir para empoderarse a la clase obrera, pero Franco acabó apropiándose de todo eso. Me parece muy interesante también la contradicción de las letras: “tienes que quedarte en casa, mujer”, cantado eso por una mujer que va de aquí allá, que se divorcia, que lleva el dinero a casa, etcétera. Yo quería hacer una copla y quería contar en ella la historia de la copla misma. Pero mira, es curioso porque cuando se la enseñé a mi editora me preguntó si era autobiográfica, y lo entendí: la historia de la copla es la historia de la mujer, que en cuanto son libres se les llama “putas”. Tampoco es autobiográfica –o lo es a medias– “joker”. Hablo a otro, y hablo desde un personaje que me creo, que realmente soy yo, claro [ríe]. Pero la manera en la que hablo es un personaje que me creo, les hablo usando precisamente el discurso que estoy criticando. Critico al que siempre piensa que tiene razón, y que la manera de imponer esa razón es a base de gritos... Y lo critico gritándole y en posesión de la verdad absoluta también. Me cabreo y te digo que te falta amor –cosa que creo que es cierta y que por eso estamos tan cabreados–, pero también te digo lo que tienes que hacer desde una superioridad moral, esa superioridad zen de “Yo ya sé cómo hacer las cosas, te explico”. Realmente critico y a la vez me estoy autocriticando.

No sé si el título “joker” tiene que ver con la película, también por el rollo 'incel' de “el mundo me debe algo, las mujeres me deben algo” que parece tener “Cayetano” en varios de los versos.
¡Claro, claro! Cuando vi “Joker”, me dio mucha rabia cómo se justificaba la maldad del villano con una infancia de abusos. Pensaba en mí y en cómo he sufrido maltrato y abusos, cómo estoy yendo a la psicóloga para gestionar eso y mejorar mi salud mental... Si las mujeres a las que han violado de niñas se ponen a convertirse en Joker, se destruye el puto planeta, ¿sabes? Y me di cuenta del error: lo que yo haga no tiene que ver con lo que hagan los demás. Así que decidí llevarlo al extremo. Como yo estoy yendo al psicólogo, tú también. Como yo estoy cuidándome, ¡¡¡tú también!!! Me parecía muy gustoso gritar todas esas cosas. Son pensamientos que cuando los verbalizo con alguien se me van, pero en una canción me parecía muy liberador decir todo eso, hablar de “castrar” y decir lo que quisiera. Intenté trasladar eso a la canción en sí, que va con el glitch rompiéndose todo el rato. Y le decía a Martí “¡rómpelo más! ¡La canción va de eso! ¡Destrúyela! ¡Que no haya armonía, cambia el tempo!”. Mi obsesión era tratar de transmitir toda esa ira y mala hostia, que la canción te echase todo el rato.

Comentas que “Puta” cierra la trilogía iniciada con “Santa” y continuada con “Astronauta”. ¿Siempre lo tuviste pensado así?
No tenía la intención, lo llamé “Santa” porque vi muchas metáforas religiosas. Pensé en la conexión que hay con la música y lo divino, etcétera, pero a mi siguiente disco quería llamarlo “Melodrama” porque siempre consideré que mi música pertenecía al melodrama. Pero entonces vino esta muchachita, Pablo, que no sé si conocerás, se llama Lorde... [ríe].

Se te adelantó.
Me rompió el corazón, tío, porque era mi título perfecto. Pero bueno, viendo las canciones me di cuenta de que había mucha presencia del espacio, una canción se llamaba directamente “El Astronauta”... Y además me gustaba la conexión de lo místico y lo espacial entre “Santa” y “Astronauta”. Pensé entonces que el siguiente disco podía unirlo todo con un leit-motiv, e hicimos mogollón de coñas, en plan “Leñadora”. Yo quería llamarlo “Velocirraptora”, imagínate. Pero hace dos años me vino que el disco tenía que hablar de las mujeres y que “Puta” nos unía a todas: a la más santa y a la más puta la han llamado “puta”. Aunque contase cosas mías, mi idea era contar otras historias, de grandes músicas que habían sufrido abusos, etcétera. Pero luego llegó el confinamiento, me puse a hablar de mí y todo tenía mucho sentido. Unas semanas antes estaba en Argentina con Martí, y él, que se sabía toda mi historia, me dijo que tenía que contarla. Para mí tiene sentido la trilogía porque en las tres busco evadirme de la realidad: en “Santa” hay un álter ego divino en el plano celestial; en “Astronauta” voy descendiendo pero sigo fuera de mí, en el plano interestelar, y en “Puta” directamente me estampo contra el suelo y caigo de lleno. Aunque también puede ser al revés, porque la santa puede estar apedreada en el suelo. Me parecía muy simbólico. En los tres discos realmente hablo de mi enajenación, de cómo me siento fuera de mí misma, pero voy siendo consciente de ello a medida que voy madurando, yendo a terapia, y ahondando.

"Cuando fui escribiendo el disco, solo era vomitar, pero una revelación que tuve a posteriori es que lo empiezo pidiendo perdón".

“Canción de muerte y salvación” no era algo anecdótico sino un aviso. Recuerdo que en la primera entrevista que te hice te pregunté por “Camino a L.A.”, que era como lo más distinto y bestia que habías hecho. Y ejem...
Sí, si no te gustó “Camino a L.A.”, toma siete tazas [ríe]. Yo enseguida entendí que era un disco narrativo, casi compuse las canciones en el orden en que suenan, y eso nunca me había pasado, Pablo. Después en principio venía “Ramona”, pero sentía que faltaba algo, y me di cuenta de que tenía que estar ahí “berlin U5” porque si no, nadie iba a seguir escuchando y terminar el disco, te quedas devastado. Es que yo misma tiraría el disco y diría “a tomar por saco, no quiero saber más” [ríe]. Cuando pensé en los adelantos, tuve claro que “Merichane” era un saludo “amable” –aunque duro– a lo que venía después, pero igual de claro que la segunda tenía que ser “canción”, que quizás sea la más difícil de todo el disco. Precisamente por lo que dices: “ey, no te equivoques”. “Taylor” era como un adelanto más parecido a la Zahara anterior, melodías más bonitas, una voz como más en la línea de lo anterior, y “berlin U5” pues eso, como no va a haber más momentos así, pues te doy esto.

Ya que hablas de “la antigua Zahara”, me recuerda mucho el estribillo de “Médula” (“y si al volver no me espera nadie/quizás no tengan que ver algo tan desagradable”) al de “La Gracia” (“no me abandonarán si me he marchado/no romperán mi corazón si lo he arrancado”), de “Santa”. Pero aquella me parecía mucho más oscura, y ésta más luminosa, aunque compartan el “antes de que te vayas tú, me voy yo, y además así te ahorro que tengas que ver toda la mierda que tengo”. No sé si van por ahí los tiros.
Van, van [ríe] ¿El matiz sabes por qué es? En “La Gracia” hablo desde el despecho. “Sé que no me queréis, os voy a ahorrar el tener que echarme”. Y aquí es como “mira nene, esto es lo que hay, ¿no lo quieres?, no hace falta”. Yo sé que estoy hecha una mierda, soy consciente, llevo un tiempo trabajándolo. Estoy llena de cicatrices, pero estoy harta de disimular que no las tengo, que estoy bien, que todo es perfecto. No lo es. Si luego cuando lo veas no te gusta, no me importa, pero ya no tomo la decisión yo por ti, ¿sabes? Hay un viaje personal mío: ahora quien te muestra eso soy yo. Y si no lo puedes soportar, no me importa, porque yo sí. A mí “Médula” también me conecta mucho con el pasado, es una melodía más bonita, ese final con los “ahhhh”, que es muy old Zahara también.

En “Negronis” también está ese “éstas son mis cicatrices, si te quieres quedar, hazlo sin esperar que no las tenga”. Quizás es la canción más cercana a una relación sana que hay en el disco.
[Ríe] Probablemente.

En ella además hablas, como en otras canciones de “Puta”, de cosas que tú has hecho mal, y de aprendizaje al respecto.
Cuando fui escribiendo el disco, solo era vomitar, pero una revelación que tuve a posteriori es que lo empiezo pidiendo perdón. Es como un perdón ancestral a personas que han pasado por mi vida a las que no he querido bien, porque no he sabido hacerlo, porque básicamente yo no he sabido quererme a mí misma. Entonces tampoco he sabido querer a los demás. La primera canción es como un trailer: te pido perdón porque no te he querido bien... Y ahora te voy a explicar por qué. Para mí “Negronis”, “Médula” y “joker” van unidas: “Negronis” es la búsqueda del Ser, “Médula” es la aceptación del Yo, y en “joker” directamente lo impongo a los demás. Surgen del mismo hilo, de intentar quererme a mí misma, y así poder querer en el futuro. Además me parecía importante eso que tú dices: no es que yo aquí cuente las cosas malas que me han pasado y esté libre de pecado, no. ¿Me han pasado todas estas cosas? Sí. Yo he hecho peores. ¿Me pusieron un mote? Yo puse motes. Y me acostaba con tíos y hacía que se enamoraran de mí y se volvieran locos, y a mí no me importaba. Yo no tenía relaciones sanas. Con nadie. No podía tenerlas, era imposible. Y no lo estoy justificando...

"Evidentemente los ejecutivos de Universal no me vieron abrazada a la taza del váter, pero sí que hay una relación con eso de ver a alguien en la mierda y no hacer nada".

Lo estás explicando.
Exacto. Es que las cosas tienen que ver unas con otras, no son porque sí. No estoy justificándome, estoy explicándome. Y para mí por eso es importante empezar pidiendo perdón por no haberlo sabido hacer bien. Con nadie. Ni conmigo. A partir de ese perdón es cuando puedo abrir la Caja de Pandora de la mierda, y soltarlo todo.

Sobre “Merichane”, tengo una pregunta sobre cómo están colocadas dos frases: “metiéndome los dedos hasta el fondo”, sobre provocarte el vómito, va justo después de que hayas hablado de masturbación. No sé si es queriendo, para despistar al oyente, que en cuanto escucha “metiéndome los dedos...” piensa que se sigue hablando de masturbación. Para mí hay una relación entre el sexo y la vergüenza respecto al cuerpo, la mala relación con tu cuerpo, etcétera, entonces no sé si eso es buscado.
Totalmente. Esta canción es de las pocas que he hecho en mi vida cogiendo un leit motiv que se vaya repitiendo, el “yo estaba ahí”, porque me cuesta mucho hacer ese tipo de canción, así como sabinera, que el propio Martí hace mucho, pero a mí no me sale. Me di cuenta de que una frase tiraba inconscientemente de otra, hay una relación interna e involuntaria. Evidentemente los ejecutivos de Universal no me vieron abrazada a la taza del váter, pero sí que hay una relación con eso de ver a alguien en la mierda y no hacer nada. Vi que algo en mi subconsciente hacía que lo que me iba saliendo tenía relación con lo anterior. Entonces en esa frase que dices es como lo mismo, una relación inconsciente entre mi cerebro. En el momento en que asocias algo tan bello y tan natural como es la masturbación a un pecado, a algo por lo que Dios se va a enfadar, dime tú cómo vas a tratar bien tu cuerpo, cómo vas a creer que tu propio deseo es algo digno o algo que no merece castigo.

“berlin U5” es el mayor bop de este disco, y yo diría que de tu discografía. Es la canción con la que en los festivales –cuando vuelvan los festivales–, la gente se volverá loca. Y me parece que pega muchísimo en este disco aún así, por ese punto de “bailar llorando”.
Sí, sí, fue deliberado. Yo quería una cancíón que limpiara, que sirviese de separador entre la primera parte del disco y la segunda. Estaba escuchando todo el día a Caroline Polacheck, a Tove Lo, a Lorde, a Robyn, a Dua Lipa, a todas estas artistas enormes, y ese punto de “estoy en la pista de baile y quiero llorar” es lo que sentía yo. Quería bailar y quería llorar porque se nos ha ido a la mierda todo. Es una canción de su era, una canción pandémica, y en general apocalíptica.

Es una canción además que se presta mucho a una futura revisión en acústico para el siguiente disco de rarezas que saques.
Sí, sí, totalmente. “Llévame a bailaaaar, como si aún fuera reaaaaal”.

Eso te lo coge Amaia y...
[Ríe] Te juro que me lo estaba imaginando. Ay, me encantaría, se lo voy a decir.

Pues ya en serio, pensé que igual hubiese pegado en “Dolores”, pero a la vez me gusta mucho de este disco que no haya una sola colaboración vocal, que seas tú sola todo el rato.
Martí (Perarnau IV) y yo teníamos claro que en este disco no. De hecho, a veces yo quería que cantara él, porque soy como muy romántica de las voces masculinas, como además tengo la voz tan aguda, pienso que pueden quedarme muy bien. Pero me dijo: “mira, necesitabas un rapero y has sido ese rapero, necesitabas una voz más lírica y tú has sido esa voz lírica, necesitabas una voz mainstream y tú has sido esa voz mainstream... No necesitas a un pavo haciéndote un coro ni a nadie echándote una mano. Es tuyo y lo estás haciendo tú”. Y pensé que si lo decía él así de bonito, pues mira.

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