“Valoramos en cada momento poder seguir haciendo lo que hacemos”
EntrevistasYo La Tengo

“Valoramos en cada momento poder seguir haciendo lo que hacemos”

JC Peña — 03-04-2023
Fotografía — Archivo

Hace mucho tiempo que Yo La Tengo es una de las bandas más respetadas y queridas del mundo. Y ellos nos lo agradecen con discos sublimes como “This Stupid World” (Matador/PopStock!, 23).

No es fácil llegar al decimosexto LP con la frescura y lucidez con la que reaparecen Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew: la santísima trinidad del pop alternativo en su versión más emocionante. En This Stupid World recuperan su lado más eléctrico y melódico, pero combinado con una mirada nada complaciente sobre el paso del tiempo y sus estragos. En canciones como el vibrante y precioso single “Fallout” (clásico instantáneo a añadir a su lista) o la crepuscular “Miles Away” música, letras y melodías forman una síntesis perfecta de lo mejor que puede dar la música pop.

Lo curioso es que tuve la suerte de hablar en persona con el afable bajista James McNew hace más de dos décadas en las oficinas de PopStock! cuando presentaban el hoy clásico “I Can Hear The Heart Beating As One” (Matador, 97). James sigue siendo el tipo tranquilo con el que todas las piezas del grupo encajaron hace ya tres décadas (en “Painful”), e insiste mucho en la idea de “espontaneidad” como marca indeleble del grupo. Esta vez una pantalla de ordenador media en nuestra conversación. Ahí sí que hemos ido a peor.

Yo La Tengo pasarán por Barcelona (29 abril, Sala Apolo), Murcia (30 abril, WARM UP Estrella de Levante), Madrid (2 mayo, Gran Teatro Caixabank Principe Pío) y Bilbao (3 mayo, Santana 27).

Como seguidor de vuestra música desde hace años me ha dado la impresión de que éste es uno de vuestros discos más emocionales. ¿Qué fue lo que os inspiró?
¡No lo sé! A mí no me parece que tenga más carga emocional que cualquiera de los discos que hemos hecho. Creo que esa carga siempre está ahí, lo que pasa es que sale de maneras distintas. Supongo que depende de la persona que lo escucha. Pero en realidad no ha habido un catalizador o un plan como tal. Nos limitamos a sacar canciones y a hacer música que nos pareciera y nos sonara bien. Tristemente, te tengo que dar una respuesta así de aburrida: es todo lo que tengo (risas).

“No me parece que este disco tenga más carga emocional que otros”

Pero lo cierto es que hay un sentimiento agridulce y melancólico sobre el paso del tiempo. ¿Dirías que es el gran tema del álbum?
Podría ser, no lo sé. Es algo que depende un poco del oyente. Nosotros no le queremos decir nada a nadie sobre lo que tiene que pensar o cómo oírlo. Pero…podría ser. Lo que está claro es que “el tiempo” es el tema de virtualmente todo. En ese sentido, sí lo es. Totalmente.

Cuando empezáis a hacer un nuevo disco, ¿tenéis algunas ideas preconcebidas de a dónde queréis llegar, o es un proceso más intuitivo y natural?
No tenemos nada en mente. Lo cual quizá sea un poco malo. No, empezamos de cero y vamos sacando ideas y tocando, lo cual te va mostrando la dirección. Aunque grabamos todo lo que hacemos, lo hacemos sólo por si alguno de los tres quiere volver a escuchar una melodía, un ritmo o algo así en lo que centrarse, y quizá convertirlo en una idea más cerrada. Pero es algo muy espontáneo, y tratamos de conservar esa cualidad.

El título puede dar pie a muchas interpretaciones; es ligero pero a la vez grave.
Como decía antes depende de tu interpretación y de cómo funcione en tu mente. Personalmente, creo que es la respuesta correcta.

En lo sonoro hay cierta crudeza, pero también da la impresión de que pasan muchas cosas en cuanto a instrumentación. ¿Por qué decidisteis grabarlo vosotros mismos en directo sin un productor externo? Si no me equivoco, es la primera vez que lo hacéis.
En efecto, lo grabamos nosotros mismos en el lugar donde ensayamos. Allí tenemos un pequeño tinglado para grabar que hemos venido usando un montón a lo largo de los años para las bandas sonoras que hemos hecho. Con el tiempo supongo que hemos grabado más cosas del grupo y menos bandas sonoras de películas. En realidad no es un estudio, es una sala repleta con todos nuestros cacharros. Casi toda la grabación del disco “There´s A Riot Going On” (Matador, 18) se hizo allí, pero nunca con la idea de que el disco lo fuéramos a hacer nosotros. Estábamos tratando de grabar algunas ideas para quizá llevarla a algún estudio y tener a alguien grabando y produciendo. Pero disfrutamos mucho de la libertad de trabajar juntos en casa. En el estudio estás todo el rato un poco mirando el reloj. Te das cuenta de que te tienes que ir pronto a casa. Pero cuando trabajas en casa tienes más libertad.

Claro.
Dices: Bueno, podemos volver mañana. Así que según grabábamos las canciones de aquel disco, se nos ocurrió que quizá podríamos grabarlo allí y mezclarlo en algún otro sitio. Es lo que hicimos al final. Fuimos a California a mezclarlo con John McEntire. Y esta vez pensábamos hacer lo mismo, pero nos pusimos un poco a mezclarlo según avanzábamos, y nos dimos cuenta de que nos lo íbamos a llevar ya hecho (risas). Hasta que se lo llevamos al ingeniero de mastering no hubo nadie más involucrado en el disco.

¿Cuánto disfrutáis de la parte técnica, del proceso de grabar? Aunque hayáis contado normalmente con productores y técnicos (sobre todo, Roger Moutenot), a estas alturas debéis controlar un montón.
En todos estos años siempre he procurado prestar atención sin ser demasiado molesto a lo que hacían John (McEntire) o Roger (Moutenot). Ambos son técnicos y productores geniales. De modo que he tenido muy buenos modelos que observar y de los que aprender cosas. Y, de hecho, me encanta la parte técnica. Porque incluso las decisiones técnicas pueden ser creativas, lo cual supongo que te da una nueva perspectiva en lo que es hacer música juntos y componer canciones. Es para mí una manera completamente nueva de enfocarlo. Me ha parecido divertidísimo, además de que es un reto y algo muy satisfactorio.

En canciones como “Fallout” volvéis a ese sonido de guitarras tan reconocible en vuestros discos de los noventa. ¿Fue una decisión premeditada?
No creo que hubiera un plan para hacerlo así. Eran los sonidos que nos parecían adecuados. Muchas de las canciones las grabamos -al menos las pistas principales- en grupo. Muy en directo: batería, guitarra y bajo. Casi en todas las canciones, si no en todas. El disco anterior del que te hablaba, “There´s A Riot…” se grabó casi como una banda sonora. Es decir, se construyó pieza a pieza. Voy a usar de nuevo la palabra “espontaneidad”, pero es lo que tratamos que tuviera éste. Puedes percibir cómo tratamos de tocar una canción, experimentando con una idea completamente nueva. Creo que hemos tratado de capturar esa energía en la medida de lo posible.

“Me parece muy inspirador que cuando surgen nuevas formas de música la gente no sepa qué hacer para grabarlas”

Y en este sentido, ¿cómo de complicado técnicamente fue que lo grabarais en directo vosotros mismos, cuando estabais tocando esencialmente en directo?
Fue un reto bastante extremo. Especialmente porque el lugar donde grabamos no es un estudio tradicional. No hay salas separadas como sí tienen un montón de estudios, donde tienes un control; puedes cerrar la puerta, pasar a la sala de al lado y escuchar los sonidos que estás grabando a través de unos altavoces. En este caso, estábamos tocando en directo en una sala. Y los sonidos de la batería se cuelan en los micros de la guitarra, y el sonido de la guitarra se cuela en los micrófonos de la batería. Sé que en muchos aspectos no es así como a muchos técnicos les gusta hacer las cosas en el estudio, pero es como lo hicimos nosotros. Tecnológicamente era como empezar de nuevo. Yo siempre me ponía en la piel de los que empezaban a grabar música rock: no sabían cómo hacerlo, así que se lo iban inventando e iban encontrando soluciones por el camino.

Así es.
Me parece muy inspirador que cuando surgen nuevas formas de música la gente no sepa qué hacer con ello. Es como cuando se hicieron los primeros discos de “hip-hop”: los técnicos en los estudios no sabían ni lo que era aquello. Así que todo el mundo tuvo que inventarse cómo grabar, cómo enfocarlo. Ahí hay muchísima creatividad e inspiración. Hacer cosas mal pero que suenen bien, ir contra lo que todo el mundo hace o le gusta. Me ha parecido extremadamente inspirador. Me emocionaba trabajar en ello cada día.

Precisamente te iba a preguntar sobre cómo es posible emocionarse con un disco nuevo después de haber hecho tantos. Recuerdo que en aquella entrevista de 1998 acabamos hablando de grupos, y una de las cosas que me dijiste es que eras muy fan de los R.E.M. de los ochenta, pero que lo que hacían en los noventa te parecía “horrible”. Mi pregunta es ¿cómo se hace para seguir haciendo música relevante después de tanto tiempo?
(Se ríe mucho). Qué divertido decir aquello… Mmm. ¡No lo sé! Supongo que se trata simplemente de no pensar en ello, o al menos fingir que no es importante. De divertirnos. Y que la música que hacemos ahora nos parezca la adecuada. Quizá sea eso. Ojalá lo supiera.

“Puede que no toquemos correctamente nuestras canciones antiguas, pero las seguimos queriendo mucho”

“Miles Away” me parece perfecta para terminar el disco, y en mi opinión una de las canciones más fascinantes que habéis hecho nunca, con esas texturas atmosféricas y las melodías de voz...
Gracias. Pues veamos…me parece que empezó como una canción tranquila, posiblemente de guitarra acústica. Pero manipulamos bastante la parte de batería que toca Georgia con filtros y delays. Al principio no tenía voz. Durante mucho tiempo fue instrumental. Luego un día, cuando estábamos escuchando lo que habíamos grabado, cogimos la guitarra acústica y la pasamos a través de distintos tipos de reverb, hasta el punto de que ya no parecía una guitarra: se había convertido en esta especie de ruido tremendo que tiene un poco de melodía y algunas notas. A partir de ahí salió ese otro sentimiento. Siempre tenemos la música hecha y sabemos a dónde queremos ir: la voz es lo último, o una de las últimas partes de la canción que se añaden. Y creo que la interpretación vocal de Georgia, que es muy poderosa, llevó el sentimiento a otro nivel: hizo la canción un millón de veces mejor de lo que era.

¿Hasta qué punto dejáis entrar los accidentes en las canciones?
Depende. Yo en general estoy muy abierto. Cuando estamos ensayando los tres suelo equivocarme todo el rato. Puedo estar tres o cuatro horas cometiendo errores: para eso se practica. Estás ahí para mejorar. Y te sientes seguro ensayando con tu grupo, que es como tu familia. Pero si estás grabando y te equivocas por accidente, entonces está mal. Así que hay buenos accidentes y los hay malos.

En España, y estoy seguro de que en casi todas partes, sois un grupo especialmente querido y respetado tanto por el público como por la crítica también, lo cual no es tan habitual. ¿Cómo os hace sentir esto?
Es alucinante. E inesperado. Lo apreciamos profundamente. Nunca lo hemos dado por sentado, y valoramos en cada momento poder seguir haciendo lo que hacemos. Que a la gente le guste lo que hacemos es un regalo. Es genial, significa mucho.

Tuve la oportunidad de veros en el último Primavera Sound. El concierto fue magnífico. Me pregunto cómo elegís a estas alturas, con tantas canciones, el repertorio.
Dios… Bueno, cada concierto y cada set-list es diferente. Hacemos el listado de canciones a primera hora de la tarde, normalmente después de la prueba de sonido, pensando en lo que queremos tocar esa noche. Creo que en el caso del Primavera quizá lo hicimos unos pocos días antes, por la logística que supone tocar en un festival y para asegurarnos de que nos traíamos el equipo adecuado. Pero voy a usar de nuevo la palabra “espontáneo”. Cada vez es diferente. Seguimos tocando muchas de nuestras canciones más viejas. Puede que no las toquemos de modo correcto, pero las seguimos queriendo mucho.

Venís de nuevo a tocar a España, esta vez en salas. ¿Qué podemos esperar?
¡No lo sé, queda mucho! Esperemos que haya canciones nuevas y antiguas. Con suerte, las tocaremos correctamente, pero no lo puedo garantizar (risas).

 

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