La compositora afincada en Madrid ha contado esta vez con Joan Delgado, batería de Cala Vento, para grabar su nuevo trabajo. En palabras de la salmantina es un disco “más producido” en el que castellano e inglés coexisten en melodías certeras que, como no podía ser de otro modo, remiten al indie y el emo de los noventa y primeros dos mil. Lo edita en Japón Inpartmaint Inc, Big Scary Monsters en Reino Unido y Europa y Counter Intuitive en USA y Canadá. En España sale con Montgrí, el sello creado por Aleix y Joan de Cala Vento. La compositora me cuenta detalles en una agradable conversación en la plaza de Malasaña.
Tu primer LP “Just Calm Down” (La Castanya, 19) salió hace tres años y fue muy bien recibido. ¿Cómo encaraste éste?
Yo ya tenía en mente que quería hacer otro disco sí o sí, porque al final el primero salió en 2019, hace ya tres años. Y la verdad es que no encontraba el momento de ponerme a componerlo, porque tenía mucho curro. Pero de repente llegó la pandemia. Tuve como seis meses para ponerme a saco con ideas que ya tenía y a pre-producirlo en mi casa. Tengo un estudio doméstico pequeñito, muy humilde, y me puse a tope con ello. Así es como me lo planteé. De ahí, al estudio.
¿Te gusta o se te da bien lo de grabar en casa?
Sí, me flipa, la verdad. Te pones en el ordenador, y de repente todo va saliendo. Al final es mi proyecto personal, no es como la gente que se junta en un local y de repente el bajista hace no sé qué, el segundo guitarra hace otra cosa…Puedo ir haciendo capas y acabo montando un disco entero.
¿Te ocupas tú también los patrones de las baterías?
Sí, sí. Normalmente los voy “pintando” en MIDI. Luego, a la hora de grabarlos se tocan de verdad, pero a la hora de pre-producirlos las compongo yo.
“Lo que acaba saliendo cuando compongo es lo que escuché de adolescente”
Me ha dado la impresión de que hay bastantes canciones más en castellano. En una de ellas, “Honey”, combinas ambos idiomas. ¿Lo ves como una progresión natural?
No quiero decírtelo mal: creo que hay cinco en castellano, cuatro en inglés y una, mitad y mitad. Lo he planteado según la manera en que me han ido saliendo las letras. En ningún momento me he parado a decidir si quería que una canción fuese en castellano o en inglés, sino que a medida que me han ido saliendo las canciones, ésta me salía en inglés y ésta en castellano. No ha habido ningún momento de toma de decisión de “quiero hacer una cosa u otra”. Ha salido tal cual.
El segundo single es “Rivers Cuomo” (cantante y compositor de Weezer). ¿Qué historia hay detrás?
Es, simplemente, que un día estaba tratando de sacar una idea y no me salía nada. Varios días antes había leído una entrevista que él había dado para un diario online chileno, me parece, en la cual le preguntaban cuál era su proceso de composición ahora mismo después de haber hecho tantos discos. Le preguntaban si era complicado que le salieran ideas frescas. Y él decía que se había montado un archivo -porque el tío es informático también- donde iba apuntando frases pegadizas que se le iban ocurriendo, melodías, ruedas de acordes y armonías. No sé de qué manera, había hecho una fórmula para juntar cosas que casaran bien juntas. Y cada vez que necesita hacer una canción, se mete en su Excel infinito y le sale algo más o menos hecho. Supongo que a partir de ahí tendrá que retocar mil cosas…yo leí eso justo en un momento en que estaba falta de inspiración, y dije: “Bueno, pues voy a escribir una canción precisamente sobre esto”. De ahí salió.
¿Te llegó a preocupar lo de la falta de inspiración?
No, qué va. Todos tenemos días buenos y malos. Nunca me he preocupado por eso.
¿Y eres muy fan de Weezer?
Soy bastante fan, sí. Me mola mucho el “Blue Album”…y también me molan los discos más nuevos. La gente los critica un montón. Pero no van a estar haciendo discazos toda su vida. Y creo que los discos nuevos de Weezer son mucho mejores que otros discos antiguos de otras bandas súper veneradas.
Me ha parecido también que los temas nuevos son un poco más largos, que tienen más desarrollo.
Puede ser, sí. Sobre todo, están más pre-producidas y producidas. Hay más chicha, desde luego. Son más complejas. En cuanto a arreglos. Piensa que tuve todo el confinamiento para inventarme todas las armonías del mundo, todos los arreglos de guitarra, repensar las estructuras… Es un disco más elaborado.
¿Entonces, las referencias que manejabas esta vez eran distintas?
En mi caso, no sé si le pasa a todo el mundo, las referencias no suelen cambiar mucho. Sí que es verdad que depende de la época de mi vida he ido escuchando un tipo de música u otra, pero cuando me siento a escribir canciones siempre me sale más o menos el mismo género, el mismo estilo. No sé por qué.
¿La grabación en el estudio fue muy diferente a la del primero?
Lo grabé en el mismo sitio: Ultra Marinos Costa Brava, con Santi García, en Girona. Pero el proceso fue un poco diferente, porque como estuve en casa mucho tiempo pre-produciendo, sólo me faltaba básicamente alguien que grabase la batería en condiciones. Yo soy batería (Elena toca en el proyecto urbano Rojuu), pero no considero que esté a la altura de lo que quería conseguir en este disco.
“Me gustaría que la gente se escuchase el disco entero, para eso he estado pensando mil horas en el orden”
¿Podrías haber grabado las baterías tú también?
Sí, pero ¿habría conseguido el resultado que quería? Creo que no. Quería alguien mejor. Entonces, al final me fui al estudio con Joan de Cala Vento. Estuvimos unas semanas antes en el local de ensayo dándole caña. Yo había compuesto las baterías en el ordenador, pero al llevarlas a la realidad las cosas cambian y surgen ideas. Grabamos el disco mano a mano y Santi metió alguna idea: los bajos yo los llevaba compuestos, pero él aportó en ese sentido también. Y así salió todo.
¿Cuánto tiempo?
Bastante, la verdad. No fue una grabación de seguido, fueron tres sesiones en Ultra Marinos y otra en el estudio de Montgrí que se acaban de montar en Flassá, un pueblo de Girona, a donde fui a grabar las voces de tres o cuatro canciones. Unos veinte, veintidós días en total.
Hablando de Joan, el batería: en el disco hay una colaboración con Cala Vento en un tema, “Paranormal”.
Fue una cosa bastante improvisada, porque en ningún momento se habló de que ninguno de ellos fueran a cantar en ninguna de mis canciones. Pero coincidió que el día en que yo grababa las voces de esa canción Joan estaba -porque grabó las baterías-, pero también vino Aleix a visitarnos. Realmente no sé de quién fue la idea, pero dijimos: ¿Por qué la mitad del puente no lo cantáis vosotros? Es la letra que se repite dos veces. Se animaron, y salió así. Es una colaboración breve, pero le da un poco de vida a la canción y creo que mola.
Aunque ya me has dado bastantes pistas, me pregunto cómo acabas montando las canciones para tocarlas en directo.
Bueno, al local voy a ensayar sólo para los conciertos, con la banda que llevo en directo. Aparte de eso, el local no lo piso ni para componer ni nada. Lo hago todo en mi casa. Me van saliendo ideas con la guitarra y las grabo con el móvil. De hecho, hace mucho que no ensayo…el último concierto creo que fue en octubre o noviembre. Como no ha habido más conciertos, no he vuelto a ensayar (risas). Pero en casa no paro de tocar. Me pongo los monitores, y me apaño: no tengo ningún problema.
O sea, que las terminas de montar en el estudio. Ensayando justo antes de entrar.
En el caso de este disco sí que tuve que ensayar las baterías con Joan, para llevarlas del ordenador a la realidad. Y luego en el estudio se vuelve a grabar todo. Excepto alguna voz que me he grabado en casa, porque eso es más sencillo, todo se vuelve a grabar en el estudio.
El título es un poco misterioso. ¿De dónde sale?
Me comí la olla un montón, porque me atasqué mucho a la hora de buscarlo. Esta palabra un poco inventada surgió por toda la dualidad que engloba. Es el segundo, prácticamente la mitad está en inglés y la mitad en castellano, y luego un poco la línea temática de todas las letras va en torno a la indecisión, al bien y el mal, a la duda de ¿qué hago, A o B? Es un poco todo eso, porque es algo que a mí me ralla mucho en mi vida personal: la toma de decisiones. Y como este hilo argumental recorre el disco entero, al final se quedó este título, que creo que le va bien. Es una palabra inventada: existe “dupla” pero “duplo” no se usa. Ésa es la historia.
Hablando de canciones concretas, la melodía de voz de “Belong” me ha recordado mucho a The Lemonheads.
Pues no los he escuchado nunca…
Suele pasar.
Pero a mí esa canción, cuando la grabé, me sonaba muchísimo a Green Day. Por la melodía del estribillo, no sé por qué.
Las melodías de voz son probablemente lo que más destaca de tus temas. ¿Tienes una facilidad intuitiva para hacerlas?
Sí, cien por cien. Creo que es, de hecho, la única cosa a la que no le doy ninguna vuelta. A las guitarras y a todo lo demás les doy mil vueltas, pero la melodía de voz es de lo primero que me sale al tener una idea, y tal cual me sale, así se queda. No es algo que varíe mucho del minuto uno al dos mil (risas).
En “El máximo solar” se plasma bien ese contraste deliberado entre la energía de las guitarras y la delicadeza de las melodías vocales.
Esa canción la terminé en el estudio, no la iba a grabar, porque no tenía ni letra ni nada. Escribí la letra más o menos in situ -lo cual me pone de los nervios (risas)-, pero sí, supongo que hay un poco de contraste.
“Me gusta todo lo que a la gente ahora le da un poco de vergüenza reconocer que le gusta”
Me pregunto si tus referencias no son tanto grupos de los noventa como música más actual. ¿O todo te puede inspirar?
Yo creo que lo que acaba saliendo a la luz cuando compongo una canción es lo que escuché de adolescente. Y creo que eso ya no lo voy a poder cambiar nunca. Todos estos grupos noventeros como pueden ser Weezer, Pavement… todo este rollo del indie rock americano. Y luego, grupos de los dos miles como Green Day, Blink 182, Sum 41, The Offspring, My Chemical Romance. Todo esto que a la gente ahora parece que le da un poco de vergüenza reconocer que escucha, pues a mí no.
Es curioso, pero es un estilo que parece reinventarse: siempre están saliendo nuevos artistas.
De hecho, de hace un par de años para acá ha habido un revival raro dentro del mainstream recuperando este género, pero trasladándolo a lo puramente comercial. Por ejemplo, Aitana sacó un disco de guitarras que parecía emular un poco la estética Avril Lavigne y todo esto, y más grupos también lo han hecho. Supongo que es algo un poco pendular, de tendencias, que me parce bien. Imagino que los productores dicen: “Venga, vamos a intentar esto”, y de repente funciona.
Mi canción preferida del disco es “The House”, la última.
La dejé para el final porque me parece muy buena canción para cerrar un disco, justo por cómo acaba, que son unos acordes abiertos súper tristes. Y en cuanto a la letra, en relación a lo que te contaba antes de la indecisión, esta canción va sobre la dependencia que tienes de los demás en tus propias decisiones. Cuando no te decides y le preguntas a cincuenta mil personas su opinión, y al final sigues en el mismo punto que antes (risas). Va un poco de eso.
Con el nuevo sello y la posibilidad de volver a tocar, ¿las expectativas que tienes han cambiado?
En relación al directo las expectativas son altas. Ya se está montando la gira, y tengo la suerte de que no sólo trabajo con Montgrí, sino que edito el disco con otros tres sellos internacionales. Hay un montón de gente brutal esforzándose por que salgan cosas. Para después del verano habrá una gira por España bastante extensa y por Europa, más extensa aún. Así que a tope. Después de la sequía…Voy con la banda de siempre, la que llevo hace unos tres años, Teresa y Tomás. Con la posibilidad de ampliar un poco el equipo, me lo estoy planteando. Para vacilar un poco más en directo (risas).
Porque si cantas no puedes tocar todos los arreglos de guitarra.
Claro, el disco está tan producido…hay muchas guitarras. Y esto no pasaba en el anterior. Hay una principal y un arreglo, un arpegio…Entonces, hay que tomar una decisión: o lo simplificas, que también está bien, o te tiras a la piscina y dices: vamos a intentar hacerlo todo.
Siguiendo con el directo, ¿cómo viviste el parón de la pandemia?
El parón fue una mierda, pero la vuelta a los escenarios también fue un poco mierda por lo de las sillas. Ser un grupo de rock y dar un concierto con la gente así…no es por la gente, hay que agradecerles que a pesar de estar sentados estuvieran animados, pero es muy frío. Yo personalmente no lo he vivido mal del todo -sé que ha habido gente que lo ha pasado mal-, a mí tampoco me ha afectado mucho.
Pero ahora mismo el directo es esencial en lo económico.
Es lo más importante. Yo, por ejemplo, licencio “Duplo” a cuatro sellos diferentes, y gran parte de los gastos relativos a su producción recaen en mí. La manera de recuperarlos no es vendiendo discos, es tocando.
Porque no se venden los suficientes…
Yo creo que en mi caso sí, y está guay, considerando cómo están hoy las ventas, pero no es algo con lo que te vayas a hacer rico nunca. Donde está el punto fuerte es en el directo. Gracias a Dios que cuando saco el disco ya podemos hacer vida normal otra vez, y en mi caso como si nada hubiese pasado. Me dan mucha lástima los grupos que lo sacaron durante la pandemia. ¿Qué vas a hacer? ¿No lo sacas, lo dejas ahí? Pues no, lo tienes que sacar. No lo puedes girar y es una mierda. A nivel mental supongo que ha sido duro.
Hablando de todo esto, ¿qué impresión tienes de cómo está el negocio de la música? ¿No es un poco paradójico que haya estas cifras de ventas?
Un poco en la música de nicho guitarrero -aunque no creo que Yawners sea música de nicho- sí que se venden. No sé si se vendían más en “la antigüedad”, porque yo no compraba discos cuando tenía diez años. Pero creo que la gente que lo quiere comprar, lo compra. Lo que sí ha cambiado mucho es lo efímero de las canciones. Tenía una conversación el otro día con un amigo que también toca en una banda, y decía que hay que sacar una canción cada seis meses. Y yo le respondía: “Tío, eso lo tendrás que hacer si te sale y si te apetece”. Porque si te pones la premisa de que lo tienes que hacer sí o sí, te va a salir algo raro forzado. En ese aspecto sí que me da un poco de pereza: lo efímero que es todo. Una canción dura una semana. Eso me da un poco de rabia, pero supongo que el mundo cambia, las industrias cambian, y a lo mejor hay que adaptarse un poco. Internet tiene todo que ver con ello: el contenido lo es todo, ya sea una foto, una canción o un vídeo, y la gente lo consume en tres segundos.
En tu caso, ¿te mola que la gente escuche el álbum entero?
Claro, claro. Para eso he estado yo pensando mil horas que el orden tenga sentido. No te digo que no vaya a sacar un single suelto -probablemente lo haga-, pero ya que sacas un disco que además es corto, de diez canciones…no es una cosa titánica de hacer, te lo escuchas y ya está. Además, son canciones muy llevaderas, no es un disco conceptual. A mí me gustaría que la gente se lo escuchase entero y en orden si es posible, porque luego le da al aleatorio y se escucha en el orden que le sale de las narices a Spotify (risas).
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