Un disco que cambió mi vida: Nirvana “In Utero” (1993)
(Jona) Nací en Astoria, una pequeña ciudad pesquera muy deprimida económicamente, en la costa de Oregón. Ver aparecer a una banda como Nirvana en Aberdeen, Washington, una población similar a la mía, y haciendo esa música revolucionaria cambió mi vida.
Un disco hipnótico: Steve Reich “Music For 18 Musicians” (1998)
(Jona) Habiendo vivido en Marfa (Texas), hogar del escultor Donald Judd, hemos tenido mucho contacto con el minimalismo americano en todas sus manifestaciones. Admiramos este disco, que nos enseñó que la simplicidad puede ser casi psicodélica. De hecho, la obra entera de Reich es música psico-acústica del desierto llevada al extremo.
Un disco muy emotivo: Weezer “Pinkerton” (1996)
(Claire) Weezer fue la primera banda de la que me enamoré. “Pinkerton” echó abajo las puertas de mi adolescencia. Es un disco de narcisismo crudo y de alienación radical. Habla al mismo tiempo sobre el deseo de ser querido y de temer que, en el fondo, puedes ser alguien muy cruel. Sigo sin poder escucharlo con otra gente porque es un disco muy emotivo para mí.
Un disco de punk: Descendents “Milo Goes To College” (1982)
(Jona) Si tuviese una máquina del tiempo no pediría ir a ver dinosaurios o comer pastelitos con Maria Antonieta. No pediría nada tan lejano sino que me gustaría plantarme en pleno centro de la escena punk de la Costa Este de Los Angeles a mediados de los ochenta para ver a Descendents en su mejor momento.
Un disco en francés: Brigitte Fontaine “Comme a la radio” (1971)
(Claire) Mi madre es francesa, así que crecí escuchando un montón de chanson (Brel, Piaf, Brassens). De ahí surge mi fijación por las letras en la composición. No fue hasta que escuché a Brigitte Fontaine que tomé conciencia de que la música popular francesa podía tener una sensibilidad punk. Fontaine es una referencia para mí y ahora mismo hemos acabado una versión de su tema “Le Goudron”.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.