Fuma sin parar y dice que ha engordado un poco y que hace un millón de años que no se corta el pelo. Se ha pasado dos años a la sombra (en casa, lejos del estudio y el escenario) y su aspecto es el de un tipo que ha jugado demasiados partidos. Viste una camisa azul y una chaqueta de lana viejísima. Está a años luz del crooner travieso de “Jacket Full Of Danger” (Rough Trade/Sinnamon 06) y dice que eso es porque su novia está ahí fuera, buscando algo para la cena y porque mañana volverá a casa y probablemente queden con otra pareja y todo eso.
"Antes sólo era un Elvis borracho y ahora es como si hubiera vuelto al anti-folk del principio" |
“Mi vida ha cambiado bastante”, asegura. Y no le falta razón, porque desde los quince años su vida había sido un subir y bajar de furgonetas primero (en la época de The Moldy Peaches) y de aviones después (no hubo paréntesis entre el suspenso del dúo con Kimya Dawson y el arranque de su carrera en solitario a un frenético ritmo de disco por año) hasta que los chicos de Rough Trade, su discográfica, le propusieron tomarse un descanso. “Me dijeron, tío, vete a casa y olvídate de esto un tiempo, no queremos nuevo disco de Adam Green en 2007, has pasado demasiado tiempo de gira. Sigue escribiendo y todo eso pero tómate tu tiempo”, recuerda. Así que eso es lo que hizo. Y por eso dice que “Sixes & Sevens”, álbum que toma su título del tema “Tumbling Dice” del “Exile On Main St.” de The Rolling Stones, “suena más a estudio”. ¿Qué hay del abandono de la pose crooner del anterior? “Oh, eso es algo que siempre estará ahí. Ya forma parte de mi música. Pero es cierto que en esta ocasión he dado un paso atrás, porque ‘Jacket Full of Danger’ (disco que describió como “lo que siempre había querido hacer y por fin he hecho”) era muy crooner y a la vez muy improvisado (“mis tres anteriores discos los había grabado casi como en directo, sin apenas producción”, dice) y ahora me apetecía probar otras cosas”. Y quizá por eso el disco tenga ese punto de “apuesta” que anuncia desde el título (“‘sixes & sevens’ es una expresión británica que tiene que ver con el juego, es como una apuesta pero que también quiere decir algo así como estado de confusión”, asegura): veinte temas de dos minutos (a lo sumo, tres) entre paredes de coros gospel, flautas peruanas (cuenta la leyenda que el jazz imprevisto de Don Cherry inspiró buena parte del álbum) y bajo la batuta del siempre efectivo David Campbell (arreglista en la sombra de Beck, Leonard Cohen y Cat Power, entre otros). Billete de ida y vuelta a Nashville mediante, el álbum pasa por raro rompecabezas, cruce de carreteras o suma de exóticas islas desiertas (se admite el juego del millón de diferencias entre, por ejemplo, el primer y segundo corte del disco, “Festival Song” y “Tropical Island”). “Cada canción es un mundo para mí. Nunca escribo pensando que formaran parte de un disco. Y en este caso, el hecho de incluir tantas (admite que es una especie de vuelta a la época The Moldy Peaches), y teniendo en cuenta cómo está la cosa (a nivel de descargas y demás) me hace pensar en que la gente escogerá su propio disco. Luego es cierto que sí forman parte de un todo e incluso los temas más extraños (“That Sounds Like A Ponny”, por ejemplo) son necesarios para entender lo que hice el año pasado”. Y lo que hizo el año pasado fue escuchar a Ray Charles, ¿a qué sí? Pestañea y dice “no, no, lo que pasa es cada vez que hago un disco pienso que va a ser el último”. ¿En serio? “En serio. Estamos en una especie de transición tecnológica y todo ese rollo. Pero puedo decirte que me siento afortunado cada día por no tener que trabajar en un McDonald’s, pero me pregunto cuánto durará esto”. Sigue fumando sin parar. Aplasta la colilla en un vaso de plástico y dice que, en todo caso, “Sixes & Sevens” es una bomba ultraproducida (el marciano “Drowning Head First”, corte payasil y circense, da fe de ello). “Antes sólo era un Elvis borracho (se refiere a “Jacket Full Of Danger”) y ahora es como si hubiera vuelto al anti-folk del principio y eso demuestra que sigo siendo libre. Soy libre. No hay reglas, la única es no utilizar la electrónica. De momento. Porque todavía no tengo ni idea, pero no hay más reglas. Vivo dentro de mi cabeza y en todas mis historias el héroe soy yo y me ligo a un montón de chicas y mi novia se pone celosa”. También dice que no se arrepiente de nada (bueno, quizá de haber bebido más de la cuenta durante una época) y que espera que Ellen Page gane el Oscar.
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