“En este disco he sido un poquito más cabroncete, visceral y realista”
EntrevistasXoel López

“En este disco he sido un poquito más cabroncete, visceral y realista”

Raúl Julián — 07-10-2023
Fotografía — Archivo

Aunque confirmado hace tiempo en primera línea del pop nacional, Xoel López mantiene intacta la ilusión. Quizá por eso “Caldo Espírito” (Esmerarte, 23) luzca tan imponente y sea uno de los discos con más fuerza emocional en toda la carrera del gallego.

Xoel López contesta al otro lado del teléfono con la intención de charlar media hora acerca de “Caldo Espírito”, el que es ya su quinto álbum de estudio bajo su propio nombre tras finiquitar aquella aventura llamada Deluxe que, de tanto en tanto, resucita para unos pocos conciertos. A pesar de que son las seis de la tarde y es la entrevista promocional con la que finalizará una tarea que comenzó a las diez de la mañana, el vocalista responde con energía, ilusión, soltura y amabilidad. Otro síntoma que prueba lo satisfecho que se encuentra el coruñés con este trabajo, tan exquisito en formas como, por momentos, impactante en el propio desenlace.

El sonido de este disco, “Caldo Espírito”, es imponente y a la vez impecable. Es un disco muy trabajado a nivel compositivo y rico en ese tipo matices que, efectivamente, puntualizan las canciones pero no las recargan ¿Qué tipo de disco querías hacer? ¿Qué aspecto querías que tuviera el álbum?
Ya hace tiempo que voy un poco sobre la marcha: me encuentro los discos. No lo preconcibo. A lo mejor cuando tenía veintipico tenía muy claro qué disco quería, la línea, en qué punto estaba... Pero ahora voy cocinando y echándole lo que me surja. Así todo el equipo nos vamos encontrando. Porque, aunque la esencia la tengo muy clara y las canciones son mías, me gusta mucho jugar con la producción, y ahí juego en equipo: esa es la parte más divertida y juguetona del proceso. Hay una especie de compleja simpleza en este disco. Hay una síntesis que da un resultado aparentemente sencillo, pero a la que a mí me costó mucho llegar. La producción no lleva muchos elementos, es bastante clara, ya que hubo un proceso de deshojar, de quitar, más que a veces de poner. Creo que incluso es el disco que mejor suena de los que he grabado. Me gusta especialmente cómo está mezclado por Lucas Piedra Cueva.

“Hace tiempo que voy sobre la marcha: me encuentro los discos”

¿Dirías que este disco tiene un componente especialmente poético? Es la sensación que me da, quizá por la calidez de tu voz o tu forma de cantar en muchas de las canciones. También aprecio en el disco algo de esa magia, misticismo o tradición tan gallega.
Sí, es probable. Las maquetas están grabadas en una aldea de cuatro casas de Ourense, en una casa de esas de piedra, rodeados de vacas y de caballos salvajes. Todo eso se cuela en las canciones. El disco tiene una parte poética y las letras tienen un peso importante, pero creo que se canalizan a través de la voz, como decías. La voz es el gran transmisor del disco, la que lleva el peso del mensaje. Está más alta que en otros discos, la canté desde otro lugar y fue el momento en el que más me emocioné de todo el proceso de grabación. Fue la conexión entre lo que tenía dentro y lo que quería sacar.

¿Qué dirías que hay en “Caldo Espírito” que no hay en ningún otro disco de Xoel López?
Son matices; no creo que haya un gran cambio ni un gran elemento diferenciador. Todo lo considero parte de mi camino y no considero que este disco rompa con nada. Es un paso más dentro de una forma de entender la vida. Siempre estoy probando cosas, incorporándolas, tratando de madurar en la vida y por lo tanto también musicalmente. En ese sentido, quizá sea un poco más crudo de lo habitual. Vivimos en un mundo tan de postureo, incluso superficial y hasta ñoño que, a veces, decir cuatro verdades, aunque duelan, sienta bien. Creo que yo también lo necesitaba. Tiene esa crudeza de la verdad que no queremos ver.

Un poco enlazando ¿Cuánto de autobiográfico hay en este disco o cómo de autobiográfico es este disco en comparación con el resto?
Yo creo que realmente todos mis discos son muy autobiográficos. Incluso cuando he tenido épocas de contar historias más narrativas y que parece que cuentan una historia, en realidad siempre estaba hablando un poco de mí. Creo que, en realidad, esto es un poco aplicable a todo el mundo. Lo que pasa que yo soy muy consciente y lo digo claramente.

Me gustaría comentar, brevemente pero de manera particular, alguna de las canciones del disco. Tengo que decirte que la canción que más me gusta del álbum es la que lo cierra, “Xiana”. Creo que es una de las canciones más bonitas que has escrito.
Desgranando el disco me doy un poco cuenta de que cada canción es un mundo, que tiene mil historias y es un disco con mucho peso en ese sentido. El primer tema, “Albatros”, es una declaración de intenciones y te coloca en el punto crítico, a nivel filosofía de vida, de lo que es este disco. Y no es casualidad que “Xiana” cierre el disco, porque transita la pérdida de cierta ingenuidad o la pérdida de cierto idealismo. En ese sentido, estoy más cerca de Lars Von Trier de lo que estuve nunca (Risas). Para lo que yo soy, he sido un poquito más cabroncete más visceral, más realista, más crudo. Xiana era el nombre que yo iba a tener, pero obviamente nací chico y de alguna manera me quedó como un nombre B. No sé si esta canción me habla a mí, a mi lado femenino, o a la persona que nunca fui, pero me sirvió de excusa para hablar del mundo. Es una canción que mata el idealismo y tiene que ver con la sociedad.

También me gusta especialmente “Elevarte Caer” junto a Marina y Teresa de Repion.
Yo creo que ahí hay una energía que hacía tiempo que no transitaba, volviendo a las guitarras, las baterías... Tiene que ver con cosas que yo hacía hace veinte años. El hecho de hacerlo con Marina y Teresa tiene que ver, precisamente, con recuperar alguna cosa que yo hacía a su edad. Conocí a Marina de una colaboración con Mikel Erentxun, y luego escuché una canción de su nuevo álbum y le escribí para decirle que me gustaría contar con su voz. Llamamos también a su hermana Teresa, que dobló las baterías que ya estaban grabadas, quedando así un tema con dos voces y dos baterías. Es un tema con mucha fuerza, hacía tiempo que no soltaba así los caballos.

Por su parte, “Esto no es amor” es una canción de desamor, de aspecto amable y sin aparente rencor, pero en realidad es una pieza muy poco velada en cuanto a esas sensaciones que genera el final de una relación. En realidad, hay bastante desamor flotando a lo largo y ancho de “Caldo Espírito”...
Creo que hay una idea equivocada de las relaciones. Le he vivido, pero también lo he visto alrededor, y he sentido la necesidad de contar, en base a mis propias experiencias y también a experiencias ajenas pero cercanas, esa idea de que a veces tenemos una idea equivocada de lo que es sano. Y si no es sano, no es amor. Yo lo veo así y yo mismo me he equivocado muchas veces. Quería reafirmarme y decírmelo... y decírselo al mundo. Por eso esa idea aparece varias veces en el disco, si bien en esta canción es muy explícita: eso que parece amor, no lo es. A lo largo de todo el disco transita la idea de que, a veces, las cosas no son lo que parecen.

“A lo largo de todo el disco transita la idea de que, a veces, las cosas no son lo que parecen”

¿Cómo gestionas el tema de las influencias? Me refiero a lo que te gusta, lo que admiras y lo que te emociona, a la hora de crear tu propia música.
Yo empiezo componiendo desde un lugar mucho más abstracto, mucho más emocional, casi terapéutico. Ahí escribo la canción y sobre todo la letra. Ahí no tengo referencias. Ahí soy lo que siento. No pienso ‘Voy a ponerle palabras como haría Machado o Van Morrison’. Simplemente fluye. Sale como un volcán o como un vómito que no puedo controlar, es como un caballo salvaje. Después, y una vez que tengo la canción con la esencia o la base, sí que pongo más cabeza en la producción y me divierto metiendo elementos. Es la parte juguetona, traviesa o experimental, que me tomo más como un juego y disfruto como un niño. Es ahí donde conviven todos esos artistas dentro de mí, en diferentes roles, y es cuando aparecen para formar parte del producto final, aunque no lo piense, en forma de ocurrencias e ideas; pero no salen de corazón, salen de forma más objetiva. Soy muy melómano, escucho de todo y desde muy pequeño, y sigo descubriendo bandas e investigando constantemente. Nunca he conseguido hacer una canción desde el punto de vista más cerebral. Sólo sé hacer canciones de forma visceral, pero luego sí que puedo arreglarlas con más cabeza.

Apareciste definitivamente en plano a comienzo de los dosmiles con Deluxe (y tras militar en Elephant Band), cogiendo el testigo de todos aquellos grupos de los noventa que crearon escena, cambiaron gustos y abrieron camino ¿Cómo recuerdas aquel escenario 2.0 en el que iniciaste tu andadura?
Yo viví en primera persona la profesionalización del undergorund y la cultura más independiente en España. Pasamos de leer fanzines y tocar en salas y pequeños festivales que empezaban y eran más para melómanos y frikis (en el mejor de los sentidos) a, de repente, ver cómo aquello se convertía en algo de interés más general. Es verdad que me vino Dios a ver, porque eso me permitió dedicarme a la música y vivir de ello. Y lógicamente aproveché la ola y fui por ahí, pero mi idea era hacer canciones que me gustasen a mí y mi entorno. Es verdad que cuando yo empecé e iba a ver a Sex Museum, Dr. Explosion o Los Planetas, etc. y lo veía como algo que no daba de comer, que era un sueño que no iba a pasar. Pero, por suerte, me pilló esa ola y viví el cambio hacia una profesionalización. En general, recuerdo que sonábamos peor, tocábamos peor, teníamos peores instrumentos... todos eremos muy melómanos, pero un poco amateurs. Ahora en todos los campos de la música (técnicos, productores, mezcladores...) hay gente muy buena. Eso sí, había mucha ilusión y ganas, mientras que ahora veo a la gente como más seria, a veces hasta demasiado. Y se les nota, hasta en la forma de encarar su propia carrera, que quieren ganar dinero. Tienen una idea muy mercantilista de su propio proyecto. Yo en ningún caso barajaba la opción de dejar la música o dejar de componer si no me iba bien. Nosotros, en ese sentido, éramos más románticos. Pero todo tiene sus pros y sus contras, y me quedo con que las infraestructuras han mejorado.

“Los jóvenes mueren antes de tiempo” (Mushroom Pillow, 05) fue tu primer disco íntegramente en castellano, todavía como Deluxe ¿Cómo percibes ahora aquel disco? ¿Dirías que fue un poco el principio de todo lo que vino después bajo tu propio nombre? Fíjate que “Albatros”, la primera canción de este disco, me hubiera encajado en ese álbum.
No lo había pensado y yo creo que lo dices porque la voz es un poco más grave, que también aparece así en “Los jóvenes mueren antes de tiempo”, más ochentera. Y, sobre todo, por los tonos menores, que es algo que también aparece en ese disco y es muy de los ochenta y de grupos como Depeche Mode, aunque no era mi intención que confluyesen en ese lugar común, pero todo es parte de mi imaginario actual y a veces revisito cosas sin darme cuenta. Ese fue un disco más de transición, un disco menor que me sirvió para llegar al siguiente. Para mí, el principio real, el que marcó el resto de mi carrera, fue el siguiente: “Fin de un viaje infinito” (Virgin, 07). Ese disco y “Reconstrucción” (Virgin, 08) aguantan muy bien el paso del tiempo.

Hay una teoría que dice que hay un antes y un después de que fueses a vivir a Argentina (en torno a 2008, creo), y que aquello marcó un punto de inflexión en tu forma de crear música.
Fue la última gran metamorfosis, sí. Date cuenta de que, al romper con un proyecto, ya te liberas muchísimo. Además, me fui a otro continente a vivir: eso ya es como... carta blanca. Y luego también todo lo que supuso vivir en otro sitio: conocer otras culturas, otras músicas, otros paisajes... Y la libertad de no sentirse observado. El artista convive mucho con esa mirada continua y gracias a esa liberación crecí artísticamente, en los dos primeros años de mi cinco de mi estancia allí, lo que no hubiera crecido aquí en diez. Ahí amplié mucho el abanico y la paleta. Y hasta ahora. Abrí el melón que me llevó a lo que soy ahora.

Y, precisamente, ¿ahora qué? Me refiero a que eres uno de los artistas españoles con más tirón y que, obviamente, ya no tienes nada que demostrar ¿Cómo se afronta, desde esa posición, la salida de un nuevo disco?
No tengo grandes expectativas en cuanto a que no pretendo crecer mucho más de donde estoy. Estoy en lo que podría ser mi techo, o con lo que yo me siento cómodo. No sé si me gustaría tener, por ejemplo, el triple de público del que tengo (Risas). Ya he puesto alguna vez límites a mi carrera en mi vida y ahora estoy cómodo, estoy en un momento muy dulce, Me siento a gusto, en una edad que es muy bonita, con madurez suficiente pero todavía relativamente joven para muchas cosas. Es un momento dulce para disfrutar a todos los sentidos. A nivel vital, pero también y por supuesto, como músico. Creo que viene una temporada bonita.

 

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