Tan inclasificable como siempre, servidor se siente cada vez más cómodo definiéndolo como blues mediterráneo, dejando para más adelante intentar definir qué narices significa eso. Porque Xarim tiene el aura del blues – y además nos confiesa en esta entrevista que tiene varios discos de género grabados pero que no se atreve a publicar por pudor– y es mediterráneo a más no poder. Abrazando puntualmente la canción de autor, el folk catalán o incluso elementos más tradicionales como la habanera. Xarim es un genio. Y como tal está loco. Y yo lo quiero así. Porque su locura se transforma en canciones y esas canciones son muy buenas. Además sirven de excusa para muy buenas charlas. Esta es una de ellas.
Nos conocemos desde hace mucho, pero durante todo este tiempo no has conseguido quitarte la etiqueta de Dylan en catalán. Y ya sabes lo que a mí me gusta Dylan.
Sí, la verdad es que llegué a estar un poco harto del tema, porque es un poco ofensivo incluso. Yo no es que sea muy dylanita, o mejor digamos que me gustan más otros músicos, pero lo que no es discutible es que Dylan es Dios, y yo no puedo ser Dios, tío. Es demasiada responsabilidad [risas].
Tampoco negarás que tu fraseo muchas veces…
Ahora que lo dices, quizá, pero es que no sé cantar de otra forma, si es que sé cantar de alguna. También te digo que, en este disco, he querido hacer un homenaje real o una coña, según se mire con “Des d’aquí veig ca teu”, que es puro Dylan. Un tema que no iba a entrar en el disco y que grabé en acústico, pero luego le encontramos ese rollo y a la gente le encanta.
"Las palabras mueven montañas, incluso si no tienen tono"
Eso sí, con “La barca” inicias un tema profundo y que en teoría marcaría el tono del disco, aunque luego las cosas cambian.
Es existencialista, sobre tomar conciencia de lo que somos. Su fraseo, ya que hablábamos antes, no es sensible, pero es un tema muy emocional. Y lo de marcar la línea del disco, no lo creo. Fíjate que yo la iba a poner la última [risas]. A veces esas cosas se hacen de forma inconsciente. No acababa de encontrarme cómodo con ninguna canción al principio y, al final, puse esa.
Luego, “Mai més” es como más volátil. Siempre dicen que la segunda canción es el hit o la que marca el tono.
Pues fíjate, un día hablaba con Josele Santiago sobre el último disco de Los Enemigos y me decía “Tío, me han dicho que este disco es más guitarrero porque he puesto una canción cañera al empezar, pero el anterior era igual solo que la cañera estaba la cuarta” [risas]. A veces no pensamos tanto y otras piensas demasiado.
Tú eres de pensar mucho, Xarim.
Sí, yo soy de los de esos, pero igual no en esos temas. Yo le doy muchas vueltas a algunas cosas. Como el poder de la palabra. Fíjate lo poderosa que es, y si hay música detrás aún más. Las palabras mueven montañas, incluso si no tienen tono. La palabra es la cultura, prácticamente De ella nace la capacidad de convertir algo en otra cosa, y eso es magia. Porque no puedes esconderte de lo que te hace sentir una palabra y, en consecuencia, no puedes esconderte de lo que te hace sentir una canción. No hay huida. Te deja la mujer y oyes algo y te derrumbas. Porque al final estamos hechos de agua. Y fíjate, que nos dicen que el agua no tiene gusto ni color, pero no hay nada con más gustos y colores que el agua. Para cada persona tiene uno diferente. Nuestro ser se manifiesta a través del agua que es nuestra composición. Esa es la experiencia del ser. La música tiene la capacidad de cambiar el agua a un nivel molecular. Lo dicen los físicos, no yo. Es alucinante. Así me di cuenta de que cuando estaba cantando, realmente estaba haciendo un conjuro. Aunque no lo supiera. Y eterno, porque los astrofísicos no saben cuándo se acaba el sonido, realmente. Incluso algunos dicen que va por el universo hasta convertirse en una estrella.
Me has llevado al huerto. Cómo te gustan estos temas...
Es que no sabemos nada, realmente y eso repercute en mi música. En serio. No tenemos ni idea de si hay otras dimensiones. No hay diferencia entre el mundo físico y el intangible, pero en cambio sí tenemos claro el poder de la palabra.
¿De verdad pasa todo eso por tu cabeza cuando haces una canción?
Qué va, tío. El arte es otra cosa. Los músicos tenemos que pensar en clave artística y dejarnos llevar. Creo que empezar a hacer una canción habiendo trazado antes su camino es un error. Ahora me doy más tiempo para observar las cosas. Antes tenía un impulso muy fuerte que me llevaba a no querer mirar atrás. Ahora lo hago para aprender.
“Un idioma nou”, la canción que da el título al disco, es sobre las nuevas tecnologías y en espacial la inteligencia artificial. Eso da para otro debate.
¿Sólo para uno? [risas]. Gastamos demasiada energía en intentar comunicarnos con las máquinas y entenderlas que en comunicarnos entre los humanos, aunque sea a través de ellas, que no es lo mismo. La máquina nunca va a llegar a tener un componente de humanidad, afortunadamente, y eso me consuela. Pero sí hay un idioma nuevo al que nos hemos de adaptar. La gente está perdidísima con esto. No nos conocemos y tenemos un lío mental de cojones. Tenemos que lograr gestionarnos y volver a nuestros sitios.
Yo reconozco que, a pesar de ser mi lengua, me cuesta la música en catalán aunque hay discos que me encantan como lo último de Ricky Gil con Biscuit. ¿Para ti es un limitador a la hora de salir fuera?
Debería serlo, pero no lo es. La gente lo recibe bien, por ejemplo en Madrid. Más me cuesta a mí, que creo que no me gusta ningún disco en catalán, ni siquiera los míos. Peor es que cuando cantaba en inglés tampoco me veía, así que serán cosas mías.
No me creo que no te guste ningún disco en catalán.
No, he exagerado. Es cierto. De hecho hay bastantes cosas que me gustan. Me encanta Sergi Estella y lo que hace. Es un crack el tío. O La Ludwig Band que son muy majos. Soy un bocazas [risas].
Para acabar, me has dicho antes de poner la grabadora en marcha que este disco es de cocción lenta incluso para el oyente. ¿Te gustan los discos así? Imagino que tus favoritos seránd e ese tipo.
¿Ves cómo soy un bocazas? Igual mi disco favorito es “L.A.Woman” de The Doors y te puedo asegurar que me entró a la primera. Fue una locura la primera vez que lo oí [risas].
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