"Desde hace tiempo, vivo al día"
EntrevistasWilko Johnson

"Desde hace tiempo, vivo al día"

Toni Castarnado — 19-01-2016
Fotografía — Leif Laaksonen

Wilko Johnson ha sido noticia en diversas ocasiones en los dos últimos años, justo desde que le detectaron un cáncer de páncreas. Su milagrosa recuperación, el disco que grabó junto a Roger Daltrey “Going Back Home” y finalmente, el documental “The Ecstasy of Wilko Johnson” dirigido por Julien Temple y que tan buena acogida ha tenido, ha sido la guinda.

A finales de este mes una de las almas de Dr. Feelgood estará actuando en Barcelona dentro del ciclo Pequeños Grandes Momentos 1906 y el 28 de abril en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia-San Sebastián.

Hola Wilko, ¿Qué tal? ¿Dónde estás ahora?
Estoy en casa. Y hoy me siento muy bien, gracias.

En pocos días protagonizas una nueva gira. ¿Cómo te sientes ante el hecho de salir de nuevo a tocar a un escenario?
Desde hace tiempo, vivo al día. Todavía estoy aquí, haciendo cosas. Y eso es bueno. También es muy extraño, pues he estado muy enfermo, y las sensaciones son muy particulares. Desde hace tres meses me encuentro bien.

Pudimos ver hace poco el documental “The Ecstasy of Wilko Johnson” dirigido por Julien Temple. ¿Qué me puedes explicar acerca de como se planteo este proyecto?
Sigue siendo todo muy extraño, muy confuso, el documental también lo fue. Tuve una primera experiencia con Julien Temple en “Oil City Confidential”. No nos conocíamos antes, y cuando nos encontramos, fue fantástico. Me encantaban sus ideas, congeniamos enseguida. Con este nuevo documental fue diferente: me iba a morir pronto.

"Cuando paseaba por la calle la gente se paraba y se ponía a llorar, me besaban las manos".

Entonces, fue difícil para ti prepararte para esta aventura.
Los doctores estaban tomando decisiones, yo también lo hacía, estábamos en un mar de dudas. Y mientras tanto yo intentaba explicar mi historia para un documental. Había muchas emociones palpables, supongo que eso se transmite.

“The Ecstasy of Wilko Johnson” nos permite descubrir aspectos tuyos que desconocíamos, por ejemplo tu pasión por la astronomía y por la literatura.
Si, y no me importa que se sepa, forma parte de mi. Tengo interés por muchas cosas, soy inquieto, siempre lo he sido, y cuando te das cuenta que te queda poco tiempo de vida, aún te apremia más la curiosidad por lo desconocido. Quieres aprovechar tu último viaje.

Cuando ves el documental, te entras ganas de ir a Canvey Island.
Es un lugar especial para vivir. Para mi es extraño profundizar en esto, muchos recuerdos en mi memoria. Era joven y crecí aquí, siempre tengo la imagen de esos campos abiertos, el silencio y el misterio de ese sitio. No ha mucha gente aquí viviendo, eso lo convierte en un lugar distintivo. Ahora es más moderno que antes, pero sigue teniendo encanto.

El disco que grabaste con Roger Daltrey, “Goung Back Home” tenía unas connotaciones especiales. ¿Cómo lo ves ahora con la perspectiva que da el paso el tiempo?
Llevábamos mucho tiempo hablando de hacer este disco, al menos doce años, pero nunca encontrábamos el momento. Bueno, yo sí, pero él no tanto, siempre está ocupado (risas). Siempre decíamos, ahora sí, ahora sí, pero no había manera. Cuando me notificaron que tenía cáncer, y Roger se enteró al cabo de un tiempo, vino enseguida a verme y a hablar conmigo. Quería hacer ese disco como fuera. Había que hacerlo rápido, algo a lo que Roger ahora no está acostumbrado, pero se puso las pilas. En teoría me quedaban dos meses de vida antes de morir. Él lo movió todo e invitó a quien creía necesario. Iba a ser la última cosa que iba a hacer en vida. Probablemente el disco se publicaría y yo no podría verlo.

¿Y quedaste satisfecho con el resultado? Finalmente fuiste testigo de todo lo que sucedió tras la publicación, supongo que tuvo que ser emocionante para ti.
Me habían dado diez meses de vida, y cuando empezamos a grabar ya iba por el onceavo, ¡ya debería estar muerto! Honestamente, nunca imaginé todo lo bueno que me reportó esa experiencia. Fue disco de oro, y la gente le encantó.

También a tus fieles en Japón. Viajar allí, visitar los templos al principio de tu enfermedad tuvo que ser revelador para ti.
No fui a Japón hasta 1994. Adoro a la gente de allí y sus costumbres, su forma de vida. Descubrí que tenía a muchos seguidores, me sorprendió. Coger un avión y saber que me dirijo a Japón me hace sentir bien. En verano iré a algún festival.

Volviendo al documental, hay un momento muy bonito cuando tocas “Johnny B. Goode” de Chuck Berry y toda la gente la canta despidiéndose de ti.
Es alucinante. Cuando paseaba por la calle la gente se paraba y se ponía a llorar, me besaban las manos. Sólo tengo palabras de agradecimiento.

¿Te planteas escribir nuevas canciones y entrar otra vez a un estudio de grabación?
Cuando piensas que te vas a morir, el planteamiento de tu vida es distinto. Quieres llevar una vida más tranquila y no complicarte las cosas. Y a veces piensas que esto se puede alargar y entonces te proyectas. Vuelves a pensar que existe un mundo real. Y pienso, ¿por qué no volver a cantar canciones nuevas?

Vivir cerca del mar te debe dar paz, seguro que te ha ayudado en este proceso.
Así es, durante un año toda tu vida se te viene encima, los recuerdos tanto los buenos como los malos. Y sí, miras al mar y te das cuentas de que siguen pasando cosas. Sé que nunca volveré a ser joven, y que esto no se para, la rueda sigue dando vueltas.

Supongo que en esta gira inminente volverás a contar con el mismo equipo, se desprende que son como tu familia.
Tengo suerte de estar muy bien acompañado, me siento arropado y seguro con ellos.

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