Podremos, además, disfrutar de este nuevo repertorio en su gira española, que se llevará a cabo en mayo. El grupo pasará por Barcelona (13 mayo, La [2] de Apolo), Santiago de Compostela (16 mayo, Sala Capitol) y Madrid (18 mayo, Sala Mon Live). Puedes adquirir las entradas al final de esta entrevista.
Sin sacar los pies del tiesto demasiado y siendo fieles a ese nuevo sonido post-punk que irrumpió en la escena indie de principios de la década pasada, el trío londinense White Lies continúa explorando los reversos y las aristas de una estela que, lejos de sentirse conformista, ha decidido incluso abrir los principios de su narrativa e integrar en ésta una pátina de sinceridad liberadora que les reconecta directamente con su público. Con más de una década a sus espaldas, el conjunto de Ealing formado por Harry McVeigh, Charles Cave y Jack Lawrence-Brown, ha encontrado en su sexto trabajo de estudio los útiles necesarios para hablar de la vulnerabilidad humana y de cómo hemos ganado licitud a la hora de expresar nuestras inquietudes más ocultas y perniciosas, y de paso refrescar el mejor aroma que los británicos dejaron en su día con algunas de sus primeras aportaciones, como pudieron ser “Big TV” o “To Lose My Life…”.
"Este álbum nos recuerda y nos recordará para siempre a la pandemia"
Ahora, y más de diez años después de su irrupción en el panorama con una propuesta revival que a día de hoy continúa siendo atractiva, nos entregan “As I Try Not To Fall Apart”(PIAS, 22), un álbum que alterna pasajes de luz y oscuridad donde no pierden ocasión en rascar en sus raíces para acercarnos a esa mirada desilusionada y frustrada con respecto al futuro y sus desalentadores progresos. Este sexto álbum permitirá que podamos disfrutar del trío londinense dentro de su tour europeo, y con motivo de ello, el líder y vocalista de White Lies, Harry McVeigh, ha querido contarnos algunas de las claves de este nuevo trabajo.
Primer mes de vida de vuestro sexto álbum de estudio, ¿qué tal lo estáis viendo?
Está yendo todo muy bien, la verdad. Siempre que sacamos un álbum nuevo todo es un tanto extraño para mí, porque no tengo ningún tipo de red social en la que pueda contrastar el feedback de la gente, así que tengo que esperar generalmente a que lleguen las giras para poder comprobar qué canciones funcionan mejor y cuáles son recibidas con más entusiasmo por el público. Así que te puedes imaginar las ganas que teníamos de arrancar este tour.
¿Qué me dices de las referencias que habéis manejado para este álbum?
Como siempre suele pasar con estas cosas, el proceso de composición fue tan extenso que abarcó mucha variedad musical en el trasfondo. Bowie siempre ha estado ahí, como una constante, por ejemplo, en ese funk blanco que se puede sentir en piezas como “Am I Really Going To Die?”. Pero si tuviéramos que citar un álbum que verdaderamente nos ha inspirado es el “Goat Head Soup” de los Rolling Stones. Cada canción de ese disco parece que pertenezca a un álbum distinto y eso es algo que nos flipa y que abiertamente quisimos replicar en este disco.
En “As I Try Not To Fall Apart” os lanzáis a hablar con mucha honestidad, ¿creéis que ésta es una habilidad sobrevenida en el tiempo?
No necesariamente. Creo que ahora nos preocupa menos el impacto que pueda acarrear el expresar nuestros verdaderos sentimientos. Pero lo cierto es que nosotros siempre hemos escrito canciones que abrazaban estos temas en anteriores trabajos, especialmente canciones que hablaban sobre la vida y la muerte, cosas malas que te suceden y en cómo lidiar con ellas. No es algo inédito en nuestro repertorio, aunque sin lugar a dudas podemos notar cómo la pandemia y el confinamiento han hecho mella en nuestra autoestima y eso irremediablemente se ve repercutido en lo que hacemos como banda. La pandemia nos ha empujado a que exploremos más que nunca esas cuestiones.
Si no hubiésemos vivido la pandemia, ¿el álbum hubiera sido el mismo?
No, en absoluto. Este álbum nos recuerda y nos recordará para siempre a la pandemia. Siempre que escuchamos uno de nuestros trabajos, su escucha nos lleva de vuelta al momento en el que lo escribimos, e irremediablemente éste nos transportará a aquellos días.
¿Por alguna razón, más allá de las obvias?
Bueno, el álbum lo escribimos entre Charles y yo de manera separada, cada uno desde nuestros domicilios y en pleno confinamiento, y está claro que cuando trabajas de manera individual los resultados son bastante diferentes a los que puedes obtener cuando trabajas en colectivo, y yo percibo mucho eso en este disco. Las canciones suenan muy diferentes unas de otras, y personalmente por eso pienso que este disco dista mucho de cualquier otra cosa que hayamos hecho antes, y eso es sin duda síntoma de la pandemia.
Pero en cierto modo sí miráis de vuelta a vuestras raíces con este álbum.
Sí, en algunas canciones desde luego. Algunas de ellas, como “I Don’t Want To Go To Mars” que me recuerda muchísimo a “Bigger Than Us”, por ejemplo, me han hecho sentir totalmente conectado con algunos de nuestros primeros trabajos y es muy agradable disfrutar de ese ligero aroma a nostalgia que en cierto modo nos recuerda quiénes somos como banda y cuál es nuestro verdadero estilo. Pero al mismo tiempo, como te decía, hemos intentado salirnos un poco de la tangente y hacer canciones que suenan a cosas que nunca antes habíamos hecho, como la propia canción homónima del disco, que es puramente electrónica y no contiene ningún tipo de elemento acústico u orgánico en ella.
¿Hay mucha nostalgia en vuestro trabajo?
No lo dudes… Todo hoy en día gira en torno a la nostalgia. De hecho, nos pusimos a componer y a armar las ideas de este álbum cuando volvimos de una pequeña gira que hicimos como conmemoración del décimo aniversario de nuestro primer álbum, así que no cabe duda de que estábamos sumidos en un estado muy nostálgico que se puede sentir en este disco. En general, formamos parte de una generación muy nostálgica, y nos gusta mucho regodearnos en ella. No te voy a mentir, a mí personalmente me encanta hacerlo.
"Con el tiempo nos hemos vuelto mejores músicos, y sobre todo hemos aprendido a no quedarnos estáticos"
En “I Don’t Want To Go To Mars” precisamente nos habláis de un hipotético futuro que no os convence demasiado.
Lanzamos la idea de lo que podría acabar pasando en el mundo cuando nos terminemos de cargar la Tierra y acabemos teniendo que colonizar otros planetas como plan alternativo, que es algo que suena como muy lógico y normal para muchas personas como hemos podido comprobar, y esta canción es nuestra manera de hacer mofa de todos ellos.
Lo de darse de bruces con un futuro que no es como el que te esperas es algo que resuena mucho en el álbum, con otras piezas como “There’s No Cure For It”. ¿Hay mucho de autobiográfico en esto?
Cuando formas parte de una banda, prácticamente todo gira en torno a la decepción. Cuando eres un chaval, estar en una banda y que te paguen por ello es como el pináculo de tus sueños. Todo un lujo. Y aún siento que así sea, no me malinterpretes. Estoy agradecidísimo por todo lo que hemos vivido como grupo y por todas las experiencias que hemos tenido. Pero la presión que se siente detrás de cada actuación y de cada concierto puede acabar destrozándote. Es algo de lo que no eres consciente cuando tienes dieciocho o diecinueve años, es decir, recorres el mundo y actúas para un montón de gente y todo es genial, e incluso la gente cree que todo lo que haces es una auténtica pasada y eres todo un afortunado. Pero también es algo que puede dejarte mental y físicamente a cero, y no todo el mundo está preparado para lidiar con eso.
¿Y cómo estáis llevando el tour ahora mismo, después de haber estado dos años parados?
Oh, tío… El otro día dormí en el autobús por primera vez en mucho tiempo y se me había olvidado lo duro que era esto (risas). Es un modo de vida muy intenso, tienes que estar preparado mental y físicamente para ello y aún así puede costarte horrores acostumbrarte a este tipo de rutina. Durante los primeros conciertos de esta gira estábamos cagados, no te voy a engañar. Aun habiendo ensayado muchísimo, el volver a vernos de pie sobre un escenario después de la pandemia ha sido rarísimo, no estábamos preparados para ello. Nos costó mucho concentrarnos y teníamos mucho miedo de acabar cagando las canciones, pero creo que ya nos hemos rodado un poco más.
¿Cambiarías algo de lo que han supuesto estos diez años tocando juntos?
Bueno, no creo que debamos hacerlo, porque si seguimos juntos es porque algo bien hemos estado haciendo, ¿no? (risas). Pero sí que trataría de forzarme a descansar más. Tuvimos épocas realmente intensas de tocar en todo el mundo y no parábamos por casa durante un año entero. Cuando estás en tus veinte puedes sobrellevar eso y mucho más, pero llega un momento en el que aprecias poder tener tiempo para ti por encima del privilegio que en sí supone poder tocar en partes inhóspitas del mundo.
Miras a tu discografía, ¿y qué dirías que ves?
Una discografía muy ecléctica. Con el tiempo nos hemos vuelto mejores músicos, y sobre todo hemos aprendido a no quedarnos estáticos. Bien podríamos haber permanecido fieles a nuestro sonido primigenio y decidir que así es cómo iba a sonar White Lies para siempre, pero eso no nos habría convencido como artistas. Por eso en adelante puedes toparte con álbumes que giran en torno al pop más independiente o incluso a la electrónica más pura, como sucedió en nuestro anterior disco, “Friends”. Creo que hemos procurado no repetirnos demasiado y eso nos satisface.
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