"Sobre todo hablo de cómo se desintegra el mundo, la sociedad"
EntrevistasWeyes Blood

"Sobre todo hablo de cómo se desintegra el mundo, la sociedad"

Toni Castarnado — 09-01-2023
Fotografía — Archivo

Con And In The Darkness… Hearts Aglow (Sub Pop/ Popstock!, 22), Weyes Blood demuestra una vez más ser una estrella que brilla con luz propia en un universo que se mueve entre pasado y presente.

Cada vez resulta más difícil etiquetar a algunos músicos. Algunos por lo particular de sus propuestas, otras porque sus ambiciones no encajan en el mapa sonoro de la actualidad. Ambas cosas ocurren cuando nos enfrentamos al nuevo trabajo de la californiana Weyes Blood.

Tras la acogida abrumadora deTitanic Rising, Weyes Blood tenía que recapitular, poner las cosas en orden y, ya con cierta perspectiva, pensar en su nueva andadura. “And In The Darkness… Hearts Aglow” juega con el romanticismo, busca esperanza donde no la hay y, al mismo tiempo, aborda cuestiones tan actuales como la degradación del planeta o el de una sociedad egoísta que impide hacer del mundo ese lugar mejor con el que todos soñamos.

Para empezar, te quería felicitar por el disco. ¿Qué sensaciones tienes antes de la salida del mismo?
Son muy buenas. Cada proyecto te enseña cosas y de este he aprendido y estoy aprendiendo muchas. He profundizado en otras áreas. Ahora tengo muchas ganas de que la gente lo pueda disfrutar, así que estoy muy contenta y también algo nerviosa.

Es inevitable. Con este disco empiezas una nueva etapa, una vez cerraste la trilogía anterior. ¿Cuál es el concepto para esta aventura?
Todo gira alrededor de la idea del romance. Es un trabajo muy íntimo y existencial, pero sobre todo hablo de cómo se desintegra el mundo, la sociedad.

"Todos sufrimos, todos somos existencialistas, estamos unidos por la espiritualidad, son círculos que van girando"

¿Y a qué crees que se debe esa desintegración?
A la tecnología. Ha adquirido demasiada fuerza y nos ha invadido por completo. Hay muchos profetas y una responsabilidad escasa, lo cual provoca que el camino sea complicado y que cada vez haya más grietas. Estamos destrozando el planeta y no le va a queda ningún brillo. Estamos en un punto de no retorno.

No crees que, por lo que respecta a la tecnología, el problema sea que nos falte educación. Por ejemplo, en el uso que hacemos de los móviles y del resto de aparatos que tenemos a nuestro alcance.
Puede ser. Pero yo no lo achaco todo al uso que hacemos de ellos, porque son útiles y prácticos. Únicamente quiero decir que no todo puede girar en torno a esto. Tenemos que preservar otros valores si queremos hacer del mundo algo mejor para todos.

Quizás la pandemia fue un aviso. Pero no sé si en general hemos aprendido algo de todo ello.
Fue una señal. Aquello fue en plan: “¡Oye! que nos estamos cargando esto”. En ese momento daba igual si eras rico o pobre. Bueno, los ricos tenían casas más grandes que los pobres, claro.

Mejor vayamos al disco, ¿cómo fue el proceso de grabación del mismo?
Fuimos a los 101 Studios, que es un habitáculo precioso y muy cómodo para trabajar. Se reunió la banda al completo y allí lo grabamos todo, prácticamente en directo. El concepto era muy minimal. Tocábamos y repetíamos, tocábamos y repetíamos. Y así todo el rato.

Un poco como se grababa en los sesenta, cuando aquello tenía que fluir para obtener buenos resultados.
Y tanto que sí. Es más divertido, te da la opción de improvisar y buscar espacios libres. Si todo es tan matemático se pierde esencia.

Pero curiosamente tanto el sonido como los arreglos están muy cuidados. Una cosa no es incompatible con la otra. Teniendo en cuenta que lo has co-producido con Jonathan Rado, ¿te da la sensación de tener más control sobre lo que estás creando?
Aparte de tener una perspectiva visual sobre lo que va a ser el disco, esto es como una especia de test para mí. Así también tomo conciencia de las dificultades y de una realidad que, si no estás ahí, te pasa de largo. Más allá de los detalles del sonido, tienes la posibilidad de gozar con una panorámica más amplia. El proyecto aún es más tuyo.

En el disco hay diversos invitados, entre ellos Meg Duffy y Daniel Lopatin. Pero el que me ha llamado más la atención es Mary Latimore. Es una arpista maravillosa, adoro sus discos en solitario y cada una de sus colaboraciones. Lo cierto es que ella encaja en este álbum como un guante.
Me siento afortunada de haberla conocido. Sin duda, ha sido de gran ayuda. En el estudio se comporta de una manera muy profesional.

Dices que “It’s Not Me, It’s Everybody” es un himno budista. ¿Por qué motivo?
Esta es una cuestión cultural, pues cuento con que la mayoría de veces no pensamos en lo individual, sino en lo colectivo. Todos sufrimos, todos somos existencialistas, estamos unidos por la espiritualidad, son círculos que van girando. Esa es mi percepción de lo que es un himno budista.

Tampoco me gustaría pasar por alto la portada de “And In The Darkness… Hearts Aglow”. Me encanta y me parece muy llamativa.
Pues aunque no lo parezca, es muy espontánea. Tiene ese aire a romanticismo, a “Blade Runner” pasado por un filtro de Photoshop. Creo que tiene mucha clase, y es justo lo que me apetecía para esta portada.

Hablando de cine, recientemente programaste seis películas para unas sesiones en un hotel de Nueva York. En la selección había bastante cine de terror y películas clásicas, por ejemplo estaba la versión original de “Rebeca”, dirigida por Alfred Hitchcock.
Mi afición por el cine de los años cuarenta y cincuenta viene de mi madre. Cuando era pequeña vimos muchas películas juntas. Ahí descubrí a Gene Kelly. Pero en realidad veo de todo tipo, también malas. Además me encanta ir a una sala de cine a ver una película de terror y llevarme sustos mientras como palomitas de maíz.

Ahora echemos la vista al pasado. En 2017 grabaste con Ariel Pink. Previamente hiciste coros en algunas canciones suyas. ¿Cómo fue la experiencia con él?
Lo siento, pero no hablo de Ariel Pink.

“Titanic Rising” fue un disco con un gran impacto. En 2019 estuvo en más de cien listas de lo mejor del año, también en las que se ocupaban de lo más destacado de la década… Cuando lo publicaste, ¿eras consciente de su envergadura?
En realidad no, pero conocía el impacto que había causado a mí, los sentimientos que acarreó crearlo. Lo que vino después solo es una consecuencia. Un paso más en mi carrera artística. Si bien, nunca desee construir algo como esto, siempre he sentido que quería formar parte de un colectivo y colaborar cómo pudiese, pero sin tomar demasiadas obligaciones artísticas. Me costó asimilar que podía ser alguien tan visible en la industria musical.

Y por último me gustaría hablar de tu Tiny Desk Concert, que es uno de mis favoritos. ¿Cómo viviste la experiencia?
Fue extraño. Es un espacio muy pequeño y singular. No obstante, guardo un muy buen recuerdo de ese momento. Tiene mucho encanto, es una idea brillante.

 

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