Aprovechando el tirón, Rachel Brown y Nate Amos están en Madrid para hacer promo y un showcase. Su debut en Matador les muestra muy inspirados en ese hipnótico terreno fronterizo entre la turbia electrónica experimental, el baile de mal rollo y los caramelos melódicos. Mostrarán sus virtudes en el próximo Primavera Sound Weekender de Benidorm (17 y 18 de noviembre).
Nos encontramos con ellos en la tienda de discos Marilians para hablar de su disco y cosas fascinantes como el pintor Francis Bacon y el poder del subconsciente en el arte.
En febrero ya estuvisteis en España como teloneros de Interpol. ¿Qué tal fue la experiencia?
(Rachel) Alucinante. Estuvimos conduciendo mucho por España y Portugal, pasando por sitios preciosos. Y tocar y salir con ellos fue muy divertido.
Habéis hecho ya unos cuantos discos, pero ¿creéis, como se dice en la nota de prensa, que éste podría ser un reinicio?
(Nate) Sí, tendemos a construir un nuevo mundo en cada álbum. Así que, en cierto modo, cada disco parece un debut. Pero éste es el primero que hacemos entero siguiendo una idea clara de adónde queríamos ir.
(Rachel) En cuanto a la escala sí que parece nuestro debut. Creo con los anteriores la gente no estuvo expuesta a nuestra música al mismo nivel. La gente lo ha escuchado y eso no pasó antes. Se le está prestando más atención. Antes no pasamos del underground, mientras que ahora ha llegado a un público más general. Y espero que guste.
“Este disco está hecho en un dormitorio lleno de humo de cigarrillos”
Sin embargo, habéis sido muy prolíficos desde que empezasteis en 2017. ¿Estáis constantemente haciendo cosas nuevas?
(Nate) Somos del tipo de gente que está siempre trabajando en algo.
(Rachel) Somos impulsivos.
(Nate) Sí, creadores compulsivos. Iba a decir “Impulsivos”, pero “compulsivos” también me vale.
(Rachel) Supongo que tratamos constantemente de hacer cosas que no hemos hecho antes, porque nos divierte.
(Nate) De hecho, éste es el proyecto menos prolífico de los que tenemos. Tenemos proyectos en solitario con los que sacamos mucha más música.
El título (que es el de una canción) es potente, pero también ambiguo. ¿Queríais jugar con la ambigüedad?
(Nate) Tiene muchos significados. Estaba en una letra, y parecía adecuado. Se convirtió en el título de la canción, y luego era un buen título para el LP. Es curioso, porque la canción tiene la única letra seria, la menos irónica de todas, pero musicalmente es como la tesis del álbum. Es de la que estoy más contento de todas las que hemos hecho, en lo musical. Es mi preferida. Y funcionaba en un par de sentidos: en uno muy básico, “crushed” es una palabra muy potente.
A eso me refería.
(Nate) Está la devastación emocional de que te hieran. Pero también te aplasta la existencia cotidiana y del trabajo. En esta etapa del capitalismo, para mucha gente es muy duro salir adelante. Hay otros temas que trata el disco: infraestructuras que se desmoronan, centros comerciales abandonados…la decadencia urbana. Esto también tiene conexiones con epidemias de drogadicción. Yo he tenido muchas experiencias de primera mano con la adicción. Cuando hacíamos el disco tuve muchos problemas. Por eso “crushing” también se refiere a aplastar píldoras…para nosotros significa muchas cosas.
¿Cómo están las cosas en Estados Unidos en esta etapa pospandémica?
(Rachel) La impresión que tengo es que en muchos sitios la pandemia no ha terminado. Una vez se decidió que había beneficios y se ganaba mucho más dinero así, las cosas han seguido igual. El desastre se ha acelerado y ahora va a toda velocidad. Me siento como si todo el mundo estuviera aún recuperándose. Creo que en Europa es distinto, estáis más acostumbrados. No ha habido una muerte masiva en suelo americano desde…
¿La guerra civil?
(Rachel) Exacto, en gran medida es así. O la Gripe Española en 1918. Nadie vivo recordaba aquello, así que me da la impresión de que nadie quiere hablar de ello. Y ha cambiado las cosas de una manera drástica. Incluso si no conoces a nadie que haya muerto, sí gente cuyos familiares murieran. Es muy trágico. La gente trata de volver a lo normal, pero en realidad no puede volver a nada.
¿De qué manera todo esto permeó en el disco?
(Rachel) Mucha gente nos ha dicho que el disco suena un poco fatalista y creo que puede ser porque nos sentíamos así saliendo de todo aquello. Creo que ahora somos menos fatalistas. Pero viniendo de donde venimos, tiene ese tono de pérdida de la inocencia. No puedes rebobinar y dejar de ver el daño de lo que ha pasado.
¿Os consideráis pesimistas en cierto modo? ¿Y de qué modo aliviáis esto con humor, aunque sea muy negro?
(Nate) No creo que el disco sea específicamente pesimista. En cuanto al humor, cuando trabajamos en algo no excluimos nada. El pesimismo y el humor son simplemente parte de la condición humana. Y hasta cierto punto, de manera consciente tomamos la decisión de no huir de ninguna emoción. El buen drama es comedia y tragedia, todo lo que hay entre medias. Hay esta concepción de que ver el humor en las cosas automáticamente hace que la música sea menos seria. Y no creo que sea así. Equilibrar ligereza con oscuridad es crucial a la hora de capturar con precisión cualquier emoción de la condición humana en su sentido más amplio.
“Uno de los temas que tratamos es la decadencia urbana”
Musicalmente os movéis en un territorio casi virgen. Lo que hacéis no se parece a casi nada. ¿Qué os inspira a la hora de componer?
(Nate) En cuanto a influencias directas, no hay ninguna canción con la que digamos: “vale, queremos sonar a esto o aquello”. Yo admiro mucho a Scott Walker y también a Ween, pero en este proyecto se trata más de dejar que el proceso tome forma. En cuanto a influencias, el proceso se inspira más en varios pintores. Con el anterior disco, “Structure”, estaba muy metido en Mark Rothko. Y con éste, me metí mucho en Francis Bacon. Sus cuadros y él mismo. Leyendo entrevistas vi que con sus pinturas partía de una idea inicial, sabiendo que se transformaría en otra cosa, improvisando y asumiendo los accidentes; esperando a que una imagen subconsciente e implícita emergiera, y aferrándose a ella. La idea es generar un contenido de la forma más descerebrada posible y esperar a ver algo que no te habría salido. Y luego, tirar de ese hilo. Parte de ello tiene que ver con tratar de encontrar algo menos definible. Es más emocionante cuando consigues hacer algo que no se habría ocurrido de otro modo. Para mí es el proceso creativo más interesante.
¿En directo también buscáis lo inesperado?
(Nate) Sin duda. No ensayamos mucho juntos. Yo ensayo las partes de guitarra sobre todo porque muchas de ellas las toco en directo. Nuestros sets de directo están conformados por los accidentes y el equipo que tengamos en ese momento. Es una combinación de accidentes, sentido práctico e improvisación. Ahora está más cuidado.
¿Y qué importancia tiene la tecnología en ello?
(Nate) Es lo principal. Llevamos un portátil con un interfaz y las pistas de acompañamiento, y Rachel canta en directo y yo toco la guitarra. Tratamos de que no suene exactamente como el disco, porque sería un poco aburrido, especialmente con la guitarra. Así que muchas de las partes de guitarra que toco no están en la grabación. Como dependemos de las pistas del disco, usamos la guitarra como otro elemento para que sea muy distinto del álbum. El directo es mucho más ruidoso y caótico. No llevamos amplificadores, las guitarras pasan directamente de los pedales a la PA (los altavoces).
¿Cómo firmasteis por Matador?
(Rachel) Nos tomamos un café con ellos, así de sencillo (risas). Y de repente nos preguntaron si queríamos fichar. Una locura. Nos habían visto actuar, aunque no sé dónde.
(Nate) Sí, nos dijeron que nos habían visto varias veces, aunque no sé si antes de la pandemia.
(Rachel) Igual las primeras veces ni siquiera teníamos disco…
(Nate) En cuanto nos dimos cuenta de que tenían interés, nos dijimos que teníamos que ponernos las pilas y tener un nuevo disco que enseñarles. Una parte de las canciones las teníamos ya: “Structure”, “14”... Las de la parte central del disco iban a ser parte de un EP, pero nos dimos cuenta de que teníamos material para un disco entero. La única que se hizo específicamente para este disco fue “Out There”. Fue la última que hicimos.
Precisamente te iba a preguntar por una de las que has mencionado, “14”, que es preciosa.
(Nate) Pues la sacamos hace un par de años y la guardamos de nuevo. Teníamos una canción titulada “3344”, con la que empecé a experimentar con micro tonalidades y cosas así. “Structure” salió de ahí. Es, de hecho, un corte de ella. Esa canción se quedó fuera y queríamos algo más accesible, de modo que llegamos a “14”. Se construyó alrededor de un tonalidad, pero rompiendo las reglas: tiene micro tonos de fondo. Es un experimento que pareció salir bien. Y tiene una frase de mis maquetas originales, “I´m ready to throw you up” (“Estoy listo para vomitarte”). Nos juntamos, Rachel reescribió el resto…
(Rachel) Es la única que hemos puesto por escrito. La letra tiene diferentes sentidos. Hay gente que piensa que tiene una cosa romántica, pero a mí no me lo parece.
(Nate) Esencialmente es una canción sobre la adicción. Esa frase siempre me pareció graciosa, porque da mucho asco. O te has comido a alguien o le comparas con un veneno…es muy fuerte. Me reí mucho al escribirla. Y es la única frase de las mías que se quedó.
Por cierto, me gusta cómo suena el disco entero. ¿Cómo lo grabasteis?
(Nate) En mi dormitorio. En un ordenador parcialmente roto. La entrada de cascos del interfaz no funcionaba, así que en las canciones se pueden oír de fondo las voces saliendo de los altavoces. Es divertido porque trabajé en un estudio en Chicago, y algunos de nuestros discos anteriores se grabaron con mucho cuidado. En éste no pusimos esfuerzo alguno en tratar de que sonara bien. Fue todo muy básico e informal. Lo mezclé también en casa. El máster lo hizo otra persona, pero aparte de eso, se hizo en un dormitorio lleno de humo de cigarrillos.
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