Han pasado seis años desde vuestro anterior álbum. Mucho tiempo. ¿Por qué?
Estuvimos bastante tiempo de gira con el anterior, algo más de dos años, y el proceso de volver a juntarnos para grabar después de eso siempre es lento. Esa dinámica de girar e inmediatamente volver a grabar no es nuestro estilo. Nos tomamos nuestro tiempo, y además tampoco podíamos prever lo que iba a ocurrir, la pandemia. Empezamos a trabajar en 2019, por separado, porque yo fui madre en marzo de 2020. El 16 de ese mes se cerraron las fronteras, justo el día en que nació mi bebé. Todo se volvió nuevo, como un nuevo mundo, y teníamos aún casi todo el disco por terminar. Teníamos muchas pistas de bajo, guitarra y batería hechas desde 2019, pero faltaban todas las bases, y trabajar con un niño recién nacido se me hacía muy complicado, ahora ya me he acostumbrado.
"Trabajar desde la distancia también forma parte de esa liberación. No pierdes el tiempo y envías a tus compañeros ideas que pueden resultarles chocantes al principio"
¿Es cierto que os planteasteis llamarlo “Exquisite Corpse” (“Cadáver exquisito”), como vuestro primer EP, de 2008, porque corría el riesgo de quedarse momificado?
[Risas] Hubiera sido apropiado, la verdad, más incluso para este, porque el cadáver exquisito es en realidad como un juego de mesa formado que tiene algo de surrealista, en el que sus participantes juntan palabras para crear frases sin saber cuáles son las palabras que manejan sus contendientes. Y ese disco se hizo por correo electrónico, como un puzzle, enviando pistas desde la distancia.
¿Seguís viviendo en ciudades distintas?
Yo vivo en Oregón desde 2019. Theresa [Wayman] en Los Ángeles. Jenny [Lindberg] en Utah. Stella [Mozgawa] en Australia. Theresa y yo nos pudimos juntar dos o tres veces. Fue maravilloso poder estar de nuevo en el mismo estudio. Pero me temo que vamos a seguir viviendo en ciudades o incluso en países distintos. Yo estaba muy ligada a Los Ángeles, pero el venir aquí ha sido liberador, en cierta forma. También el hecho de que podamos seguir funcionando como grupo. Me siento muy creativa aquí, bajo los cielos lluviosos y grises de Oregón, en donde no hay nada que te distraiga. Y no te cuesta dos horas llegar a la tienda más cercana.
Creo que ese estado de ánimo, más relajado, se transmite al disco. ¿Lo ves así?
Probablemente. El clima influye. También esta forma de trabajar, tan contemplativa, ante el ordenador, en espacios separados del resto. En este disco hay más armonías, más capas… Antes de la pandemia ya nos lo tomamos en cierto modo como un experimento, como un modo de probar cosas que no habíamos intentado antes. Hacer música en soledad, como un músico electrónico, cambia por completo el feeling. Es una energía diferente. No es que le falte, solo es distinta.
¿Crees que es vuestro disco más diverso?
No lo sé, no soy buena juzgando nuestro trabajo. Es el más trabajado a nivel de escritura de canciones. Más artesanal.
Habéis trabajado con Sam Petts-Davies (Thom Yorke, Frank Ocean, Skullcrusher) como productor, y en cada disco ha sido una persona distinta. Jake Bercovici, Flood, Tom Biller… ¿Necesidad constante de cambio?
Bueno, con Jake Bercovici trabajamos dos veces, en el primer EP, en 2008 y en “Heads Up” (16). Nos hemos sentido cómodas con todos. En realidad, creo que siempre queremos hacer las cosas a nuestra manera, pero también siempre necesitamos una visión externa que sea objetiva, aunque nos guste movernos en un entorno lo más libre posible. Que las cosas ocurran por sí mismas, que sean frescas y excitantes. Aunque somos controladoras también, y creo que cada vez tenemos más necesidad de producirnos nosotros mismas [risas]. Hay ya demasiados cocineros en la misma cocina, y si además de nosotras cuatro hemos de contar con más opiniones, todo se complica. Con este último disco nos hemos dado cuenta de lo autosuficientes que podemos ser manejando nuestros ordenadores.
"Hacer música estando embarazada es muy interesante, porque te conecta mucho contigo misma"
¿Os ha beneficiado tener más tiempo para grabar?
Está el riesgo de repensar demasiado las canciones y volverte loco si no paras a tiempo, pero la posibilidad de poner capas y más capas de sonido y pistas vocales es muy satisfactoria. Y de esta forma aprovechas muchas cosas que, cuando estás en un estudio grabando y pagando unas sesiones, descartas. A veces pienso en Kevin Parker, de Tame Impala, que en ese sentido es como un músico pandémico [risas]. Él solo es la banda, lo hace todo, puede seguir su visión y hacer exactamente lo que tiene en mente, y eso debe ser liberador, sobre todo cuando llevas mucho tiempo haciendo las cosas de la misma forma. Nos hemos acercado a eso. Warpaint nos hemos vuelto más detallistas.
¿Sois un grupo democrático, en el que todas sus partes suman por igual, incluso trabajando en la distancia?
Trabajar desde la distancia también forma parte de esa liberación. No pierdes el tiempo y envías a tus compañeros ideas que pueden resultarles chocantes al principio. Pierdes el miedo. Y puedes decirles: “¡No me voy a meter en un estudio con vosotras nunca más!” [risas]. A veces me pregunto si es la condición femenina: basta que alguien añada algo de azul para que la otra quiera añadir más rojo. Se trata de mantener un equilibrio que puede ser muy positivo cuando das con él. Pero también puede distraer si nadie toma las riendas. Es como en cualquier democracia: no puedes ir de dictadora por la vida, has de intercambiar roles, y nunca es democrático del todo, la balanza siempre se inclina del lado de quien lidera en cada momento.
Es interesante lo que dices, porque siempre he tenido la sensación de que en los grupos formados por hombres, las luchas de egos son más frecuentes. Demasiados gallos en el mismo corral.
Las mujeres han tenido históricamente muchos líos de celos y de competitividad entre ellas, muchas veces compitiendo por ganarse la atención del hombre. Puede que no esté en nuestro instinto, no quiero decir eso, pero sí que es un condicionante que deberíamos romper. Creo que en realidad es un reto para cualquier ser humano, sea hombre o mujer: querer ser especiales. Es bueno tener un ego fuerte siempre que lo manejes de forma saludable, y permitir que los demás también rayen en lo magnífico, y darles apoyo, en lugar de anularles. Entre mujeres las cosas se pueden complicar fácilmente.
¿Habéis escuchado algo últimamente que os haya podido influir? Leí en NME que Theresa había estado escuchando a Fela Kuti y Miles Davis.
Cuando estás embarazada, y a los pocos días de ser madre, sientes una energía muy especial en tu cuerpo, necesitas que todo sea más sereno, más dulce, y escuché mucha música ambient. Cosas de Brian Eno, Aphex Twin, Boards Of Canada… Seguro que todo eso se transmite en el disco. Me gustaría pensar que es un disco relajante, que te ayuda a desconectar de todo.
El hecho de ser madre, ¿ha cambiado tu perspectiva a la hora de hacer música, en el sentido de dejar un legado o asumirla con un cierto plus de responsabilidad?
Hacer música estando embarazada es muy interesante, porque te conecta mucho contigo misma. Me hizo centrarme en el piano y en la guitarra, diseñar sonidos que no fueran nada agresivos. Y luego hay otra cosa: cuando eres madre, aprendes a gestionar mejor tu tiempo. También dejé de beber hace tres años y medio, ese ya fue un gran cambio. Me di cuenta de que si quieres centrarte a la hora de escribir canciones no has de evadirte. Ese convencimiento fue la semilla del disco. Disfruto más ahora de todo el proceso. Y tengo una visión de futuro que antes ni tenía. Aprendes a tener claro lo que no quieres hacer. A conocerte mejor. Y a invertir más tiempo en aquello que te apasiona: a mí me obsesiona la arquitectura. Me encanta aprender cosas sobre edificios ecológicos, por ejemplo.
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