"Si alguien se pone la etiqueta de neobakala ha de saber que fue una invención nuestra"
EntrevistasVvv [Trippin'you]

"Si alguien se pone la etiqueta de neobakala ha de saber que fue una invención nuestra"

Adrián Lerma — 16-01-2022
Fotografía — Archivo

VVV [Trippin’you] han vuelto. Y lo hacen con Turboviolencia, una propuesta continuista de lo que escuchábamos en “Escama”, su anterior disco de estudio, pero con una evolución más que notable en la producción de la mano de Diego Escriche.

En este nuevo álbum siguen dibujando la atmósfera que venían desarrollando en sus anteriores trabajos. Oscura y tétrica pero divertida y algo cautivadora, los VVV alimentan bocas sedientas de algo nuevo, distinto, algo verdaderamente original que no se pueda encontrar en ningún otro sitio -y mira que es difícil poder decir eso hoy en día-.

Con ellos hablamos de sus letras, de lo bien que suena este disco. Pero también de drogas, de la noche y de la vida.

A principios de este 2021 os entrevistaba porque estabais de estreno con “Los bailes perdidos”, que era el disco de remixes de “Escama” pero también un libro en el que ahondabais en las profundidades de una noche antes de la pandemia. Me da la impresión de que esas noches o han vuelto o están volviendo. ¿Sigue todo igual que en 2019 u os habéis encontrado con un panorama nocturno diferente?
La gente está más afilada, más canina, con más ganas de reventarse para olvidar el pasado reciente y el presente nada halagüeño. No somos las mismas personas que en 2019 y nada volverá a ser igual.

"El revival de post-punk o música oscura lleva muerto y enterrado ya un tiempo, igual que murió el dubstep cuando alcanzó su cumbre"

Últimamente no habéis parado de hacer conciertos, que imagino también sería una de las cosas que más echabais de menos. ¿Cómo fue el primer concierto que pudisteis dar sin restricciones de aforo y con todo el público de pie? ¿Cómo fue ver, de nuevo, un pogo desde el escenario mientras tocabais?
El primer concierto en el que sentimos de verdad que no había restricciones fue en Valencia hace unas semanas. Fue una sensación como de sacar la cabeza de debajo del agua, algo magnífico.

Ahora estrenáis “Turboviolencia”, vuestro tercer álbum de estudio, en el que sois fieles a vuestro sonido, pero con una evidente evolución en la producción por el papel de Diego Escriche. ¿Cómo se forjó esta relación?
Diego nos conoció en el festival Autoplacer 2018 encima del escenario, no sabía quiénes éramos y le gustó el directo. A partir de entonces nos hicimos amigos. Musicalmente nos entiende perfectamente y sabe dar el toque que buscamos, además de que hicimos un gran tándem con él y Adolfo Párraga.

¿Cómo ha influido su producción en el resultado final?
Ha sido la persona, junto a Adolfo, que ha traducido unas maquetas, ya con los elementos que se pueden apreciar en el disco, en un álbum de estudio que suena, por fin, profesional.

¿Cómo surge la participación vocal de Eli en “Amianto” y “Crisis Existencial”?
Eli era la vocalista de Santa Teresa, canta mejor que Adri y lo raro es que no hubiese surgido antes. Y seguirá surgiendo.

Las letras de este disco también se encuentran en sintonía con vuestros trabajos anteriores. Preocupaciones existenciales en la cotidianeidad, casi siempre, de la noche. ¿Cómo las componéis? O, mejor aún, ¿en qué momento del día -o de vuestra vida- las componéis?
Las letras suelen salir delante del ordenador un día cualquiera sin mucho ajetreo, en sobriedad, y de forma automática, del tirón. No tienen mucha reflexión o vuelta más allá de arreglos de métrica y cosas así.

Casi siempre aparece ese ego oscuro, autodestructivo (como ya veíamos en “Destrucción, del anterior disco) e incluso monstruoso (como vemos en “Monstruo”, compuesta por Bune) que es evidente que existe, pero ¿es un recurso para escribir o verdaderamente tiene tanta presencia en vuestro día a día?
Es una redención de esa parte oscura, pero nuestro día a día es bastante normal y luminoso. Una de las cosas favoritas y que más hace Adri es ir a hacer la compra pero no te va a escribir sobre el precio de los tomates.

Se os suele preguntar por las drogas, y es normal porque son otro de los leitmotivs de vuestra música y vuestras letras. ¿Qué habría sido de VVV sin ellas? ¿Qué música habría salido de ahí?
Una música muy parecida con letras distintas porque harían referencia a otra vida. Ojalá.

"Ya casi llegamos al salario mínimo interprofesional cada dos o tres meses"

Ya no es raro ver a varios grupos reivindicando el género bakala o neobakala, cada uno desde un extremo -musicalmente hablando-. Sin embargo, vosotros fuisteis de los primeros en ponerle ese sello a vuestra música, ¿os sentís, de algún modo, pioneros?
Si alguien se pone la etiqueta de neobakala ha de saber que fue una invención nuestra pero vamos, que en verdad no tiene mucho fundamento sonoro, o quizá sí, pero vamos, sólo fue para distinguirnos de los grupos de post-punk de esta nueva ola porque no hacemos exactamente lo mismo.

Lo que sí es verdad es que ahora hay una escena mucho más rica y, de hecho, habéis trabajado con algunas de sus cabezas visibles. ¿Creéis que aún queda margen para que siga creciendo?
El revival de post-punk o música oscura lleva muerto y enterrado ya un tiempo, igual que murió el dubstep cuando alcanzó su cumbre. Haced otra cosa, chavalada, que esto ya pasó, aunque parezca lo contrario. Al menos hasta el próximo revival.

No puedo evitar preguntaros por la imagen de la portada, ese conejillo de indias que determina toda estética visual del disco. ¿Qué significado tiene?
Xulian y Sergi, Un Conjuro, se encargaron de buscar el concepto, que es una representación de la inocencia y la vida frente a la máquina y el horror, todo frío y aséptico. Además es una de las presas de la serpiente.

¿Ya estáis pensando en un disco de remixes de “Turboviolencia”?
Estamos haciendo algunas llamadas ya.

Cuando nos vimos hace unos meses creo que rozabais los 20K de oyentes mensuales en Spotify, ahora superáis los 40K. ¿Le prestáis atención a este tipo de datos o no queréis condicionar vuestra obra por la gente a la que podáis llegar?
Controlamos más o menos los datos porque son una (ínfima) parte del sustento económico de la banda, y es algo que además le importa también a los promotores, algo absurdo porque los públicos de cada grupo son distintos, y en el caso del nuestro es de los más fieles y asiduos a ir a conciertos, al menos a los nuestros.

Aun así, parece que, poco a poco, más gente llega a vuestra música y le gusta vuestra movida. ¿Cómo lo vivís?
No cambia mucho nuestra vida, no somos J Balvin, así que de momento tranquilitos. Aunque ahora nos tienen que pagar más los promotores, eso está debuti, ya casi llegamos al salario mínimo interprofesional cada dos o tres meses.

Ya habéis comentado en alguna entrevista vuestra opinión sobre algunas plataformas de streaming como Spotify y el reparto desigual que hacen entre distribuidora y artistas. ¿Qué opináis de la iniciativa que están empezando a tener otras como Tidal, que parece que van a empezar a repartir de forma proporcional los beneficios entre los artistas según los oyentes que tengan?
Que es increíble que tengamos que celebrar que una empresa paga a los artistas de forma proporcional, que ni siquiera es de forma justa.

Por último, ahora que cada vez acumuláis más gente y mejores números. ¿Habéis pensado qué pasaría si empezaseis a ser un grupo con cientos de miles de oyentes y dejaseis de ser el grupo underground que erais en un inicio?
Pues que con suerte no tendríamos que conducir ninguno de los tres, que es lo más fastidioso de ser un grupo underground.

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