En marzo del pasado año estrenaron “Escama”, su segundo disco, unos días antes de que la pandemia nos golpease con un potente gancho que no vimos venir, y en diciembre, a partes iguales entre la resignación y el obituario, lanzaban “Los bailes perdidos (Escama remixes)”, un álbum en el que parte de los artistas más relevantes de la escena underground y electrónica remezclaban todas esas canciones que no pudieron disfrutarse en directo.
Pudimos charlar con Adrián, Eli y Salvi en las oficinas de Mondo Sonoro en Madrid sobre este nuevo trabajo y sobre su nuevo libro, en el que, a través de trescientas páginas de fotografías y testimonios, se recuerda cómo era una noche de fiesta con ellos.
Si os parece empezamos por vuestros comienzos, ¿cómo os surge la idea de crear un grupo?
(Adrián) Trippin’ lo empezamos creo que fue en 2014. Hice un tema en mi casa, como random, que era homenaje al Leeds United, un equipo de Inglaterra. Y por entonces mi colega Manu vino y dijo “oye tío, toco el bajo, podemos hacer algo juntos” y yo le contesté “mira, estoy haciendo esta vaina”, se unió y sin pretensión empezamos a hacer cosas y dijimos “bueno, pues vamos a ver si nos lo tomamos un poco en serio y damos algunos bolos”. Por entonces yo estaba con Cianuro y este grupo era un poco como lo que quiero hacer, pero sin tomármelo muy en serio. Y poco a poco fue creciendo la movida, empezamos a tocar en más sitios, metimos a una teclista que fue cambiando varias veces hasta que entró Eli y luego cuando ganamos el concurso de Autoplacer fue cuando dijimos “vamos a tomárnoslo más en serio” y hasta hoy. Dos discos y diversión.
Porque hasta entonces, hasta formar el grupo me refiero, ¿cuál era vuestra relación con la música?
(Adrián) Yo empecé a hacer música como a los trece o catorce haciendo rap y produciendo movidas de rap hasta los veinte o por ahí. Y ya a los veinte entré en un grupo con Gonso de Somos la Herencia y Clara, que éramos Cianuro. Y luego ya VVV. Bueno, también estuve en la formación que tenía Eli anteriormente.
(Eli) Sí, bueno yo antes de entrar en VVV hice un proyecto con mi compañera de piso, Paola, que ahora es la guitarrista de Cariño, que se llamaba Santa Teresa y Adri nos ayudaba en los directos a soltar las baterías.
De vuestro género he llegado a leer que se os catalogaba desde el synth pop hasta cold wave, neobakala, electro-punk. ¿Vosotros os atreveríais a definirlo?
(Salvi) No lo sé, la verdad. Post-punk bakala siempre está divertido decirlo porque suena bien, pero yo es que soy muy enemigo de las etiquetas en la música en general. Pero sí, post-punk neobakala… Electrónica, pero con letras buenas.
Os definís como trío neobakala que rinde culto al frío, a la modernidad, al ruido y a los parkings. ¿Por qué estos cuatro conceptos?
(Adrián) Yo creo que son como los conceptos del tipo de fiesta que hemos vivido y el tipo de vida. Cuando no tienes pasta, pasas frío porque bebes en la calle, está oscuro porque es de noche y es en parking porque es más barato que entrar en el garito o en las fiestas de Móstoles, donde están los guapos en el parking. En verdad es un homenaje a lo que hemos vivido de fiesta. No solo, en realidad tú escuchas y yo creo que va un poco más allá. Si escuchas las letras pues tampoco estamos hablando todo el rato de estas cosas, que parecen banales pero para mí no lo son. Yo creo que las vías de escape del ser humano no deberían ser vías de escape, sino centralizar más la vida que lo que es el propio trabajo o los ciclos del capitalismo y demás. Pero bueno, me gusta explotar lo de las vías de escape y que si tenemos que definir de alguna forma cómo han sido pues sería así: oscuridad, frío, parkings y yo qué sé, zapatilleo.
Hace algo más de un mes presentabais el disco “Los bailes perdidos” (20), que es el remix de “Escama” (20). ¿Cómo os surge la idea de sacar un disco en el que el contenido son remixes de canciones que sacasteis hace solo unos meses?
(Eli) Fue por la pérdida de poder tocar “Escama” como se merecía. No hemos podido casi tocarlo, sólo hemos hecho dos conciertos en la Comunidad Valenciana y el de Madrid que hicimos después de verano. Necesitábamos que el disco tuviera el homenaje que se merece y también, sobre todo, el homenaje a la fiesta que se ha perdido con este año. Por eso lo de hacer ese obituario de lo que pudo ser y no fue, con colegas y gente a la que admiramos y que participaron en el proyecto.
¿Y cómo valoráis el resultado final?
(Salvi) La hostia (risas). A mí me ha flipado la verdad.
Además, estrenáis un libro, también llamado “Los bailes perdidos”, lleno de fotos y testimonios del que decís que plasma lo que sería una noche cualquiera. ¿Cómo era una noche con VVV?
(Adrián) (Risas) Depende. Somos tres personas, pero no tenemos el mismo tipo de noche. Mira, de lunes a jueves, o incluso a viernes, sería la de una persona que tiene que trabajar y luego irse a dormir y luego irse a trabajar al día siguiente y ya está. ¿Cómo es una noche de fiesta? Pues depende. Si hay el dinero suficiente, larga, y a lo mejor de viernes a domingo. Y, sobre todo, es una noche en la que te vas a cruzar con mucha gente que no conoces y a la que vas a querer más que a nadie en el mundo, vas a ir sitios infames y sitios maravillosos y te va a parecer todo maravilloso o todo infame. Supongo que hay sustancias ilícitas de todo tipo. También nos gusta mucho ir a comer tacos los sábados, entonces tampoco te puedes poner muy ciego porque si no luego no lo vas a disfrutar igual.
Si el 2020 ha sido el año de los bailes perdidos, ¿cómo creéis que, cuando acabe, podréis definir este 2021?
(Eli) Pues como va, un poco igual.
¿A vosotros la pandemia, a nivel de grupo, cómo os ha afectado? ¿En qué punto se encuentra el grupo tras nueve meses de parón?
(Salvi) Yo creo que la mayoría de grupos están igual. Obviamente, ahora mismo cualquier grupo medio grande lo tiene un poco más fácil porque las pocas cosas que van saliendo se las dan a gente que sabes que va a vender porque ahora mismo la gente no se arriesga a nada y van a lo seguro. Ahora mismo los poquísimos resquicios de actividad cultural que hay están copados por gente que tiene mucho público y mucho tirón. Entonces cualquier banda, ya no te digo ni pequeña, te digo mediana, estamos igual. Todo el mundo tenía algún proyecto en mente, todo el mundo tenía algún videoclip o alguna canción que grabar, algún disco que sacar o han sacado algún disco o tema durante la cuarentena y todo se ha ido al garete porque no hay forma de consumir la cultura ahora mismo. Sobre todo, algo como la música, que es algo que te pones para ir de fiesta o para compartirlo con amigos, porque al final lo bonito de la música es eso, pues ya no se puede hacer. Entonces yo creo que de la forma que nos afecta a nosotros es la misma que a todo el mundo. Aguantar el chaparrón y tener un poco de confianza en que se acabe esto lo más pronto posible.
"Todo se ha ido al garete porque no hay forma de consumir la cultura ahora mismo"
¿Tenéis algún proyecto para cuando podáis volver a poneros en marcha?
(Adrián) En 2021 sí tenemos conciertos… Es que claro, mira, hoy han anunciado que la Comunidad Valenciana cierra los bares. Entonces, tenemos un bolo en un mes en Castellón, en Burriana. Tenemos bolos en Zaragoza, tenemos bolos en varios sitios, pero es que cuando falta un mes se cancelan. Entonces te diría que tenemos bolos, los que no hemos podido dar el año pasado, que son un montón, y los vamos a dar este año, pero es que puede que sea mentira. Entonces aparte de la música en directo, como en 2020 hemos tirado el triple y ha sido un air ball y ha caído a la grada, pues en 2021 vamos a hacer más música. Y es lo que hay… Tampoco nos dedicamos a esto 24/7, sino pues a lo mejor con la pandemia nos hubiese merecido la pena, pero qué va. Los planes de este año son intentar recuperar lo que hemos perdido el año pasado y si sigue sin ser posible, generar cosas nuevas porque este ciclo acelerado de consumo hay que seguir alimentándolo hasta que reviente.
Alguna vez habéis dicho que cuando componéis no pensáis en hacer un álbum conceptual, sino que más bien sale de forma automática, pero yo creo que siempre subyace el desasosiego y la desazón en vuestras letras. Por eso quería preguntaros si algo tan desalentador como la pandemia y el confinamiento os ha ayudado para componer.
(Adrián) En cuanto a letras, como hay menos experiencias en la vida… Al final yo me he tirado tres meses encerrado en mi casa. El resto del tiempo ha sido buscar infructuosamente, en mi caso, clientes para trabajar porque soy autónomo. Frustrado en mi casa, percibiendo ayudas, ¿qué voy a contar a la gente? ¿esto? A mí me ha bloqueado un montón. Creo que de las cosas que escribimos necesitan el aliciente o la gasolina de la vida y este año no hemos vivido nada. ¿Te voy a hablar del Among Us? Me flipa el Among Us, pero es que no le interesa a nadie. Te interesa más ver a los youtubers jugar, son más divertidos que yo. Instrumentalmente tenemos un montón de composiciones, pero letras es que están bloqueadas totalmente.
Precisamente, sobre esa oscuridad en las letras, a esa desesperanza ¿no le veis una salvación, un rayo de luz?
(Adrián) Creo que hay que construir, primero un foco, para luego iluminarnos de esperanza, y ahora mismo no hay nada. No veo por dónde se puede salir de esto. Hay muchos debates infértiles, ya ni siquiera los debates sobre el estado de las cosas van sobre lo que es la base de los problemas que puede ser el propio Estado en sí, o el sistema que tenemos. No, ya estamos debatiendo sobre si un youtuber es mala persona porque se va a tributar a Andorra y ni siquiera te planteas qué son los impuestos o hacia dónde van o cuáles son las problemáticas mayores. Nos quedamos mirando al dedo. Odio esa frase, “apunto a la luna…”. Es una mierda de frase increíble.
(Salvi) Bueno, pero es un tipo de enfado de cuando estás ya cabreado con la vida y coges la primera cosa que se te cruza por la calle y te desahogas con ella, ese tipo de enfado que hay ahora mismo en la sociedad. Es como que no hay una opinión crítica, lo único que hay es desahogo con lo primero que pilles, por los youtubers ayer y ahora otra cosa.
Según vuestras letras, quizá no la salvación, pero sí el placebo podría ser el baile (con ese “Bailas como perdiendo el miedo a morir” de la canción “Ya no tienes miedo”) y la noche. ¿Esos son los reductos que nos que nos quedan?
(Adrián) Sí, porque en la noche y en esos espacios de baile, sobre todo si son espacios no concebidos de forma legal, sino fiestas más ajenas a la legalidad, no te digo ilegales, se generan una serie de espacios que son ajenos a todo tipo de jerarquías, la gente se trata de igual a igual, sea del tipo que sea. Es un espacio de resistencia y es un espacio que incomoda, porque al final a la sociedad lo que le interesa es que seas productivo y ahí ni siquiera estás siendo productivo. Estás siendo incluso destructivo. Y son reductos de libertad, reductos donde puedes querer a la gente a la que quieres, reductos donde puedes percibirte como tú quieras percibirte y no como te tienen que percibir el resto. Es que no debería ser una salvación, un salvoconducto hacia unas realidades paralelas en las que podemos ser felices, es que eso tendría que ser la vida y, por desgracia, no lo es.
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