Vuelta a la carretera
EntrevistasMillencolin

Vuelta a la carretera

Redacción — 12-04-2005
Fotografía — Archivo

La espera ha servido para que una de las formaciones suecas de hardcore con más solera nos sirva en bandeja un nuevo tratado de guitarrazos más maduros que de costumbre. Después de haber abierto para el Open Skateboard Contest 2005, Millencolin se embarcan en un descomunal tour que les tendrá ocupados por más de tres meses. El motivo de semejante propósito no es otro que la presentación en sociedad de "Kingwood" (Burning Heart/Pias) .

Mucho han cambiado las tornas para aquellos mozalbetes que firmaron contrato con Burning Heart allá por 1992. Eran los tiempos en los que catalizaban sus influencias con el entrecejo puesto en la añada de Bad Religion, Operation Ivy y NoFX. Discos como "Tiny Tunes" o "Life On A Plate" gastaban adrenalina, velocidad y acné a apartes iguales. El sonido melódico a la Fat Wreck se fundía con andanadas de ska-punk en un cóctel resultón pero con pocos visos de originalidad. El punto de inflexión vino con "Pennybridge Pioneers" (Epitaph, 00), un disco en el que maduraban su discurso y dejaban entrever un componente rock que se prolongaría en "Home From Home" (Burning Heart, 02). Números como "Man Or Mouse", "Kemp" o "Black Eye" suponían un inconfundible guiño a sus paisanos The Hives. "Kingwood", su nuevo álbum, no obvia los tics rockistas pero supone una vista atrás. "Este disco supone un regreso a los primeros tiempos. Hay canciones como ´Biftek Supernova´ o ´Simple Twist Of Hate´ que son rápidas y tienen un sonido hardcore. Ha sido como una vuelta a las raíces", señala su guitarrista Erik Ohlsson. "Kingwood" no habla precisamente de reyes del bosque ni de plumas estilográficas, aunque pudiera parecerlo.

"La grabación del disco corrió por nuestra cuenta aunque teníamos dificultades a la hora de editarlo"

"Nicola, nuestro bajista y cantante, tiene un sound system stereo al que bautizó con ese nombre. En la canción ´Mooseman´s Jukebox´ se hacen alusiones al mismo. En aquellos días te sentabas, te relajabas y escuchabas buena música. El ´Kingwood´ representa la jungla musical de nuestras influencias". Pese a las ofertas multinacionales Millencolin optaron por sus amigos de siempre. "La grabación del disco corrió por nuestra cuenta aunque teníamos dificultades a la hora de editarlo. Recibimos muchísimas ofertas, pero decidimos renovar el contrato porque son una gente increíble". Entre todo el repertorio del disco, producido magistralmente por Chips Kiesbye -responsable del empaque sonoro de Sahara Hotnights y The Hellacopters- Erik destaca "Cash Or Clash" como su canción favorita, un trallazo que destila un inconfundible sabor a punk del 77 y con cierto regusto a himno oi!. Mientras que Fredrik Larzon, batería, elige "Farewell My Hell", la espídica pieza con la que se abre el álbum. "La primera parte de la grabación la hicimos en Örebro, nuestra ciudad natal, en un estudio llamado Fascination Street. Allí grabamos toda la música y tocamos en el Scandinavian Festival. De allí nos trasladamos a Gotenburgo al estudio Music-A-Matic donde terminamos el disco. Grabamos veintiún temas de los que escogimos doce para el disco. El resto lo utilizaremos como material para singles", explica Erik. "Kingwood" incluye un diario audiovisual de ochenta minutos de duración titulado "The Kingwood Days". "Tenía una cámara de bolsillo y la llevaba a todas las partes. Descargaba directamente las imágenes a la página web". Los miembros de Millencolin aprovechan los escasos momentos de esparcimiento entregándose al skateboard. "Aunque a veces es difícil ya que estás mucho tiempo en la furgoneta. También nos gusta jugar al golf y pescar. Nos encantan los deportes al aire libre". Al hacer balance de sus más de doce años en la brecha Fredrik no puede ser más explícito. "Los momentos más grandes han sido poder grabar con Mr. Brett de Bad Religión -se refiere a la producción de ´Pennybridge Pioneers´- y tocar en muchos festivales. El momento más bajo fue cuando me rompí el codo durante un concierto de NoFx en Denver en abril de 2002". Hay algo en Millencolin que afianza su estatus de fans incondicionales de la música al margen de mercantilismos y estilos de vida de rockstars. Su nivel de profesionalización no les permite brillar con la luz de otras estrellas. "La vida de tour es despertarte en la furgoneta, probar sonido, responder algunas entrevistas, comer… Cuando volvemos a casa tenemos que hacer demasiadas cosas como responder e-mails, hacer camisetas y pósters... porque no tenemos manager". Para cuando lean estas líneas los suecos se hallarán inmersos en un gira que les traerá por nuestras tierras.

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