He escuchado infinidad de veces “Bellavista” y está muy claro que estáis en plena forma. Eso y que habéis apostado por ampliar vuestro concepto o vuestra filosofía.
(Cándido) Muchas gracias. La verdad es que habiendo pasado casi cuatro años desde “Ulises” teníamos miedo de que no se percibiera así, pero lo cierto es que durante este tiempo no hemos parado de componer y rumiar ideas.
Me sabe mal empezar así, pero la verdad es que “Bellavista” me parece un disco muy cabrón. Fantástico y muy completo, pero muy melancólico y lleno de desencanto, hartazgo, decepción... ¿Lo sentís así?
(Cándido) Yo también creo que tiene algo de cabrón, sobre todo a nivel lírico durante la primera mitad. Enseñamos un registro que no habíamos practicado hasta ahora, con un puntito más irónico, diría que incluso ácido. Y sí, hay mucho de desencanto y desengaño. De hecho, la idea detrás del concepto del disco y la introducción del arco iris es la de darte cuenta de que estás persiguiendo algo inalcanzable y el desengaño que eso conlleva. Siempre escuchamos las historias de superación de personas que apostaron y ganaron, pero la de este disco es más bien la del saber perder.
¿Ese desencanto es personal o tiene mucho de generacional?
(Cándido) Bueno, llevamos años oyendo eso de que somos la primera generación que va a vivir peor que sus padres. También es verdad que somos una generación muy idealista, con muchas aspiraciones y muchas ambiciones, quizás demasiadas, pero que se ha topado de bruces con la realidad. Además, nosotros venimos de Andalucía y en concreto de Córdoba, no recuerdo si la primera o segunda provincia con mayor tasa de desempleo del estado. No sé si algo de eso ha podido impregnar nuestra visión de las cosas. De todas formas, no creo que sea algo generacional. Muchas bandas contemporáneas enfocan sus canciones de forma completamente diferente a nosotros. Por ejemplo, las Hinds, por lo que cantamos y cómo lo cantamos casi podría costar creer que seamos bandas del mismo país y de la misma generación, ¿no? Ojo, que no va a malas. Soy fan suyo. Creo que nuestro caso es que venimos del emo sin complejos y siempre hemos practicado una lírica muy derrotista. Y quizás como con este disco hemos intentando ser más explícitos y rebajar la carga metafórica, queda mucho más al descubierto.
No sé si atribuirlo a los cuatro o centrarlo en Cándido, pero lo entiendo como un exorcismo emocional. ¿Es el disco que Viva Belgrado necesitabais hacer para confiar de nuevo en que andáis por el buen camino?
(Cándido) Diría que es el disco que hemos sabido hacer en las circunstancias en las que estábamos y con las piezas que teníamos. Lo que teníamos claro es que para que la banda sobreviviera y volviéramos a funcionar nos hacía falta sacar el disco. No podíamos permitirnos aplazar la fecha del estudio. Pero no teníamos una premisa clara de lo que queríamos hacer, quizás de ahí la variedad de estilos que hay en el álbum.
Cuando en 2017 publicasteis “Guillotinas” y “Epílogo: La cima” todo lo que estaba alrededor de la banda parecía algo enmarañado. ¿Era así?
(Cándido) ¿Sí? Mirando hacia atrás yo lo recuerdo justo al revés, creo que fue una etapa muy dulce y luminosa para nosotros, teníamos mucha ilusión e íbamos todos a una. Es lo que me viene a la mente cuando vuelvo a ver el vídeo de “La cima”. Y de hecho, creo que eso fue lo que nos dio la confianza para hacer algo como “Guillotinas”, con un vídeo en el que quemábamos el “Flores, carne” y que se estrenó en Los40.
Ambas canciones marcaban vértices distintos de la banda. ¿Para vosotros fue una especie de testamento de aquel momento o un experimento para descubrir si la gente iba a entender en qué os estabais convirtiendo?
(Cándido) “La cima” fue definitivamente un testamento para la etapa “Ulises”. De hecho, creo que ahí ya se adelantaban algunos de los contenidos a nivel lírico de “Bellavista”, como la idea de la zanahoria, el señuelo, que por cierto, era un guiño a Standstill. Con “Guillotinas” lo que queríamos era dar la nota experimentando con el rollo Nothing, Nowhere, Wicca Phase Springs, etcétera, por el que nos dio fuerte en ese momento, y aprovecharlo para trabajar con inmediatez, sin depender del formato físico. Quizás ahora, dos años después, no se ve igual. Pero en ese momento la música urbana parecía que iba a arrasar con todo, y que un grupo como Viva, que venía del griterío y las casas okupas, hiciera algo así nos parecía cuanto menos curioso. El problema es que nosotros grabamos ese tema a principios de 2017, pero por problemas con el estudio no pudo salir hasta final de año y todo se nos desinfló bastante.
Llegasteis a aquellos días con unas fechas de grabación contratadas e ideas para canciones, pero las cosas no salieron del todo bien. ¿Qué ocurrió y qué aprendisteis de toda aquella experiencia?
(Cándido) Todo eso coincidió con la marcha de Álvaro Moreno de la banda. En aquel momento nosotros íbamos a mil por hora. Dimos casi ciento cincuenta conciertos en año y poco, y ahora vemos con claridad que no le dimos la importancia suficiente. Ten en cuenta que yo empecé a tocar con Álvaro con quince años, pasamos por mil locales, muchas giras y casi treinta países juntos. El grupo tenía una dinámica muy engrasada, y eso, junto con pasar de dedicarnos solo a girar a intentar tener otros trabajos, fue complejo. Queríamos ir a ritmos diferentes entre nosotros y encontrar el equilibrio en el que todos pudiéramos implicarnos y estar satisfechos ha llevado un tiempo. De hecho, diría que aun trabajamos en ello. Creo que es algo que más que solucionarse, se va gestionando. Lo que ahora tengo claro es que más que la técnica, más que las ideas, lo importante dentro de una banda es el equilibrio y la cohesión a nivel emocional. Que hay contribuciones extramusicales que pueden ser más cruciales que las musicales. El equilibrio en una banda es muy frágil, pero crear e interpretar junto a varias personas es una experiencia increíble que tiene mucho de impredecible y arbitrario, y merece la pena luchar por mantenerlo.
¿En qué momento se os empiezan a plantear dudas y cuál es su principal generador?
(Cándido) Si no recuerdo mal, la grabación que comentabas tenía que ocurrir en mayo de 2018 y la cancelamos mes y medio antes. En realidad más que dudas fue la certeza de que hacer un disco sin tenerlo todos claro y sin estar todos emocionados e involucrados no era una buena idea.
El hecho de provenir de un mundo como el del hardcore supongo que os hizo plantear algunas de esas dudas. Cosas como la integridad, el traicionar algunos principios sobre los que se cimentaron los primeros pasos del grupo, etcétera.
(Cándido) Realmente nosotros nunca hemos sentido que hayamos traicionado nada y siempre nos hemos sentido muy queridos por la escena DIY. De hecho, las primeras fechas de presentación de “Bellavista” las haremos en salas míticas de la autogestión estatal como una especie de celebración y homenaje. Intentamos cuidar esos espacios, les debemos todo. Como te comentaba, las dudas giraban más entorno a la cohesión interna y la relación entre nosotros.
Que hay mucha melancolía en “Bellavista” es evidente, hasta el punto que da la impresión de que os estáis planteando tanto lo que queda atrás como lo que está por venir. ¿Os sentís orgullosos de lo conseguido hasta el momento?
(Cándido) Definitivamente hay mucha melancolía, pero creo que al final del disco, con el último tramo de “Lindavista” y “¿Qué hay detrás de la ventana?” hay también mucho de mirar al futuro. Aun así es imposible mirar hacia atrás y no sentirse orgulloso. Sé que suena a respuesta cliché, pero si nos llegan a decir cuando empezamos a tocar nuestro instrumento que íbamos a girar por Japón, México o Rusia, a trabajar con Santi García o Sergio Aloud, o el simple hecho de estar haciendo esta entrevista, y habiéndolo hecho todo con una ética muy DIY, habría sido difícil de creer.
No hay borrón y cuenta nueva, pero sí parece que mirar hacia atrás os esté sirviendo para entender quiénes sois y qué sois. La canción “Lindavista” hace pensar en ello...
(Cándido) Sí, totalmente. Es lo que hablábamos antes. Viva Belgrado somos cuatro. Con nuestros más y nuestros menos, con nuestras particularidades, cada uno con sus competencias. Pero somos cuatro y la banda tiene que girar en torno a la comodidad, el bienestar y las ambiciones comunes.
No admite discusión que este es vuestro disco más rico y el trabajo de guitarras me parece de lo más emocionante que hayáis grabado jamás. ¿Con tanto por explicar en las letras, qué importancia le dabais a que instrumentalmente el disco fuera más allá de lo hecho hasta ahora?
(Pedro) Desde el principio siempre le hemos dado mucha importancia a la música y hemos tenido claro que las instrumentales tienen que sonar interesantes por sí solas. Normalmente empezamos a componer sin la voz así que invertimos bastante tiempo en darle vueltas a cada parte para sacar ese redoble, melodía o progresión que no se puede explicar por qué pero te engancha. Con los años vamos cogiendo experiencia, escuchamos más bandas o incluso estilos y creo que es palpable. Este es el disco más ecléctico que hemos hecho y es divertido estirar los límites de un estilo que a veces aparenta ser elitista.
(Cándido) Quizás a priori pueda parecer que a nivel instrumental el disco sea más continuista que a nivel lírico, pero sí que hemos intentado dar un paso. Nosotros tenemos muchos vicios, muchos acordes y progresiones de las que abusamos. Así que hemos intentado distanciarnos, jugar con otros patrones rítmicos, probar otras afinaciones, etcétera. De ahí también los diferentes estilos que intentamos introducir: flamenco, shoegaze… O “ Más triste que Shinji Ikari”, que no tiene prácticamente guitarra, algo impensable para nosotros. Y como comentas, creo que Pedro ha hecho un gran trabajo con sus guitarras, que generalmente son las paneadas a la izquierda.
En “Bellavista” se habla mucho de soledad, de incomunicación, de la incapacidad para mantener relaciones duraderas, de crisis personales. Es el concepto que empapa el disco. Pero al mismo tiempo, nos encontramos con “Más triste que Shinji Ikari” que funciona perfectamente como canción de amor.
(Cándido) Para esa canción, llevábamos un tiempo con la idea de hacer algo en la onda del lo-fi chill-hop, una canción pequeñita sin guitarras en la que pudiera intentar cantar, y utilizarla para llamar la atención y aportar variedad al disco. De hecho, el título vino porque como muchas de estas canciones van acompañadas de un loop de algún anime, y nos parecía que la referencia casaba muy bien. Una vez tuvimos la base instrumental hice la letra sobre ella y sí es verdad que tomó un carácter bastante urbano. Yo soy fan declaradísimo de Agorazein y también me apetecía jugar un poco a ser ellos, salvando las distancias, pero tirándome algunas vaciladas (risas). La verdad es que disfrutamos mucho haciendo esta canción. Se nos ha encasillado como personas muy serias, pero a nosotros nos encanta jugar. Fíjate que cada lanzamiento lo hemos posteado en Forocoches, recibiendo nuestro correspondiente baño de insultos (risas).
Pese a todo lo que estamos hablando, también veo “Bellavista” como un disco mucho más luminoso musicalmente, algo que resta oscuridad a algunas letras.
(Cándido) Sí, creo que Viva siempre hemos jugado mucho a eso, al contraste entre las voces desgarradas y las bases luminosas. Definitivamente se lo debemos a Touché Amoré, Deafheaven y la parte más luminosa de Envy. Bebimos tanto de ellos que creo que lo hemos acabado haciendo nuestro.
Abrir el disco con “Una soga” y a continuación “Bellavista” me parece un acierto total. Eso nos pone ya en sintonía sobre lo que nos contaréis en el disco, aunque en cierta manera el tono irónico de “Una soga” no lo veo tanto durante el resto de canciones.
(Cándido) Lo comentábamos antes, yo te diría que le veo ese tono a los cuatro primeros temas. Incluso en los últimos dos temas también lo recuperamos. Aunque es verdad que en “Una soga” es más evidente. Aun así creo que el registro lírico evoluciona bastante respecto a “Ulises”, lo cual considero lógico teniendo en cuenta que han pasado más de tres años entre uno y otro. A mí me gusta mucho fijarme en la evolución de mis letristas favoritos y en Standstill, por ejemplo, es muy palpable. Si comparamos discografías podríamos decir que nuestro “Bellavista” coincidiría con su disco homónimo. Así que con suerte para el siguiente podré hacer una evolución tan increíble como la que hizo Enric Montefusco con “Vivalaguerra” (risas).
Despedirlo con “¿Qué hay detrás de la ventana?” es un poco putada. Es una declaración de principios a la que le veo un poso muy agridulce y al mismo tiempo un tono muy optimista de cara al futuro. ¿Le tenéis miedo a lo que pueda ocurrir durante el próximo año? A encarar una nueva gira, irse al culo del mundo a tocar, etcétera.
(Cándido) Creo que con “Ulises” quisimos sembrar con mucha ansiedad pero nunca llegamos a disfrutar y celebrar bien sus frutos. De hecho, desde 2017 no hacemos una gira “al uso”, bien planteada y promocionada. Así que creo que este año vamos a recoger lo sembrado y conocer bien en qué punto se encuentra la banda. Además estamos en un momento en el que los directos nos funcionan cada vez mejor, Sergio Aloud nos acompaña siempre como técnico y ya tenemos un buen repertorio de temas para jugar con los setlists. Y contamos con toda la experiencia previa a nivel de logística, ya hasta sabemos en qué áreas de servicio se come mejor (risas).
Algunas preguntas atrás decía que me he quedado con la sensación de que “Bellavista” funciona a modo de exorcismo, para expulsar los demonios con los que cargasteis hace unos pocos años. ¿Podemos estar contentos y considerar que este es un nuevo principio para la banda?
Sí, te lo comentaba antes, que este es un disco que teníamos que sacar, saliera como saliera, para que la banda pudiera seguir adelante. En cierto modo, necesitábamos quitárnoslo de en medio y saber que éramos capaces de hacerlo para pasar página y empezar un nuevo capítulo. Tanto es así que ya hemos empezado a componer nuevas canciones y tenemos algunos proyectos en mente. De todas formas, creo que bandas como la nuestra se nutren mucho de estar en estado de crisis permanente.
Me sabe mal que el tono de las preguntas haya sido un poco pesimista, y no me gustaría que los lectores se quedasen con esa impresión, así que vamos a poner algo de luz. Sois uno de esos grupos que ha girado por mil lugares sin hacer demasiado ruido. ¿Qué os habéis llevado de todas esas giras y qué aprendéis cada vez que salís fuera de España?
(Cándido) Girar ha creado un vínculo muy fuerte entre nosotros. Tantas anécdotas y experiencias juntos nos han unido mucho. También te curte, aprendes a viajar con poco y a tomarte los problemas con humor. Es curioso. Nuestra furgoneta nos ha dejado tirados varias veces en el extranjero pero guardo esos recuerdos con mucho afecto y los vinculo con momentos felices. También es emocionante ver la capacidad de organización de la gente de forma desinteresada en torno a la cultura. Te da otra perspectiva de lo que haces y un punto de vista menos ombliguista. Por ejemplo, en febrero de 2017 tocamos en Murmansk, una ciudad rusa dentro del Círculo Polar Ártico, en una especie de garaje destartalado en el que un colectivo hacia sus eventos DIY. Teníamos que salir fuera de la parte climatizada para hacer pis, en un baño cochambroso a diecisiete grados bajo cero. En mitad del concierto la policía entró a registrar al público y se llevó a dos chavales porque los pillaron bebiendo alcohol. O en Ciudad de México, la sala en la que tocamos tenía guardas de seguridad con chalecos antibalas que nos registraron todos los instrumentos antes de entrar a probar. Son experiencias que a priori no vincularías con la música y que te marcan mucho.
(Ángel) Quizás parezca que solo hemos hecho ruido. Más allá de eso, creo que lo más importante que nos hemos traído con nosotros ha sido convertirnos en apátridas emocionales. La sensación de no pertenecer a ningún lugar y no encontrar ese espacio seguro que siempre buscas y nunca dura. Esto puede parecer malo pero no lo es, creo que nos ha hecho inconformistas y que nunca se den las cosas por sentadas y siempre se tienda a volver a retocarlo todo y a cambiar. Por descontado quedan todos los buenos momentos, la gente maravillosa que hemos conocido, la furgoneta jugando con nosotros, las anécdotas…
Creo que “Bellavista” es el disco que más claro deja hasta el momento todo el potencial que podéis tener como grupo. ¿Ha hecho falta tocar fondo para subir más alto que nunca?
(Cándido) Creo que eso es lo que nos toca ver ahora. Para mí “Bellavista” forma parte de la crisis y de tocar fondo. Creo que a partir de aquí, con el disco ya fuera y nuestros ánimos altos, es cuando vamos a intentar explorar nuestro potencial como banda.
Las transiciones entre voces y gritos, entre fraseados más pop y otros más decididamente hardcore me parece más medidas que nunca. En ningún caso te preguntas por qué hay gritos en un momento determinado o no, porque todo encaja con lo que estáis cantando.
(Cándido) ¡Gracias! Supongo que es fruto de la práctica. Con este disco he intentado forzarme a nivel vocal y aportar algo nuevo respecto a nuestros anteriores trabajos, incorporando algunas melodías, coros, y un spoken más rítmico. Siempre me he sentido muy inseguro a nivel melódico y creo que tendía a esconderme tras los gritos. La verdad es que he acabado bastante orgulloso del resultado.
Cándido apareció en “Balanceo” de Cala Vento, uno de mis discos favoritos del año pasado, y ahora tenéis a Joan y Aleix apareciendo fugazmente en “Ikebukuro Sunshine” haciendo voces. Sois gente de la misma generación, pero ¿compartís con ellos una visión parecida de lo que queréis ser como grupo?
(Cándido) Creo que venimos de sitios parecidos y estoy seguro de que compartimos una visión bastante similar respecto a querer crecer pero haciendo las cosas bien, no a cualquier precio. De hecho, somos muy fans de cómo hacen las cosas. Pero también creo que ellos son personas bastante más organizadas y con los objetivos más claros. Nosotros tendemos mucho a dejarnos llevar, creo que somos muy caóticos y nos movemos en torno a muchas contradicciones.
Es complicado que durante tantos años las relaciones personales en un grupo no se resientan y ello afecte al funcionamiento. Escuchando “Lindavista” es evidente que estáis en un momento en el sabéis que las piezas que han formado vuestro puzle a lo largo de estos años encajan a la perfección. ¿Sois todos imprescindibles en Viva Belgrado?
(Cándido) No sé si imprescindibles, porque al final, ¿quién es imprescindible? Lo que sí veo claro es que las cuatro personas que formamos el grupo ahora mismo tenemos un rol fundamental y si alguno se marchara pondría bastante en peligro la continuidad de la banda. La lucidez de Pedro y la expresividad de sus guitarras, el sosiego de Ángel y todo el trabajo que hace con el merch, la capacidad rítmica de Álvaro y su energía en directo… Incluso el rol de Sergio Aloud, nuestro Zidane en la sombra (risas). Quizás como letrista a mí me toque estar más bajo los focos, pero todos somos piezas clave.
Antes hablábamos de dudas, de integridad, etcétera. Yo os veo perfectamente capaces de subir muchos escalones sin necesidad de traicionar ninguno de los principios que podáis tener como banda. ¿En qué cosas sois totalmente intransigentes y en qué creéis que habéis dado un poco vuestro brazo a torcer hasta el momento?
(Cándido) La verdad es que nunca he sentido que hayamos dado nuestro brazo a torcer porque siempre lo hemos hecho todo según nos ha ido apeteciendo. Quizás parte del público cuando escuche y vea el vídeo de “Shinji” piense de otra forma, pero no ha habido nadie empujándonos a hacerlo. Nosotros hemos disfrutado como enanos con todo el proceso. Sí es verdad que siempre hemos nadado entre muchas contradicciones. Por ejemplo, el tema de vincularnos a marcas nunca nos ha gustado, y nos ha costado varias discusiones con Aloud, pero es verdad que luego acabas tocando en el escenario tal del Primavera, el cual del Resurrection. Lo decimos en la letra de “Vicios”, convivimos como podemos con nuestras contradicciones.
Hay un momento en “¿Qué hay detrás de la ventana?” en el que Cándido canta eso de “Que le den al mainstream/también al underground/y todos tan contentos”. Le veo un sentido de reafirmación de quién sois ahora mismo.
(Cándido) Totalmente. Creo que sintetiza bien la intención con la que se ha hecho el disco, sin intención de contentar a nadie pero tocando muchos palos; y también quiénes somos, una banda de provincia en una especie de limbo: quizás ya demasiado veterana para la etiqueta del underground pero a la vez muy lejana al mainstream.
¿Os sentís un poco extraños en tierra extraña en la escena musical o, por contra, os sentís cerca de muchos artistas?
(Cándido) Bueno, lo comentábamos antes, al haber crecido en Córdoba creo siempre nos hemos sentido algo fuera, sobre todo cuando vamos a festivales más grandes. Ahí es donde tenemos la sensación de que la banda ha trascendido más de lo que se esperaba y nos sentimos un poco como si nos hubiésemos colado en una fiesta a la que nadie nos ha invitado. Pero sí que nos sentimos cerca, aunque creo que más por afinidad ideológica, de bandas de la escena en la que hemos crecido, como Ordesa, Boneflower, L’Hereu Escampa, Llacuna, Nogato, Cala Vento…
Vivir en Córdoba
Pese a girar por todo el mundo, los miembros de Viva Belgrado continúan viviendo en Córdoba, una tierra alejada de los principales focos musicales de la península. ¿Les habrá servido eso para mantener la cordura en los malos momentos?
(Pedro) Córdoba nos ayuda a mantener la cordura cuando volvemos de girar o tocar en festis grandes porque aquí siempre somos los raros y poca gente valora lo que hacemos, pero a la vez nos saca un poco de quicio. Aún con sus miles de cosas buenas es una ciudad en la que creo que a nivel de crecimiento personal ya tocamos techo hace tiempo y en la que no estamos satisfechos del todo. Hace unos años nos flipamos con el plan de irnos a Barcelona a buscarnos la vida, pero siendo realistas podemos tomarnos más en serio la banda gracias a que aquí tenemos trabajos bastante flexibles que nos permiten ir ahorrando y a nuestra familia.
(Ángel) En los malos y en los buenos. Para nuestras familias es difícil entender la vida que llevamos. La dimensión del grupo y el peso que tiene en la formación emocional y personal de cada uno, más allá de la repercusión que pueda llegar a tener. Llegar a casa con toda la ilusión por anunciar algo que tú consideras un hito y que la mejor respuesta sea la pregunta “pero, os pagarán el viaje, ¿no?” puede llegar a frustrar. Pero precisamente eso ha hecho que nuestra configuración mental esté sana y podamos colocar cada cosa en su lugar. Al final, dar el valor justo a cosas que lo tienen y restarlo a las que no lo tienen es esencial para mantener la cabeza en su sitio. No estoy seguro qué habría pasado si no hubiéramos crecido como banda regresando cada lunes a este entorno, no seríamos las mismas personas.
(Cándido) Yo siempre he creído que nos habría ido mejor en Madrid o Barcelona. Por mucho que Internet nos haya acercado a todos, la cantidad de influencias de las que te empapas allí no son comparables. Aun así, creo que Córdoba ha tenido una influencia clave en la forma en la que no nos sentimos del todo parte de ninguna escena, siempre nos hemos visto un poco aislados aquí. Eso acentuó nuestro carácter DIY.
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