"No tengo que demostrarle a nadie que soy un tipo duro"
EntrevistasVince Staples

"No tengo que demostrarle a nadie que soy un tipo duro"

Joan Cabot — 29-09-2015
Fotografía — Archivo

Tras superar una adolescencia pandillera y con sólo veintidós años, Vince Staples habla con la autoridad de un veterano de guerra. Alguien comenzó a aprender las lecciones más duras que puede dar la vida cuando apenas era un niño. “Summertime ’06” (Virgin/Universal, 15) no es sólo uno de los debuts del género más sólidos en décadas, también un claro contendiente a disco del año que lo ha puesto al frente de una generación que marcará el futuro del hip hop.

Junto a Kendrick Lamar, Vince Staples parece llamado a marcar el futuro del rap americano. No sólo hablamos de éxito, sino de algo más allá: estamos ante dos figuras cuya relevancia podría ser gigantesca. De hecho, ya lo es. Si Lamar ha desatado todas sus ambiciones con el enorme “To Pimp a Butterfly” (Interscope, 15), Staples no ha querido quedarse fuera de la competición a disco de rap del año con la edición de su debut, “Summertime ’06”, algo más que la simple continuación del EP “Hell Can Wait” (ARTium/Def Jam, 14). Producido casi íntegramente por No ID, “Summertime ’06” nos sumerge en una distopia post-industrial en la que el de Long Island toma como referencia el momento en que empezó a hacerse un hombre. “Estaba buscando un enfoque para el disco en general”, explica. “Se trataba de algo importante para mí porque es mi primer disco, algo crucial en mi vida, así que decidí remitirme a otro momento crucial. Fue una época muy dura. Era más cuestión de la edad que tenía que de otras razones. Cuando te conviertes en adolescente, que es cuando te empiezas a hacer un hombre, ésa es una transición difícil, especialmente cuando tus padres están ausentes porque trabajan duro para sacarte adelante. Ésa era mi situación. No estaban allí para vigilarme. Así que siempre corres el peligro de convertirte en un hombre por el camino equivocado por la idea que tienes de lo que es un hombre, especialmente en mi comunidad”, comenta. “De dónde yo vengo no hay muchos buenos ejemplos de lo que es un hombre, quizás algún atleta, así que lo fácil es que empieces a imitar a los personajes que ves por la calle, que creas que eres uno de ellos y empieces a comportarte como ellos lo hacen. Quizás tu padre sea un buen hombre con un buen trabajo, pero no lo ves a menudo. Y acabas creyendo que aquellos que están en la calle contigo son tus padres y son tu familia. Crecí con ello y me convertí en ese tipo de persona, ese tipo de estereotipo”.

"La gente siente las drogas, eso es lo único que les llega. Así que me hace sentir bien pensar que les hago sentir alguna emoción”

A pesar de asegurar que ser un joven negro en América no es, a menudo, nada fácil, Staples rechaza la etiqueta de “voz de una generación” y eso que pocos han sabido darle tal profundidad a sus letras, huyendo de clichés y usando las rimas como una suerte de terapia con la que saldar cuentas con un pasado que cualquiera cifraría en décadas escuchando sus letras. “No sé cuánta gente de mi generación habrá vendido cocaína, ¿sabes? Ése fue en el tipo de cultura en el que crecimos, pero ahora siento que no tengo que demostrarle a nadie que soy un tipo duro. No tengo que demostrar que soy el mejor rapero, ¿sabes? No tengo que demostrarle nada a nadie. Así es como lo siento”. De hecho, con esa misma actitud se enfrentó a la grabación de su primer largo, finalmente doble. Una proeza en un género en el que no abundan este tipo de trabajos, no sólo por el hecho de que sea doble, sino porque se sostiene con una consistencia inquebrantable. “En ningún momento nos lo planteamos. Simplemente salieron estas canciones. En total grabamos veintitrés. Quería un sonido sucio, oscuro, crudo e industrial, ya sabes. Algo básico. Para mí es más difícil imitar a otro que ser yo mismo y crear algo nuevo”.

Con la misma clarividencia con que afrontó el sonido del disco, afronta una carrera sobre la que recaía un montón de presión tras la trascendencia de sus mixtapes y de su primer EP, “Hell Can Wait”. “Realmente no puedo sentir presión, porque esa no es mi forma de ver la música. Si te fijas en todo lo que he hecho verás que no hay dos trabajos iguales. Aunque algunas canciones hayan surgido del mismo lugar, cada una tiene su propio sonido, así que es difícil esperar algo específico. Todo lo que hago está ligado a mi vida. Así es como lo siento. Esté donde esté en ese momento, eso es lo que reflejarán mis canciones. Por tanto, siento que no puedo fallar a nadie excepto a mí mismo”. A continuación conversamos sobre cómo la gente puede entender sus canciones. “Me hace feliz que a la gente le inspire mi música”, añade. “Pero también me hace feliz que a la gente le dé miedo mi música, que la gente sienta algo en general, porque vivimos en un momento en que la gente no siente nada. La gente siente las drogas, eso es lo único que les llega. Así que me hace sentir bien pensar que les hago sentir alguna emoción”. Y ése es quizás el epicentro de su trabajo: la historia de un joven negro americano que logró superar los obstáculos no sin antes sucumbir a la tentación. “En América todavía hay mucho racismo”, comenta. “Aunque allí estéis enterados de algunas cosas, ni siquiera sabéis un tercio de lo que sucede realmente. No es nada nuevo. Aquí las historias sobre la policía las oyes semana sí y semana también. Se ha convertido en algo que ya das por hecho”. Quizás por ello “Summertime ’06” suene a la vez a pesadilla y a despertar sereno, a ese momento en que comprendes que, fuera lo que fuera que te ha mantenido atenazado en los sombras, lo has dejado atrás y estás preparando para abrazar la grandeza. Él ya lo ha hecho.

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