Quién iba a decir que Dez Fafara,
frontman de los one hit wonder del nu-metal Coal Chamber, de quienes la mayoría solo
recordarán el desquiciado himno “Loco” y su chocante imagen, iba a liderar una
de las formaciones americanas de metal más aguerridas e intimidantes de la
actualidad. El engendro, bautizado como Devildriver, constituye una
ramificación bastarda de la penúltima ola de metal estadounidense, aunque ya
desde su homónimo debut del 2003, los californianos han marginado cualquier
atisbo de hardcore y de melodías vocales, potenciando, por el contrario, la
visceralidad más primitiva del death metal y el thrash. Su cuarto álbum, “Pray
For Villains”, supone la confirmación definitiva de que lo suyo va muy en serio. “¿Qué
queremos conseguir con este disco? No lo sé. No nos preocupa en absoluto.
Simplemente lo amamos. Lo hemos hecho lo jodidamente mejor que podíamos”, responde el
batería John Boecklin flanqueado por el propio Fafara, ambos inexpresivos y con
gafas de sol, en la zona habilitada como backstage del pasado festival
Kobetasonik. “Teníamos claro que queríamos probar algunas partes más lentas
que en el anterior álbum, que era muy rápido de principio a fin”, añade Fafara. “Ahora ya sabemos que podemos crear
el disco más brutal, pero esta vez queríamos profundizar en el groove y en el
dinamismo de las canciones. Hemos crecido disco tras disco, y ‘Pray For
Villains’ define a la perfección lo que somos y lo que vamos a ser en el
futuro”. Más técnico y orgánico a la vez, si algo sobresale en este trabajo es el
tratamiento y el protagonismo de las guitarras. “Éste ha sido, con
diferencia, el disco más complejo para nuestros guitarristas, aunque, como todo
en esta banda, ha surgido de un modo natural. Con el tiempo hemos mejorado como
músicos”. “Pray For Villains” ha sido producido por Logan Mader (exMachine Head y
Soulfly, y productor, entre otros, de Cavalera Conspiracy). “No le gusta
postergar las cosas. Si surgía una idea válida por la noche, a la mañana
siguiente se grababa. Nos ha ayudado a estar muy centrados en el trabajo”. Afines, en
cuanto a sonido y actitud, a Lamb Of God y a los Chimaira más death,
Devildriver son una de aquellas bandas que invita a hablar de true metal. Obviamente, no en el sentido acuñado por
Manowar, sino como metal sin aditivos ni concesiones. “Siempre hemos creado
la música que sentíamos sin intentar seguir ninguna tendencia” confiesa el cantante. Unos auténticos cowboys del infierno cuya planta e imaginería sureña enlaza con las películas del Oeste que han inspirado parte del disco. “Me interesaba el concepto de antihéroe. Prefiero los villanos a los tipos como John Wayne”, sonríe Dez deformando el característico tatuaje tribal de su mentón. “A menudo son los outsiders quienes te alegran el día”. Si quieren más pistas sobre su propuesta, quédense con su máxima: “Trabajar duro, rockear aún más duro y patear tantos culos como sea posible”.
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