“Es un disco conceptual. Se basa en la idea de temas ‘puente’ que tantos grupos han utilizado a lo largo de la historia y que a nosotros siempre nos han llamado la atención. Pequeños fragmentos que en ocasiones eran superiores a las propias canciones. Ese fue el punto de partida”. Y es que, evocador en muchas de sus facetas, quizá tiene sentido pensar que esa cotidianeidad ficticia que inspira la escucha de este cuarto álbum de Balago también es una invitación a compartirla con la de los mismos oyentes. Algo más que música para ser imaginada. “Cuando la música no contiene letras ni un contexto concreto, pasa a ser algo evocador, donde el oyente puede escoger a donde quiere ir. Nosotros hemos hecho un juego de palabras. Hemos jugado con el titulo y el contenido. Al final siempre se habla de lo mismo: el amor, la muerte, la soledad, la amistad… Nosotros también hablamos de los viajes en el tiempo”. Eso sí, temas desarrollados con una mayor claridad de exposición que anteriormente. “Las canciones responden a una búsqueda. Nos ha costado mucho saber qué es lo que queríamos. Hemos utilizado sonidos de los que en un principio no estábamos convencidos, ritmos, etcétera… Nos hemos quitado tabúes. Ha sido un proceso de búsqueda largo y descarado para llegar a un punto”. Una obra que, no olvidemos, esta vez ha sido creada a tres manos. “Yo siempre he considerado a Guim miembro del grupo y era cuestión de tiempo que volviera a formar parte del proyecto. Mi hermano Roger, el cual siempre ha estado vinculado al sello y al grupo en tareas de diseño, también ha desempeñado desde la soledad sus propios proyectos musicales durante años. Para este disco ya sabia que Guim volvía a tener todo el tiempo para Balago. La entrada de mi hermano se debe a una petición personal que yo le hice porque me gusta su trabajo y sabía con certeza que aportaría frescura”. Del post-rock al ambient para ahora adentrarse más profundamente en la banda sonora. Un hecho que, a la hora de crear esa multitud de temas breves en los que se divide el trabajo y gracias al mayor apoyo en las melodías, le aportan un mayor grado de calidez. “Forma parte de la nueva búsqueda, de la reinvención respecto al disco anterior. Hemos querido explotar las melodías nutriéndonos del pop, la melancolía, la oscuridad, la construcción a partir del sampler, órganos lo-fi, atmósferas… Ha habido un recorrido y ahora estamos en un punto en el que nos sentimos cómodos. Al final todo responde a cierta lógica respecto a nuestra evolución natural. En todos los discos nos hemos sentido positivos porque siempre lo encaramos con ilusión, es algo vital. Tenemos la necesidad de crear a través de uno de los medios que más nos gusta y por supuesto con el que nos sentimos más cómodos. Es todo muy fácil de entender, no es trascendental. Se trata de música, nada más”. Y es que, en “Extractes d’un diari”, Balago siembra allí donde ya había recogido frutos, pero también en nuevos campos de los que resulta una cosecha rica en experiencias, cuadros, paisajes y miradas cambiantes. Una heterogeneidad establecida dentro de una misma línea continúa, descrita en canciones tan fugaces como frugales; como una sonrisa o un llanto pasajero; como cada uno de esos instantes vitales que suman nuestras vivencias. “Precisamente este disco tiene un concepto de fondo del que hemos partido desde unas premisas muy concretas. Mucha información en poco tiempo sumada a nuevas sonoridades. Se trataba de ver qué podíamos hacer, un punto de partida para los siguientes discos que podamos componer. Un experimento para confeccionar una línea de trabajo”. En todo caso, este es un disco que han estructurado en algunos picos, más inmediatos y accesibles, intercalándolos con otros de carácter más ambiental. “Lo planteamos como veintiún experimentos, de no más de tres minutos, donde cabía todo lo que estaba integrado en una línea de reinvención y por tanto con un resultado más ecléctico de lo normal. Probar cosas. La composición y planteamiento de este disco no es que fuera necesario, es que era imprescindible para continuar. Hemos buscado la inmediatez, la melodía que atrapa, pero también momentos más contemplativos en los que parece que no pasa nada”.
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