La casualidad de la situación establece una especie de paralelismo con la creación de “Balada de Delirio y Equilibrio”, el último álbum de Veintiuno, “escrito y grabado en nueve meses”. Un esfuerzo —semejante a un pedaleo cuesta arriba con una bicicleta eléctrica que no funciona— “para llegar a hacer el disco en tiempo y forma” mientras, además, giraban. Antes de empezar a grabar nuestra charla, Rafa me cuenta que le ilusiona tocar en Valencia, mi tierra, pero que le preocupa que el escenario que tienen preparado no les vaya a caber en el Palau Alameda. Los chicos describen un tour hecho “desde el gozo”. “Hemos incluido cosas en el show que nos resultaban estimulantes porque, ahora que vamos a tener una gira guay y que no hay que hacer un disco, nos estamos divirtiendo mucho”. Y es que la falta de tiempo no ha privado a los de Toledo —y al sevillano— de tomar las riendas de este nuevo viaje. “Nuestra filosofía es trabajar hasta donde sabemos y, a partir de ahí, contar con ayuda”, explica Diego, aún recobrando el aliento. De hecho, han aprovechado lo aprendido durante todos estos años para crear su propio diseño de luces. “Nos empezamos a engorilar, llegamos a una solución, la llevamos a fábrica, hemos comprado los materiales…”. A Diego se le infla el pecho cuando lo cuenta, y no es para menos. “Veintiuno ha sido una banda pequeña mucho más tiempo que una banda asentada y hemos tenido que aprender a hacer muchas cosas que queríamos hacer”, sentencia.
“Me ha gustado mucho el proceso de llegar a disfrutar cosas que no entendía y sacar mis propias conclusiones"
Tal es la dedicación de la banda con “Balada de Delirio y Equilibrio” que el vocalista ha diseñado, por primera vez, la cubierta y todos los elementos del álbum. “Yo nunca he dejado que la idea artística de un disco la tuviera otra persona, porque es para lo que me metí a hacer esto. Creo que nadie te va a dar el storytelling de tu disco y, si te lo da, vale mucho dinero y te hipoteca a que toda la vida tengas que externalizar lo que es más natural de la profesión, que es la creatividad”, concluye. Además, Rafa asegura que “en el formato físico hay mucha pista” y “mucho lore” sobre la historia que cuentan los catorce temas del largo.
El resultado de este trabajo viste a “Balada de Delirio y Equilibrio” de rojo y negro, tonos que representan su contenido “extremadamente emocional” y la contraposición entre los protagonistas de la historia. Dos personajes que Diego se niega a describir porque “están en el disco”. El cantante asegura que el largo nació para “ofrecer un punto de vista un poco más honesto, más justo y más amplio de un tema complejo del que hablaba ‘Delirio y Equilibrio’”. Pero el de Toledo insiste en que: “Me ha gustado mucho el proceso de llegar a disfrutar cosas que no entendía y sacar mis propias conclusiones. Ojalá llegue alguien, uno de cada cien, y le apetezca hacer esa exégesis”.
Algo que sí ha entendido la gente a la primera es un verso sobre la meritocracia en “Perder los modales” que le ha valido a Diego muchas críticas, pero también mucho apoyo. El toledano asegura que “no es que sea una pulla, es un recuerdo”, porque él estuvo “en esa fiesta de la que habla la canción”. La banda, con esta filosofía, tiene una relación complicada: “La música es un entorno muy poco meritocrático. [...] Hay gente —y no solo sucede con los músicos— que está aquí porque le ha venido dado”, critica Diego mientras recuerda sus comienzos en la industria cuando estudiaba Arquitectura. “Tu intuición vale en la medida de que tú estuviste aquí un montón de años en una gran ciudad, yendo a todos los eventos que ofrecía, hasta que conseguiste relacionarte correctamente porque podías levantarte a las doce de la mañana en un piso propiedad de tus padres”, explica. Aunque Pepe completa: “Eso para mí no hace menos artista a esa persona, pero hace que yo me sienta menos pequeño”.
El último lanzamiento de la banda se distancia de “El Arte de Perder”, su anterior álbum, en tanto que aquel fue “un disco muy sintético” y “cerebral” y este “ha sido un disco muy desde las tripas”. Sin embargo, Diego explica que, “cuando a un proyecto le va bien, hay una tendencia de la gente con la que trabajas de desarrollar algo continuista”. “A mí eso me provoca alergia”, lamenta, pero confiesa que aceptó a cambio de jugar al máximo con los sonidos del álbum para “sentirse estimulado”. Y, dentro de este juego, la banda está cada vez “más cómoda en la imperfección” de un disco en el que “hay errores, voces y golpes” que acaban generando “un caos organizado que da forma a las canciones”.
En un álbum tan personal, que nace de una historia entre dos personas con nombres y apellidos, cabe preguntarse cómo trabajan los tres toledanos y el sevillano cada canción. Porque la esencia de Veintiuno no son la voz de Diego, la guitarra de Rafa, la batería de Pepe o el bajo de Yago. Su esencia, lo más elemental, es que son una banda. Y, como tal, adoptan las historias que el vocalista esconde en sus canciones como propias. “Yo pienso que Diego nos cuenta a cada uno una historia, nos la creemos y vamos con ella”, ríe Yago, a lo que Rafa añade: “Como ya nos conocemos tanto, cuando Diego trae la maqueta, sabemos hacia dónde quiere ir él y tenemos un lenguaje común todos”. Los tres coinciden en que confían en el furor creativo de Diego y bromean con que ya tienen un spin-off pensado para otro disco.
Cuando repasamos las colaboraciones del álbum, Diego asegura que “el camino que tú tejes como artista genera un ecosistema de amistades, de relaciones…”. Rafa mira a su alrededor y recuerda que, en aquella sala en la que ahora charlamos, la argentina Malena Villa grabó las voces de “Complicidad”, uno de los temas más sorprendentes de “Balada de Delirio y Equilibrio”. “A mí me encanta colaborar con colegas con los que tenemos amistad y coincidimos de gira, pero de pronto, cuando coincides con alguien como Malena, que la has conocido solo en canción, y te pones a escribir y sale algo… Es fascinante”, confiesa Diego.
En Madrid sigue lloviendo, pero nuestra charla acaba con una ilusión contagiosa que hace que la espera para el estreno de “Balada de Delirio y Equilibrio” sea, si cabe, aún más larga. Y es que lo de ser una banda y trabajar con la verdad hace de las canciones de Veintiuno una apuesta infalible.
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