“Nos sentimos casi como el último bastión indie”
EntrevistasVarry Brava

“Nos sentimos casi como el último bastión indie”

Fran González — 18-11-2024
Fotografía — Archivo

De la decadente elegancia del Studio 54 a la sudorosa euforia de la Haçienda, pasando por un improvisado parkineo en el Eroski o una tórrida noche en un chiringuito de El Campello. El baile, en todas sus posibles acepciones, ilumina y define el sendero por el que Varry Brava llevan más de diez años transitando.

Después de su coqueteo con el mainstream en el prime time televisivo y de afianzar lazos con diferentes artistas generacionales de nuestra escena (de la frescura de Suu a la veteranía de Cómplices), el trío oriolano regresa formalmente no solo para dedicarle un disco como tal a esa liberadora actividad que es bailar, sino también para apoyarse en las diferentes interpretaciones y visiones de lo más granado del género. El sentimentalismo de Javiera Mena, la inocencia de Suu, el temple de María de Juan, el entusiasmo natural de Bely Basarte, la efusividad de K!ngdom y la experticia de Ku Minerva convierten este “SHARIROP” (Altafonte/Hook, 24) en un festival de contrastes emocionales y pasiones primarias del que Óscar Ferrer, Aarön Sáez y Vicente Illescas nos confiesan no poder sentirse más orgullosos.

¿Cómo se convierte un sonido casi onomatopéyico como “SHARIROP” en un concepto para un disco?
Óscar: Pues aunque no lo parezca, estuvimos bastante tiempo dándole vueltas al título, ¿eh? [risas] Lo que teníamos claro desde el principio es que queríamos hacer un disco que hablara sobre el baile y la música dance, que es algo que a nosotros nos ha dado y nos sigue dando mucho como banda. Pero claro, en el disco también hay indie, hay pop, y por haber… ¡hay hasta una rumba! Así que englobar toda esa mezcla bajo el paraguas de un título que le diera sentido a todo se planteaba complicado. Repasando los temas del álbum nos detuvimos en “Sharirop”, una canción muy surrealista y cachonda en la que hablábamos sobre un garito lleno de gente espectacular y donde impera el buen rollo. Nos pareció que como concepto abrazaba con bastante puntería todo lo que queríamos transmitir en el proyecto, así que optamos porque esta fuera la pista que le diera título y sentido a todo el conjunto. A veces las ideas más sencillas son las que mejor funcionan.

Ya que me das pie mencionando vuestra iniciación en la rumba de la mano de “Georgina con Cristiano”, ¿cómo de complicado es estrenarse en un género nuevo sin perder la esencia?
Óscar: Yo diría que la clave está en nuestra absoluta falta de prejuicios a la hora de relacionarnos con la música. Es algo que nos ha definido desde siempre, no solo como artistas sino también como oyentes. Sé que suena a topicazo, pero escuchamos todo tipo de música. Nos gusta el reggaetón, nos gusta la rumba, nos gusta el punk, nos gusta el pop, nos gusta la canción melódica de los 70 y de los 80… Y claro, cuando manejas tantas influencias, al final es imposible que estas no permeen y calen en aquello que haces. Del mismo modo que en “Hortera” nos sentimos capacitados para hacer nuestro propio reggaetón porque es un género que conocemos bastante bien, aquí hemos sentido el mismo impulso para liarnos la manta a la cabeza y hacer una rumba. Este tipo de experimentos es lo que te mantiene vivo como artista. Nos encanta probar toda clase de fórmulas y mezclarlo todo. Nuestro nombre viene de Barry White y Mina Mazzini, así que con eso lo decimos todo. Además, nos sentimos súper-orgullosos de que, a pesar de meternos en jardines muy distintos, todas nuestras canciones continúan sonando a Varry Brava gracias a un estilo propio que solo los años y el cariño que le tenemos a la música han podido darnos.

"Nos guste o no, nuestra banda siempre estará asociada a la noche"

Supongo que a la hora de darle forma a un disco inspirado en el baile se os vendrían a la cabeza varias anécdotas relacionadas con el mismo. ¿Conserváis alguna?
Aarön: Algo que siempre sale en nuestras conversaciones cuando nos ponemos a rememorar nuestras mejores noches de baile son las muchas veces que hemos terminado cerrando el 12 y Medio de Murcia. En aquel momento éramos muy jóvenes, tendríamos veinti-pocos, pero ya comenzábamos a dar nuestros primeros conciertos como Varry Brava y a sentir que no había prisa por volver a casa. Solíamos juntarnos con otras bandas por la zona de Mariano Rojas y en muy poco tiempo comenzaron a surgir mogollón de clubes y garitos distintos ubicados por los alrededores. Se pinchaba, se bailaba, se cantaba y sobre todo no se miraba nunca la hora [risas]. De algún modo, recordamos aquellos días con especial cariño, pues ahí fue cuando verdaderamente comenzamos a sentir que la música formaba parte de nosotros y viceversa. Lo cual había sido siempre nuestro sueño, claro.

¿Y cómo es vuestra relación actual con la noche? ¿Hay alguna medicina para reconciliarse con ella a cierta edad?
Vicente: Por lo de medicina se me vienen a la cabeza varias respuestas políticamente incorrectas, pero esas mejor te las digo off the record [risas]. En cuanto a lo que preguntas,… Bueno, creo que nos guste o no, nuestra banda siempre estará asociada a la noche. Aunque ahora lo hagamos con otra intensidad, continuamos muy apegados a ella y a las distintas magias que solo se hacen realidad mientras esta dura. Ya no vemos amanecer con tanta frecuencia, pero seguimos siendo el comodín perfecto para cerrar cualquier festival. Y la verdad, nos encanta que así sea.

Aprovechando que Vicente menciona los festivales, esta industria también se da por aludida en vuestro disco con la irónica y divertida “El último festival”. ¿Notáis que ha cambiado mucho el circuito desde que empezasteis vosotros?
Aarön: Ha cambiado, lo que no sabría decirte es si a mejor o a peor. Eso sí, lo que está claro es que cuando nosotros comenzamos y muchos festis acababan de arrancar o llevaban poquitas ediciones, muchos agoreros se dedicaron a decir que este mercado no iba a aguantar y que no iba a ser sostenible. Estamos en 2024 y los festivales continúan siendo una de las principales alternativas de entretenimiento para miles y miles de personas… Así que tan mal no irá la cosa. Es evidente que han cambiado muchas cosas, sí. Ahora hay festivales temáticos de acuerdo a estilos y géneros musicales diversos, algunos nacen y otros mueren, hay fondos empresariales detrás de muchos de ellos,… Pero en fin, es un negocio que ha evolucionado al ritmo que lo ha ido haciendo también la sociedad en sí misma, con sus cosas buenas y no tan buenas. Lo que nunca va a cambiar es la necesidad que tiene la gente de salir, arreglarse, tomarse algo, divertirse y bailar. Y mientras siga existiendo esa alegría por parte del público de querer conectar con sus artistas favoritos y darlo todo en sus conciertos, los festivales seguirán existiendo y bandas como la nuestra seguirán tocando. Hasta que lleguen los robots y la Inteligencia Artificial, claro, pero esa es otra historia.

Ya que hablamos de festivales, este es vuestro primer disco después de actuar en el Benidorm Fest y de que vuestro “Raffaella” llegará a lo más alto.
Vicente: ¿Sabes? Por mucho que nos sigan preguntando por el Benidorm Fest, todavía nos cuesta asimilar todo lo que pasó allí. Incluso a día de hoy tenemos la sensación de que todo aquello no nos pasó a nosotros, sino a otras personas. Fue muy emocionante vivir aquel ambiente desde dentro, conviviendo con el resto de artistas y haciendo piña. Sentíamos que estábamos dentro de una suerte de Gran Hermano musical muy surrealista [risas]. Realmente, comenzamos a ser conscientes de todo cuando el programa acabó. El teléfono no paró de sonar durante semanas, dimos muchísimos conciertos y conectamos como nunca con nuestro público de siempre y con gente que nos escuchaba por primera vez. Algo maravilloso, especialmente si tenemos en cuenta la malísima racha que arrastrábamos tras el COVID. “Raffaella” nos ha dado mucho, y sin duda esa es la principal razón por la que este disco ha tenido que esperar más de lo previsto. Pero es que el momento lo pedía. De quedarnos con algo concreto de la experiencia, diría que tanto nosotros como el resto de talentos que han participado en sus distintas ediciones desde 2021 hemos probado que la música en televisión continúa siendo de interés público. Es algo que funciona, que atrae a la gente y por lo que se debería de apostar con más aseveración.

"La sociedad, las estadísticas de medición, las plataformas y las multinacionales están triturando a los artistas"

Volviendo al disco, “SHARIROP” es también el proyecto más colaborativo que habéis hecho hasta la fecha. ¿Os ha resultado cómodo trabajar con tanta variedad de voces invitadas?
Óscar: A nosotros siempre nos ha gustado compartir nuestra música con otros artistas, lo que no sé es por qué estos no han querido sumarse antes a trabajar con nosotros [risas]. Es bastante habitual que, estando en el estudio y componiendo, se nos vengan a la cabeza el nombre de algunas posibles bandas y artistas que nos cuadrarían cantando y tocando con nosotros en determinados temas, y en esta ocasión nos pasó lo mismo. Eso sí, es completamente casual y fortuito que todas las voces colaboradoras en este disco hayan terminado siendo de artistas femeninas, aunque sin duda eso también dice mucho sobre la falta de prejuicio en la música que estas tienen y de su capacidad para darlo todo en un proyecto que ni siquiera es el suyo. No podemos estar más que agradecidos por la participación de todas estas grandísimas artistas, quienes sin duda han hecho mucho más grande el disco con su implicación.

De entre todas, creo que la que más nos pilló por sorpresa fue la colaboración con Ku Minerva. ¿Cómo conseguisteis convencer a semejante icono del eurodance patrio?
Aarön: Buena pregunta [risas]. Bueno, como sabrás el disco está producido por Tato Latorre. Con él ya contamos hace algunos años para nuestro álbum “Arriva”, pero además de eso le conocíamos por haber trabajado con lo más granado del pop actual y por dejar su sello en bandas que llegan a mucha gente. En la primera reunión con Tato, donde le expusimos con cierto miedo lo que queríamos para el disco, le mencionamos nuestra intención de querer hacer canciones que se aproximaran en cierto modo al dance de los 90s. Ante ello, Tato nos respondió que en muchas de las canciones que admirábamos de aquella época y que le poníamos como ejemplo de lo que queríamos había trabajado él mismo o directamente las había producido por entero. Y para terminar de dejarnos con la boca abierta nos dijo como si nada que estuvo trabajando con Minerva cuando esta publicó su mítica “Estoy llorando por ti”.

¡Toma ya!
Aarön: Obviamente, después de eso fue tan fácil como que Tato levantara el teléfono y le dijera a Minerva que tenía a tres fans enfervorecidos deseando trabajar con ella para un tema de corte noventero y para el que necesitaban su voz. Y vamos, su predisposición fue inmediata. Un auténtico amor de persona que nos regaló un momentazo único en nuestra carrera y con quien de seguro haremos más cosas en el futuro. ¿Sabes lo típico de “no conozcas a tus ídolos”, por lo que pueda pasar? Pues con Minerva fue todo lo contrario. Hemos multiplicado por mil el amor y la admiración que ya le teníamos.

SI hablamos de otros artistas, es imposible pararse a pensar en las muchas bandas de vuestra generación y próximas a vuestro estilo que recientemente han comenzado a decir adiós y a anunciar sus respectivas retiradas. ¿Os sentís un poco como la orquesta del Titanic en el indie?
Vicente: Precisamente, presentando hace poco el disco en el Café La Palma de Madrid, una chica se nos acercó para felicitarnos por seguir juntos, consciente de que cada vez quedan menos grupos en pie de nuestra generación. Nos sentimos orgullosos, aunque también es un palo para muchas bandas amigas a las que echaremos sin duda de menos. Es chungo si te paras a pensarlo dos veces, pero sí, nos sentimos casi como el último bastión indie. No sé si habrá un secreto concreto detrás de este logro, pero mientras la industria nos deje seguir dando follón, allí estaremos.
Aarön: Es que la cosa tiene miga, ¿eh?… En el pasado, cualquier banda con una década de trayectoria a sus espaldas y que se encontrase publicando su sexto disco, como es nuestro caso, se encontraría literalmente en el pináculo de su carrera y en un momento perfecto para seguir al pie del cañón. Sin embargo, ahora vemos como la sociedad, las estadísticas de medición, las plataformas y las multinacionales están triturando a los artistas de una forma deleznable, provocando que gente con 25 años se sienta ya mayor o que con 30 estén planteándose el dejarlo. ¿Pero qué es esto, Dios santo? Se ha instaurado en el imaginario colectivo que con 15 años de carrera una banda ya es vieja, y nada más lejos. Por favor, luchemos contra esta lacra. La música es mucho más que esto.

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