Empecemos con la última pregunta del plumilla que me precede en la entrevista. A once de abril los tres últimos discos comprados por este hijo de misioneros norteamericanos en Brasil son los de Anti-Pop Consortium (sin esperar a que se lo regale Beans, quien colaboró en su anterior disco), Boards Of Canada y SND. “Me gusta estar al tanto de todas las tendencias, antes que nada soy un fan de la música, un consumidor convulsivo. Siempre me ha interesado la vanguardia, pero no para adherirme a ella, sino del mismo modo que me interesa el pop. Sinceramente, hace muchos años que no me considero parte de ninguna vanguardia (risas)”.
Eso es discutible, aunque él afirma que la verdadera vanguardia está en los textos de las últimas generaciones de raperos “con una increíble habilidad para herir y sugerir, para jugar con el lenguaje”.En esa línea, a Lindsay, más que el sonido, le distingue lo cuidado de sus textos, su capacidad para azuzar al oyente y su buen gusto para escoger versiones de Prince, Al Green o Dorival Caymmi. “Las letras siempre han sido muy importantes para mí. Ya desde Ambitious Lovers. En la promoción de este disco pedí que no se enviaran las letras a los periodistas porque quería cambiar la dinámica de las entrevistas. Estoy cansado de que me pregunten si soy norteamericano o brasileño, dónde se vive mejor... (risas). Esta vez quería hablar del disco”. Pues “Invoke” es otra bonita muestra de su talento. Arropado por músicos de ambos hemisferios (Melvin Gibbs, Vinicius Cantuaria, Naçao Zumbi, Kassin o los novísimos Avey Tare And Panda Bear) Lindsay nos muestra su cara aparentemente más amable hasta que el tema da un quiebro y se nos escapa en otra dirección más ruidista y amenazadora. “Los temas ´Predigo´ y ´Clemency´ están al principio y al final como advertencia de que el disco puede parecer directo, pero hay mucha vida en su interior”. Tanta como en la psicodelia illbient de “The City That Needs” que rompe el tracklisting en dos mitades. “Simplemente lo rompe, no necesariamente en dos partes. No es premeditado que esté en el centro. Una vez tienes las canciones es muy excitante acertar con el orden. Si fallas el disco siempre será un fracaso”. Lejos de fracasar, su afición a los contrastes le hace encargar unos sinuosos violines muy a lo “Homogenic” (Björk) para “Invoke” y “Unseen”. “A Stephen (Barber) le encantan esos arreglos, pero le dijimos que los evitara porque lo que hace Björk es imposible de superar. ´Vespertine´ es muy interesante, pero ahora nadie se atreverá a colaborar con Matmos (risas)”. Llegamos a la canción que titula el disco y con ella al final de nuestro espacio para Arto Lindsay, ¿porqué ese título? “La canción ´Invoke´ confunde los significados religiosos y sexuales de la palabra, así que al usarlo como título del disco se extiende ese equivoco a la totalidad de las canciones. Es un disco de pop: trata del sexo, del amor, de las relaciones... Como la vida, es una bonita confusión”.
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