Quizás ya la conocían por las personales y sentidas versiones que colgó en Youtube de artistas como Vetusta Morla, Leiva, Sabina, Jarabe de Palo, Luz Casal o Alejandro Sanz. O puede que porque este último compartió y viralizó alguna de esas versiones en sus propias redes sociales. O por las seis íntimas canciones de su primer EP “chiquita” (Warner, 21) en las que hablaba de, entre otras cosas, las mujeres importantes en su vida, del amor, del miedo o de la inmigración. O tal vez por su colaboración con Macaco en la emocionante “Un recuerdo”. O incluso por la estremecedora versión de la épica “Il Mondo” que sonó en un anuncio de televisión. Pero si no es así, ahora es el momento de dejarse llevar por esa voz que llena de verdad estas once nuevas canciones que entrega en “con cariño y con cuidado”. Para ella, dar forma a este trabajo ha significado un verdadero volcado de sentimientos. “El disco ha tenido un desarrollo largo. Todo un proceso de saber bien qué querer contar y cómo hacerlo. Por eso hay un poco de todo, como en la vida, como en mi vida. Hay tristeza, rabia, ansiedad, alegría, dulzura... No hay un hilo conductor temático, y si lo hay, es eso, la vida misma. Me encantaría que la gente se pudiera identificar con las canciones y les sirvieran de abrigo. Acompañar a la gente es lo que más me motiva. En el fondo es por eso por lo que compongo música, para que la gente la disfrute”.
Valeria es muy joven, pero lleva haciendo música desde hace tiempo y, aunque haya tenido su reconocimiento en las redes, tiene los pies en el suelo. “Está muy bien que te den likes, pero cuando realmente he visto que mi música tiene repercusión ha sido cuando he empezado a hacer conciertos. Cada vez que la gente hace el esfuerzo de ir a un sitio expresamente para verte y te da su tiempo sirve para que te des cuenta de que esto puede tener un futuro. Y espero que dure”. Seguro que lo hará, porque tanto su música como su forma de cantar parten de una singularidad encomiable. Resulta inevitable hablar de estilos, así que la insto a que autodefina su propuesta. En cierto momento usó las palabras “puro, dulce y folklórica”. “Mantengo esa definición. Me gusta que la pureza de lo que una hace esté presente en esa verdad que quieres contar. La parte folklórica también me gusta tenerla, aunque no sea tan reconocible, pero por lo menos sí el imaginario. Y a pesar de no querer definir mi estilo, sí que incluiría la etiqueta de ‘canción de autor’, porque tengo muy claro que intento contar una historia que merezca ser escuchada y que capte la atención”. Algo que también consigue que la música de Valeria Castro te atrape indiscutiblemente es la sensibilidad extrema de su personal forma de cantar. “Ese quebranto en la voz es algo que tengo desde pequeña. También es cierto que he escuchado mucha música diferente y me encanta, por ejemplo, el quejío del fado. Todo eso me ha ayudado a crear mi propio estilo. Y solo puedo decir modestamente que me gusta mi voz”. En ese disco vamos a encontrar canciones que puede sonar a rumba (“abril y mayo”), bolero (“perdón (no me había dado cuenta)”), chacarera (“lo que siento”, compuesta a medias con Depedro) o contener un discreto homenaje a Debussy (“poquito”). Composiciones de ritmos lentos y arreglos precisos y preciosos que, a veces, muestran ese latido canario con las percusiones y el timple. Y aunque Valeria haya tenido la ayuda en la producción de músicos tan diversos como Nacho Mur (de La M.O.D.A.) y Alberto Torres, los mexicanos Daniel, me estas matando y los malagueños venezolanos de Çantamarta, ella siempre ha tenido sus ideas musicales muy claras. “Estoy muy contenta de haber tenido productores tan variados, pero sabía cuáles eran los arreglos que le iban bien a mis canciones. Ellos, con su esencia, han ayudado a que mi huella fuera más profunda”. Esa huella es muy tangible también en sus personales y autobiográficas letras. Como en “un hogar”, dedicada a su abuela que perdió su casa por la erupción del volcán, o “techo y paredes”, escrita para alentar a su hermana a que vuele sin dejarse atrapar, o “costura”, para que las mujeres no se dejen ningunear y se valoren. “Para mí las letras de mis canciones son igual o más importantes que la música, y son toda una declaración de intenciones. Primero me las canto a mi misma. Miro muy bien las palabras que utilizo y el vocabulario y espero que se capte bien el mensaje que encierran”.
Es un placer poder decir que un buen número de voces femeninas se han popularizado gracias a esa forma de hacer, en la que el mensaje, la manera de decirlo y la música de raíz que lo acompaña, forman parte de algo importante. Y no hablamos tanto de artistas consagradas como Silvia Pérez Cruz, Rozalén o Natalia Lafourcade, por nombrar solo algunas, sino todas aquellas que se están abriendo paso en la industria, desde María José Llergo a Queralt Lahoz, pasando por Silvana Estrada, Rita Payés, Tanxugueiras o la propia Valeria Castro. “Es un honor que me incluyas en esa lista. Pienso que somos muchas las que estamos labrando la tierra para las próximas, al igual que han hecho las anteriores, y que todas seamos una cadena para apoyarnos y abrir puertas a las que vengan”.
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