Jeremy Jay es un tipo especial. Tiene personalidad, carisma, las ideas claras y un primer disco que vale su peso en oro. “A Place Where We Could Go” es un álbum de pop leído que posee una atmósfera única y una extraña magia que lo convierte en algo especial. Un trabajo lleno de pequeños detalles que lo hacen grande. “Las canciones de ‘A Place Where We Could Go’ son muy diversas. Creo que mis favoritas son ‘Heavenly Creatures’ y ‘The Living Dolls’. El disco entero es un largo poema para mí. Un poema sobre los ideales de la vida, del amor, y de algunas ideas filosóficas”.
"Trabajar con Calvin Johnson es genial... Conoce todos los trucos y sabe como hacer que algo funcione" |
Lo del poema sirve a la perfección para definir el rico universo lírico de Jay. Un mundo particular donde conviven realidad y ficción, las referencias a la cultura pop y el poso romántico de un chico enamoradizo. “Creo que la realidad y los sueños viven uno dentro del otro. Un montón de barreras en la vida se producen porque uno piensa que algo no es posible. Muchas de mis letras están escritas en tercera persona. Lo hago porque es una manera de ver como eres realmente. Un especie de estudio de lo que quieres. Qué te empuja a ser, y qué haces de ti mismo. También estoy muy inspirado por las películas. Me encantan las historias de romances, cintas como ‘The Goonies’ o ‘Mary Poppins’, filmes de aventuras como ‘Time Bandits’ (“Los héroes del tiempo” de Terry Gillam). Creo en el poder del DIY. Y también creo en el poder de encontrar lo que uno quiere de verdad”. Hablando de películas. El californiano es un gran fan de John Hughes, el padre del cine adolescente moderno, responsable de cumbres teen como “El club de los cinco”, “Dieciséis velas” o “La chica de rosa”. De hecho Jay tiene un parecido más que razonable con el personaje que interpretaba James Spader en la última de las películas citadas. Pero la influencia de Hughes no es solo estética. Va más allá. “Me gusta la idea de ‘conservador vs libertad’ y en las primeras películas de John Hughes éste concepto está muy presente. Siento que soy conservador y libre al mismo tiempo aunque no estoy seguro de si eso es posible, pero soy así. Hay ocasiones donde la honestidad es fundamental y es rechazada por lo banal. Como cuando dices algo que es importante para ti y ciertas personas responden de una manera que nada tiene que ver con lo que has dicho. A veces me siento así. Creo que éste es el sentimiento que explora Hughes en muchas de sus primeras películas”. Con este atinado comentario sobre las cintas de Hughes queda claro que el estadounidense está por encima de la media, y tiene ese “algo” que lo convierte en un artista único. Como también lo son héroes a la Jay como Dan Treacy (Television Personalities), Stephen Pastel (The Pastels), Lawrence Hayward (Felt, Denim, Go Kart Mozart), Kevin Paul Godfrey (The Swell Maps, Epic Soundtracks), Robyn Hitchcock o Calvin Johnson. Este último, capo de K Records y otrora miembro de Beat Happening, ha sido su fiel escudero y descubridor, además de encargarse de la producción de “A Place Where We Could Go”. “Trabajar con Calvin Johnson es genial. Te deja ser en el estudio. Me siento muy a gusto con él. Conoce todos los trucos y sabe como hacer que algo funcione. Tiene el ‘toque’. Solo hay que golpearlo. De hecho por alguna razón esto funciona”. Fiel guardián de todo lo que rodea su obra, Jay sabe cuidar a la perfección su imagen. El espigado músico californiano va siempre hecho un pincel y derrocha clase en sus fotos promocionales. “Bueno, debería decir que el estilo que ahora me gusta es mod, yé-yé sesentas, y las películas de los ochenta de John Hughes. De hecho mi nuevo disco parece una foto de una película de Hughes…”. Además de coqueto Jeremy Jay es uno de esos músicos hiperactivos. Tras “A Place Where We Could Go” ha entregado un par de sencillos, y ya tiene listo su nuevo trabajo, un disco titulado “Slow Dance” a editar el 24 de marzo, en el que los sinterizadotes tendrán un papel importante.
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