Hace un día de perros. Una lluvia incesante hostiga las calles de Madrid. Todo el mundo corre a refugiarse. A Corcobado, recién llegado del desierto, no parece incomodarle. “Yo hago apología de mojarse con la lluvia. A la gente le da miedo la vida. Ese es el problema. Todas sus frustraciones las aplacan con dinero. No pasa nada, sólo es agua. Mira los perros, la lluvia no les molesta”, dice complaciente mientras da un sorbo a su copa. Con cuarenta y tres años, Javier Corcobado ha tenido tiempo para darle a todo. Cuando los iconos de la movida madrileña se popularizaban entre el gran público, él se dedicaba a predicar la desesperación en grupos tan arriesgados como 429 Engaños, Mar Otra Vez y Demonios Tus Ojos. Ya en los años noventa aglutinó en torno a su persona a un ecléctico circulo de músicos inquietos en los Chatarreros de Sangre y Cielo (título de su primer libro de poemas), al tiempo que demostraba su pasión por los boleros con su grupo paralelo Cría Cuervos o grababa con los gijoneses Manta Ray.
"El día que dé con la canción perfecta lo dejo. Quizás no exista, pero voy persiguiéndola" |
Vamos, una extensísima e intensísima carrera discográfica (casi veinticinco entre Ep’s, singles y álbumes) que nos lleva a preguntarnos que sigue motivando a este artista de mal asiento. “En primer lugar la excitación que provocaba un concierto de rock, esa segregación de adrenalina. Segundo: porque es mi trabajo. Y tercero: intentar hacer mejores canciones. El día que dé con la canción perfecta lo dejo. Quizás no exista, pero voy persiguiéndola”.
Desde luego, “Editor de sueños” está repleto de canciones delicadas y/o escalofriantes (“Susurro”, “Amar”) que quizás vayan acercándose a esa idea de perfección. “No me atrevo a decir eso. Me he librado de esa subjetividad. Viéndolo más fríamente, en este álbum es en el que más he mostrado mi realidad. Conciso, claro, muy bien definido”. Contra todo pronóstico, Corcobado resulta ser un artista de lo más disciplinado. “No hay que esperar a la inspiración. Prefiero marcarme una rutina. La inspiración te puede llegar en cualquier situación, pero si quieres traducirlo en una canción hay que trabajar. Además del talento, hay que saber organizar la obra. Yo me enfrento al vacío. Empecé este disco en blanco. Un enorme vacío por llenar. No tenía nada preestablecido”. Bueno, a excepción de su inevitable pasión ruidista. “Es estudiada. Para que te dé un infarto, para que veas la realidad. Hay frecuencias que me producen estupor. El ruido es mundo infinito a manejar”.
Eso sí, el disco ha sido gestado en un cortijo aislado del mundo en los campos de Nijar, así que aquí hay más ruido del corazón que de la ciudad. “No tenemos demasiado contacto con la sociedad. Estábamos cansados de la ciudad. Es más fácil para afrontar la composición. Encontré un aljibe abandonado en mitad del desierto, yo lo llamo mi fabrica de canciones”. Allí se exilió junto a Paula Grau (presente durante la entrevista), miembro esencial de la banda y autora de “Bahía eléctrica”. “No sabía ni que iba a ir en el disco. Habla de un faro que está dentro de la Bahía, pero en medio del desierto”.
Curiosamente, es sólo en este tema (él único del álbum que no ha sido compuesto por Javier) en el que la influencia del paraje se percibe de forma directa. “No estoy influido por lo que hay a mí alrededor. No me importa nada que no sea el amor”. Y es que nuestro genio rehuye de las influencias como si le provocasen urticaria. “No escucho música cuando estoy creando. Ningún artista. Nada. Quizás accidentalmente. No me gusta. Es más, lo evito”. Aunque no lo pretenda, este tipo de peculiaridades son las que han dotado a su nombre de cierto halo de oscuridad. “Eso sólo lo piensa la gente que no me conoce. Supongo que por las canciones que escribí en el pasado. Cada cosa tiene su momento, no me fascina ni la oscuridad ni la luz. A veces la luz puede ser tenue y a veces cegadora”.
De lo que no hay duda es de que Corcobado es un músico de culto. “Es muy prestigioso, pero es algo en lo que no pienso jamás. Me da lo mismo. Lo único que quiero es poder seguir en esto”. A todo esto ¿qué es un “Editor de sueños”? “Un ser que concede deseos. El genio de la lámpara de Aladino. Como cuando pides un deseo a tu alma o a tu Dios. Pero hay que sopesar las consecuencias que conlleva que se cumplan tus sueños”. ¿Se están cumpliendo tus deseos? “Los deseos se me cumplen. Hay que trabajar para que se te cumplan. En el camino hay dolor, pero también muchas alegrías”.
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