Como en sus trabajos anteriores, en “Herreros y fatigas” encontramos una variedad estilística (pop, electrónica, folk, canción española, rock…) digna de remarcarse, pero con una línea general muy marcada por sintetizadores, guitarras con delay, arreglos de cuerda, la elegancia literaria de Alejandro Martínez y la suave voz de Marina G. Carruthers, los auténticos capitanes del barco. Le das al play y te acuerdas de tu pareja, tu jefe, tu abuelo, tu profesor de Literatura, de Historia, el bar que hay debajo de tu casa, Antonio Machín, Fausto, Aleister Crowley… Estamos ante la consolidación definitiva de un grupo con identidad propia, cuya diversidad es solamente una cuestión de impulsos. “No es tan premeditado como la gente cree. Realmente todo es más intuitivo y natural que el ir andando con la receta del libro de estilo. Salvo casos concretos, intentamos huir de los moldes establecidos de los géneros. Yo creo que es menos ecléctico. Aunque claro, según con qué se compare”, afirma Álex. “Supongo que este disco no nos va a salvar la vida, ni el anterior, ni el futuro, pero si tus oyentes creen que mantienes aceptablemente el nivel álbum tras álbum, te alejas de ser visto como una casualidad o un hype”.
Si la comparación la establecemos con sus predecesores, observamos que “Herreros y fatigas” bebe de las mismas fuentes: lo añejo, lo obrero, lo costumbrista, lo amoroso… Incluso los homenajes a sus bandas favoritas siguen ahí, disco tras disco. Véanse, por ejemplo, los guiños a Astrud o My Bloody Valentine en “Contrato” y “Cumbres profundas”. U otros que aparecen casi sin querer, como en el estribillo de "Soneto"; dos cuartetos y dos tercetos sobre idas y venidas, vueltas y revueltas. ¿Se acuerdan de Roberto Carlos (cantante, no futbolista) y su "Un millón de amigos"? “Estando grabando voces, nuestro técnico, Antonio Illán, nos dijo lo del parecido y nos cantó la de Roberto Carlos. ‘Coño, pues es verdad’. Pero ya era un poco tarde para cambiar la melodía, y además yo pasaba bastante, porque fue una casualidad no intencionada. Algunas veces sí que puedes darte cuenta, durante el proceso, de que algo recuerda a otra cosa y, si crees que es demasiado evidente, lo modificas,. En otras ocasiones la cita es intencionada y no te importa, lógicamente, que la gente lo relacione”.
Tras una primera pasada, dos canciones destacan sobre las demás: la bailable “Dos males tienes” y la que ejerce de primer single, “Ojo por diente”: una preciosa declaración de amor incondicional puesta recientemente en imágenes por Chema García Ibarra. Aunque no se puede negar el poderoso atractivo de la decimonónica “In The Goethe” o la castiza “Sacrificio”, donde la voz de Marina alcanza sus cotas más altas. Nadie dijo que el lírico fuera fácil, ni siquiera ella. “Me siento más orgullosa que cómoda. Era un registro complicado, y creo que al final ha quedado bastante resultón aunque aún no me atrevo a hacerlo en los directos”. Unos directos a los que se unirán Paco (bajo), Pilar (violín) y Antonio (teclados).
Entre tanto hit, se entiende aún más que lo de elegir un tema como presentación del álbum sea el eterno caballo de batalla entre el grupo y su discográfica. Pensar en los fans, en las ventas, en llenar salas de conciertos… “Elegir el single es horrible, dudamos un montón. Puedes seguir distintos criterios para la elección. Como los temas suelen ser tan distintos, tienen sus pros y sus contras a nivel de marketing, que es de lo que se trata. No lo vemos como un criterio artístico, sino aburridamente mercantil. De ahí a que sea lo mejor... Al que le gustes ya escuchará el disco. Siempre nos quedamos con la sensación de que nos hemos equivocado”.
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