Nos reunimos con Josh Rouse en un pequeño bar del barcelonés barrio de Gracia. Lo primero que sorprende es descubrir lo bien que se desenvuelve ya hablando en castellano. Es todo amabilidad, con un carácter muy alejado del de las estrellas del rock. Rouse no es Ryan Adams, ni lo pretende. Por eso evito hablar del infame proyecto She’s Spanish, I’m American y me decanto por felicitarle por su nuevo disco. “Al principio tenía miedo por el sonido, por saber cómo iba a ser la experiencia de grabar en Puerto de Santa María, pero el trabajo de Paco Loco fue muy bueno. Lo grabé en una semana. Las canciones salían solas, estaban muy rodadas. Incluso cuando acabamos los temas del disco volví a llamar a Paco para grabar otras diez canciones que tengo guardadas para otra ocasión. Son más experimentales, van en otra onda”.
Le comento que éste quizás sea el disco que debió grabar entre “1972” y “Nashville”, a modo de puente entre un lanzamiento y otro. “Estoy de acuerdo. Tiene esa parte pop y soul de ‘1972’ y también ese aire más country de ‘Nashville’. ‘Subtitulo’, en cambio, era muy intimista, y éste parece que es mucho más optimista, es un disco alegre y soleado, muy variado. Creo que estas nuevas canciones reflejan mi estado actual, por lo feliz que estoy, ahora que ya me he establecido aquí y me estoy acostumbrando a una nueva vida”. Queda claro que Rouse se encuentra cómodo con su situación actual, aunque haya llegado hasta aquí tras una serie de negativas desagradables. “Después de ‘1972’, en Ryko se propusieron convertirme en una gran estrella, pero yo no quería hacer cosas que no me sedujeran, y mucho menos algunas de las que ellos me ofrecían e imponían. Yo quería vivir mi propio camino. Para mí, vender veinte o veinticinco mil copias de mis discos y hacer giras ya me da lo suficiente para vivir”. Evitar entrar en esa rueda no significa que no pueda girar por Estados Unidos com el cantante mainstream John Mayer. “Es un producto de marketing, pero me gustó vivir la experiencia de estar enrolado en una gira de esas dimensiones. En realidad, tenía que cambiar un poco el estilo de mis actuaciones para no aburrir a la gente. Él es muy simpático, y es increíble, porque se lo hacen todo. A él le cuelgan la guitarra y a tocar”.
Hablando de nuevos cantautores, aunque sean muchos los que pueblan las estanterías y los escenarios, algunos muy interesantes, parece que a él no le seducen demasiado. “Básicamente, me interesan los músicos de los setenta. De la actualidad hay muy pocos que me motiven. Jeff Tweddy sí es un gran compositor y el último disco de Wilco, ‘Sky Blue Sky’, me parece otra obra magistral”. Con quien tampoco parece simpatizar demasiado es con la escena estatal española, por mucho que pase más de la mitad del año aquí. “No sigo mucho la escena española. No la quiero criticar, pero no conecto mucho. Me gusta un cantautor, Remate, y también Polar. En dos o tres años me gustaría hacer un disco cantado en castellano. Lo que me gusta de Valencia, es que estoy en un entorno muy tranquilo, que me permite escribir muchas canciones y crear mi propia música. De Estados Unidos, echo de menos estar en la escena de cantautores, ir a los locales por donde se mueven los músicos. Por eso necesito ir de vez en cuando a Nueva York, para no desconectar de ese mundo. Aunque esté aquí, a veces para escribir mis canciones me inspiro en historias de allí o en mis viajes de cuando era más joven. Me gusta inspirarme en lugares concretos, crear un personaje, y explicar una pequeña historia que tenga un sentido”. Para acabar sólo falta descubrir qué se esconde tras el título del disco, ya que parece tener una explicación especial. “Yo vengo de Nebraska, que es una zona muy rural. El año pasado hice durante una semana el Camino de Santiago y esa experiencia me recordó lo que es vivir en una casa rural y estar rodeado de campo. Me sentía como en una ‘City House’. Lo de ‘Country Mouse’ es por unos dibujos animados, y si lo lees todo seguido rima con mi nombre”.
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