¿Es casualidad que vuestro nuevo espectáculo se títule “Els 40 lladres” y que lo estrenéis en el Palau de la Música de Barcelona?
¡No! La música es un altavoz y siempre intentamos utilizarlo para cambiar el mundo. Y por desgracia hay mucho trabajo que hacer. Todos sabemos que la corrupción política inunda de malas noticias nuestro día a día. El Palau de la Música Catalana es un escenario emblemático y un concierto muy especial para nosotros, un sueño cumplido. Pero nos parece responsable y prácticamente obligatorio recordar a todo el mundo que el escándalo que supuestamente implica a una parte importante de la clase política catalana no está resuelto, y no lo estará si los de siempre, la gente de la calle, lo dejamos pasar sin más.
En “Vola” tenéis a un montón de invitados del mundo del mestizaje. Si hubiese caído una bomba en el estudio en el momento de grabarla, ¿qué demonios hubiera pasado con la escena?
¡Tranquilos! (risas). Los invitamos uno a uno para que eso no pudiera pasar.
Realmente nos sentimos infinitamente afortunados de formar parte de una familia como la que nos hemos encontrado en el mundo de la música. Todas estas bandas con las que coincidimos a menudo por los escenarios nos han acogido con los brazos abiertos y siempre están dispuestos a inventar y construir juntos. Este mundo sabe bien que, ante las adversidades, juntos nos va a ser más fácil el camino.
¿Empezásteis a maquillaros como resultado de lo que os gritaba la gente en vuestros primeros conciertos?
Empezamos por unas fotos que hicimos en Barcelona dónde queríamos hablar de una ciudad que, a nuestro parecer, había perdido el arte de la calle. El maquillaje nos pareció una buena forma para ilustrar las letras de nuestras canciones. En principio solo eran unas fotos, pero la gente conectó al momento y nos encontramos un montón de clowns en nuestro primer concierto. A partir de aquí... el mundo del circo tomó nuestro escenario.
¿Qué porcentaje del éxito del grupo se le puede atribuir al hecho que Alguer arrase entre el público femenino?
¡Ninguno! Eso es solo una leyenda sin ningún fundamento.
¿Habéis escuchado ya a Maldita Vecindad tal y como os recomendó Don Disturbios?
¡El mismo día que salimos de la redacción de Mondo Sonoro nos pusimos a buscar las canciones de las que nos habló Don Disturbios! ¡Gran descubrimiento!
Siendo tan buenos chicos, ¿cuál es el peor exabrupto que se os ha escapado en un concierto?
¡En el escenario hablamos mucho! Es muy probable que el peor exabrupto que se nos haya escapado, se nos haya escapado tanto que no nos dimos ni cuenta. Pero nos han pasado cosas como saludar efusivamente a un pueblo... mientras estábamos tocando en otro... ¡cosas así! ¡Con el ritmo de la gira a veces se te mezcla todo!
¿Sois más de Manu Chao o de Dusminguet?
¡Hemos bailado muchas más veces en un concierto de Dusminguet que en uno de Manu Chao! Pero todo nos ha llegado, a todos los conocemos y siempre intentamos aprender de los grandes!
Completa la frase: “Si Catalunya acaba siendo independiente, Txarango...”
Seguirá luchando para que este mundo sea un poco más justo.
El nombre de vuestro grupo ¿es un homenaje a Mocedades?
¡No! (risas). Nos dimos cuenta un tiempo después de que había un grupo llamado Txarango Trío con miembros de Mocedades... y hace pocos días en Euskal Herria unos compañeros despistados que nos vinieron a ver en concierto nos comentaron que allí Txarango eran muy distintos... pero que les había gustado nuestra música.
El nombre viene de “charango”, un instrumento tradicional de los Andes que siempre tocábamos en la calle y con el que nacieron las primeras melodías de la banda. Nos pareció una buena forma de recoger el espíritu de la música callejera. ¡En catalán la “ch” no existe así que le pusimos la “tx”!
¿Incluir en vuestra biografía que os conocisteis en un piso ubicado cerca de la plaza del Tripi le da más solera al grupo?
¡Concretamente en el número 13 de El Carrer dels Códols! Pero no nos conocimos allí. Ya nos conocíamos. Allí nos fuimos a vivir juntos mientras estudiábamos en Barcelona. Todos hemos nacido en pueblos pequeños del pre-Pirineo catalán. La banda nace cuando chocamos contra una ciudad como la Barcelona de hace unos años, una Barcelona llena de músicos de todo el mundo, de vida en las calles, de fusión. Todavía estamos muy conectados con el barri Gòtic aunque ahora ya poco tiene que ver con el barrio que nos maravilló.
¿Cuál es el viaje más largo que habéis hecho?
El de intentar encontrar nuestro lugar en la sociedad que nos envuelve. Aunque perseguir un sueño o buscar la felicidad estarían también entre los nominados.
Hace ya muchos meses que vivimos en la sensación de viaje continuado. Hemos perdido la referencia de tener una casa estable, un lugar al que volver.
¿Qué es lo primero que comprásteis con el primer dinero ganado con el grupo?
¿Intentar pagar un alquiler no es comprar, no? Pues no nos llega el dinero para comprar.
¿Cuál es el peor tema de los catorce de “Benvinguts al llarg viatge”?
Cada uno supongo que tendrá sus preferencias, pero ninguno de nosotros sabe contestar esta pregunta. La “suerte” de no tener dinero para grabar un disco cuando empezabamos con Txarango nos llevó a tocar infinitas veces nuestras canciones en directo antes de llegar al estudio. Todo ese tiempo que pasó antes de grabar el disco nos sirvió, sin que nos diéramos cuenta, para encontrar totalmente lo que buscábamos en nuestras canciones y conseguimos que llegaran a ser lo que queríamos.
¿Cuál es la actitud más desagradable de alguno de los miembros del grupo?
Durante toda la gira hemos grabado muchas de las cosas que vivíamos... tarde o temprano estas imágenes verán la luz (risas). ¡Luego que todo el mundo llegue a sus propias conclusiones!
¿Alguno de vosotros tenía un trabajo digno antes de la música o sois todos unos bohemios?
A veces los trabajos que parecen más dignos están llenos de indignos que los llevan a cabo... Todos nosotros nos las hemos arreglado siempre para sobrevivir. Hemos trabajado de todo y nos hemos hecho dignos de muchos ellos. Y ahora que no hay trabajo… hemos intentado inventar uno, y aquí estamos.
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